El tema de The Beatles en la cinematografía mundial no es algo nuevo. Al revisar algunas películas que hablan del fenómeno de los cuatro de Liverpool y de su influencia dentro del séptimo arte nos encontramos con agradables sorpresas como I Want To Hold Your Hand (Robert Zemeckis, 1978), Secrets (Michael Pattinson, 1991), la polaca Yesterday (Radoslaw Piwowarki, 1985) o la española Vivir es Fácil con Los Ojos Cerrados ( David Trueba, 2013). Ahora el tema beatle vuelve a estar presente en la nueva película del director británico Danny Boyle ( Shallow Grave ’94, Trainspotting ’96, Slumdog Millioniare ’08) que lleva por título Yesterday y en donde la idea central es qué pasaría en un mundo en donde nadie conociera (salvo algunas personas) a The Beatles  y su legado musical.

Yesterday es una comedia romántica convencional que se adereza con el tema beatle. El trabajador de un almacén ferretero y fracasado aspirante a músico-compositor Jack Malik (Himesh Patel), quien se presenta en las calles o locales en donde nadie, ni sus padres, le hace caso más que su enamorada secreta Ellie (Lily James), una noche, previo a un muy breve apagón mundial, sufrirá un accidente en su bicicleta en el cual perderá su guitarra y los dientes para descubrir posteriormente, luego de su recuperación, que sólo él recuerda a The Beatles en el momento en que sus amigos le obsequian una nueva guitarra y para estrenarla toca Yesterday (“una gran guitarra merece una gran canción”) ante la mirada atónita de estos quienes piensan que es una composición de él.

El argumento basado en una idea del escritor de seriales televisivos Jack Barth y con guión del también cineasta Richard Curtis que colaboró en películas como Nothing Hill (Roger Michel ’99), War Horse (Steven Spielberg ‘11) así como en uno de los mejores episodios de la serie británica Doctor Who (Vincent and The Doctor ’10), nos ofrece una historia de amor llena de valores humanos como la honestidad y el arrepentimiento en donde Danny Boyle le imprime varias situaciones llenas de buen humor, aunque no es un humor negro como el que presentó en la cinta Life Less Ordinary (’97) en donde un secuestrador, interpretado por Ewan McGregor, termina enamorándose de su secuestrada, una bella Cameron Diaz.

Dentro de la trama casi nadie recuerda a The Beatles y algunos otros objetos que son parte de la cultura mundial, por lo que el personaje tomará ventaja de esta situación para recordar cada una de las canciones del grupo y hacerlas pasar por creaciones propias. Con esto llamará la atención de un productor que lo grabará en un estudio casero, subirá al internet una tema (I Want To Hold Your Hand) que se volverá todo un éxito a nivel global y el famoso músico pelirrojo Ed Sheeran (muy divertido interpretándose a sí mismo) se lo llevará de gira, como telonero, a Rusia y lo retará a componer una pieza musical en diez minutos solamente para perder cuando Jack interprete The Long and Winding Road (“se cual es la mejor canción”).

Danny Boyle en este filme nos muestra ese estilo cinematográfico que lo ha caracterizado en su carrera, por momentos vemos los movimientos vertiginosos de cámara como en Trainspotting o 28 Day Later (’02) cuando Jack visita Liverpool para poder recordar la letra de una canción en especifico y encontrarse ahí con su amiga Ellie quienes juntos recorrerán una ciudad (con buena fotografía, hecha por Christopher Ross, a lugares históricos como Penny Lane y Strawberry Fields) en donde jamás existió un grupo que cambió la música y la cultura universal. También veremos, con tomas cerradas, la agonía del personaje central cuando se debate entre lo correcto e incorrecto al mentirle a todos y hacerse pasar como un compositor dotado de talento, además con los demonios del remordimiento, encarnados en dos personajes, que lo persiguen en conferencias de prensa o en el mismo estadio de Wembley.

El cineasta corrió un riesgo, al tomar como eje central a The Beatles, para presentarnos un mundo sin ellos. Pero por muchos momentos, sin tratar de ser un purista beatle, la historia no se sostiene, por su parte la romántica si lo hace y es efectiva, en cambio no podemos dejar de pensar que sin la existencia de los cuatro jóvenes de Liverpool muchas de las situaciones culturales-musicales que nos muestra el filme no deberían existir. Jamás hay una ligera explicación histórica, eliminar al grupo y su influencia no altera en nada el universo de las criaturas del filme. The Beatles cambiaron muchos cánones no sólo musicales, también sociales y culturales, entonces de dónde sacó Ed Sheeran su corte de cabello, estilo mop top, si es en gran parte influencia de The Beatles, por qué están presentes Coldplay (“Fix You es la mejor canción de todos los tiempos”)  y no Oasis cuando tendría que  haberse presentado un efecto dominó si ambas bandas están dentro de una misma secuencia de hechos ¿Qué grupo inició la invasión británica en los sesentas, The Kinks, The Rolling Stones, The Who o simplemente no hubo?

“Un mundo sin The Beatles es horrible” señala alguien en la cinta, pero por qué tendría que ser horrendo si en la diégesis de ese mundo todo se mantiene exactamente casi como lo conocemos. No es como George Bailey (Jimmy Stewart) en el clásico film It´s A Wonderful Life (Frank Capra, 1946) en donde este, en víspera de Navidad, desea no haber nacido. Aquí nos muestra cada una de las consecuencias de su no existencia y la falta que hizo en muchos momentos cruciales en la vida de otros. En el caso de Yesterday, al quitar a The Beatles, no hay una consecuencia concreta que marqué realmente la trama, sólo se centra en el amor entre chico-chica y el debate entre lo que está bien moralmente o no. Ni siquiera la aparición ficticia que vemos de un emblemático personaje (quien sólo servirá como conciencia pepegrillesca para que Jack recupere sus valores perdidos) llega a ser importante dentro de la misma historia.

El director nos muestra, sin profundizar, qué pasaría con la herencia musical del grupo si surgiera como algo nuevo y que tuviera éxito en una sociedad en donde las redes sociales dictan los parámetros culturales-morales ¿Pero acaso estas canciones funcionarían ante lo voraz y despiadada que es la industria del entretenimiento? Para esto nos presenta a la ambiciosa manager Debra Hammer (Kate McKinnon) a quien no le interesa más que el ganar dinero con su artista creador de éxitos mundiales, así como el equipo de ejecutivos que rechazan los títulos (Sgt. Pepper, Abbey Road) y portadas (“un tapa toda en blanco no vende, quien querrá comprar una álbum con la foto de una calle”) del disco debut por temor a que no generen un impacto en los medios de comunicación. Ante todo esto la música de The Beatles (sin ser interpretadas por ellos,  así como desconocer el carisma que tenían los muchachos y toda su historia) funciona aunque sea tocada por un joven británico de origen indio y su público no sean adolescentes frenéticas que le dieron vida a un todo fenómeno.

Con todo esto Yesterday llega a ser eficaz y divertida, el oficio del director Danny Boyle se nota en cada encuadre y en cada secuencia. Pero lo que se sigue demostrando con este filme es que el tema Beatle es capaz de generar expectativas ante nuevas generaciones y sobre todo el dejar mucho dinero en los bolsillos de quienes producen, y seguirán produciendo, películas que involucren a John, Paul, Ringo y George.

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