Era la tarde del 12 de abril de 1962 en el Aeropuerto Internacional de Hamburgo, en la entonces Alemania Federal. Un avión de la línea BEA bajaba a sus pasajeros procedentes de Londres, Inglaterra. Entre los mismos pasajeros estaban en ese momento cuatro jóvenes de aspecto muy singular: corte de pelo con el fleco hacia abajo, camisetas y chamarras de cuero negras y un desenfado tan propio de aquellos beatnicks de la época. Sus nombres, Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Pete Best. Este último no tenía ese parecido en el peinado, ya que más bien lucía como un rocker de aquellos con copete alto, parejo y bien engominado como lo dictaban las reglas de la moda del rock and roll.

La puerta de embarque se abría automáticamente para ver del otro lado el pequeño tumulto de familiares y demás personas que esperaban a sus seres queridos, personas de negocios, grupos de turistas y por supuesto a nuestros Silver Beatles que con esa euforia eran recibidos por la primer amiga que tuvieron esos cocknies liverpudlienses en sus giras por Hamburgo, la querida fotógrafa alemana y cómplice del grupo Astrid Kirscherr. El primero en ir a abrazarla era John Lennon, con quien tuviera más acercamiento por la amistad que había generado con su amigo y bajista del grupo, Stuart Sutcliff. Ella se había enamorado de Stuart creando una linda y singular pareja desde que la propia Astrid y su íntimo amigo, Klaus Voorman, fueron los primeros big fans de The Beatles desde sus primeras giras.

Ese abrazo, sin embargo, no fue del todo festivo. John sintió un abrazo muy sentido y el explosivo llanto de Astrid.

Johnny, Stu falleció hace dos días en el hospital. No lo pudieron salvar. Fue una hemorragia cerebral.

John la fue soltando lentamente. Era la segunda muerte en tan poco tiempo. Apenas  cuatro años antes había tenido el golpe más tremendo que un joven de diecisiete años hubiera podido soportar; la muerte de su madre, Julia Stanley. Ahora le tocaba a su mejor amigo en esos días cuando ambos estudiaban en el Art College de Liverpool -hoy el afamado LIPA- y su encuentro como dos roomies viviendo como solteros y desprendiéndose de las familias. Después la música los arrastró a esa aventura llamada el Skiffle y el Rock and Roll con su grupo que cambió de nombre varias veces, desde los Quarrymen, nombre dedicado a la escuela de John, The Quarrybank School de Liverpool, el breve paso llamándose The Nerk Twins dedicado a la pareja de Lennon y McCartney cuando llegaban a tocar sólo ellos dos, luego como su nombre The Beatles, nombre adquirido como juego de palabras a partir de Beat = golpe, ritmo, un sinónimo de llevar un estilo de onda y hacerlo parecer como sinónimo de beetles = escarabajos, al paralelo de uno de sus grupos favoritos, The Crickets = grillos, que acompañaban al gran Buddy Holly. El dueño del bar Keisserkeller,  les sugirió que se llamaran para causar mayor impresión como los Silver Beatles pero al final y para siempre se quedaron como The Beatles.

Stu se había ido para siempre.

John y Stu habían construido una amistad inseparable y llena de complicidades que harían incluso crecer los celos profesionales de Paul, pero en ese entonces había raíces profundas de ese par de adolescentes inmersos en la literatura, la pintura, la música y todas las artes. Lennon fue una influencia definitiva en la vida de Sutcliffe, el diseño de una personalidad enigmática, propia de todo artista, el existencialismo y sus autores como Sartre era un rasgo total en ellos, con una mezcla de Cliff Richards y Elvis Presley. Uno con la tendencia hacia la guitarra y el otro a los pinceles y los lienzos. Pero no tardaría John en convencer a su leal amigo a participar en el grupo que había formado aun sabiendo que Stu (como así le decían en la banda) no tocaba ningún instrumento. No fue, sin embargo, ningún impedimento para que al menos aprendiera algunas notas en el bajo hasta que le implicó la compra de un Höfner usado y así convertirse en un quinto elemento de The Beatles.

El bajo Höfner 500/5 que compró de segunda mano.

Stuart Fergusson Victor Sutcliffe, nació el 23 de junio de 1940 en Edimburgo, Escocia; hijo de Charles y Millie Sutcliffe, emigró junto con su familia apenas a los tres años, después de que su padre decidiera viajar hacia Liverpool para trabajar como ingeniero naval en los tiempos de la segunda guerra mundial. Tuvo dos hermanas, Pauline y Joyce más jóvenes que él y con las cuales tuvo una relación muy cercana en aquella casa del 37 en Aigburth Drive.

No fue un estudiante modelo ni nada parecido. Lo reconocían como alguien taciturno y solitario pero apegado a estar haciendo bocetos en sus múltiples libretas y la afición constante de guardar sus mesadas para comprarse pinceles, pinturas y lienzos baratos para trabajar en sus ratos libres. Esta afición le llegó a tomar las cosas más en serio.

Su madre Millie, que era maestra de escuela primaria y bachillerato en Liverpool, a menudo le pedía a Stu que le hiciera los dibujos para sus propias clases. Y a temprana edad, a los 16, ingresa al Liverpool Regional College of Art que es donde en el cuarto grado conoce a un tal John Winston Lennon que es quien lo persuade para ingresar al grupo de Skiffle y Rock’n roll. El cambio de nombre entre ambos lo empezaron a barajar a partir de crear algo parecido a los Crickets de Buddy Holly y el Beat existencialista. Lennon, gran admirador de Marlon Brando, se enfebreció con la película El Salvaje (1953) de Lázló Benedeck donde en una escena denomina a su banda contraria como los Beetles. Eso justamente a Stu le da la idea para formar la palabra Beatles como un juego de palabras como lo señalamos anteriormente y al parecer a Johny le agradó mucho aunque lo pronunciara un poco mal; Beatals. Stu le fue diciendo la correcta pronunciación como tal lo conocemos hoy día; Bitls o sea The Beatles.

Después de haber vendido una de sus obras a un corredor de arte y galerista, John Moores, director de una bienal de exhibiciones de la Walker Art Gallery que se interesó por el cuadro de Sutcliffe para que a la vez comprara aquel famoso bajo Höfner, se inscribe literalmente como el Quinto Beatle de la banda y comenzar esa breve carrera con el quinteto (entonces) que se haría posteriormente el más famoso cuarteto del mundo. De parte del mismo Moores decía sobre Stuart: “Mi reporte sobre Stuart es que era muy amable e inteligente. Un poco disperso pero a la vez se había convertido en uno de mis mejores alumnos”.

No fue muy difícil convencer a los padres de Stu para que se fuera con The Beatles a su primera gira por Hamburgo, debido a la labia tan perspicaz de Lennon para lograr su cometido. Y así fue, viendo absorto como subían la camioneta Morris al buque que los llevaría a ese puerto alemán que se incorporó a la gira. Llegar a Hamburgo no fue una simple tarjeta postal. Era pernoctar en la tras pantalla de un cine porno, el Bambi Kino, donde en ocasiones también era visitado por prostitutas y travestis en condiciones no muy higiénicas que digamos.

Los clubes como el Kesserkeller, el Indra Club, el Top Ten y el Star Club fueron aquellos donde quiso demostrar sus supuestas habilidades de bajista, siempre tocando de espaldas para que no vieran sus pisadas en el brazo del bajo y hacer creer que se las sabía de todas todas. Todo esto a petición de John que ponía oídos sordos a las peticiones de Stu de declararse un safio musical. Pero la amistad era aún más fuerte. Y claro, esto ocasionó ciertos momentos ríspidos sobre todo con el hoy Sir Paul McCartney con quien tenían fuertes discusiones por celos y otras diferencias. McCartney no lo toleraba y menos consideraba que fuera un digno músico de la banda. Sabía que había mucho trecho entre ambos, ya que Paul tenía conocimientos musicales más amplios (tocaba el piano y la guitarra) y mucho mejor voz. De Harrison se podía decir lo mismo, aunque se llevaban mejor.

Las presentaciones en los diversos clubes prácticamente acababan con un agotamiento tal que dormían durante todo el día. Un brillo de buenos momentos se llevó a cabo con el acercamiento a la pareja de bealtes fan que constituían Astrid Kirchherr y Klaus Voorman y más cuando el flechazo de amor se dio entre ella y Stu, no sin haber creado al principio de la relación un enredo de celos entre Lennon y Stu por “la rubia fotógrafa hamburguesa” que al final se decidió por el chico de los lentes oscuros y rostro enigmático. La pareja tenía mucho en común. Ella como artista fotógrafa y él como pintor. Para Stu era ya inminente su salida del grupo. Sus intereses iban más allá y era lógico; la música no era para él.

Stu con su Höfner 500/5

Esto lo aprovechó Paul para entonces comprarse su famoso bajo, también de marca Höfner de forma de violín y para zurdos como lo es él. Era ya más que natural que Sutcliffe saliera del grupo y se convocara hacia nuevas tareas.

Una foto de esta transición. Paul ya muestra su Höfner 500/1 con forma de violín y Stu ya haciéndose a un lado con su 500/5.

Un acontecimiento le cambiaría su vida después de un concierto en Litherland Town Hall, Inglaterra, cuando un grupo de ebrios retó a The Beatles a enfrascarse en un lío de puños. Stu, no tan buen peleador, pagó las consecuencias cuando fue derribado por un uper y rematado con una certera patada en la cabeza. En principio todo parecía un producto de esa riña sin mayores consecuencias. No tardó en que aparecieran frecuentes dolores de cabeza y migrañas que lo dejaban literalmente noqueado y tener que tragar una cascada de analgésicos para paliar los dolores.

Esto, más aparte de dejar aliviar las tensiones y roces en The Beatles, decide abandonar al grupo para dedicarse a su verdadera vocación,la pintura. Apoyado siempre por su novia y admiradora, Astrid Kirchherr, decide incursionar en el Instituto Estatal de Arte de Hamburgo Alemania para entonces continuar con sus estudios y especializaciones sobre la materia.

Stu y Astrid llegaron a rentar una buhardilla en los altos de una casona muy cercana a la Ripperbahn Strase donde podían trabajar por horas sin importar las incomodidades que ofrecían ese tipo de viviendas pero su amor y el arte eran más que suficientes para vivir.

Una tarde del 10 de abril de 1962 un fuerte dolor acompañado de espasmos nerviosos atacó a Stu. Por suerte Astrid se encontraba con él y llamó de inmediato a una ambulancia. Era una trombosis cerebral, algo interpretado como un infarto en la base del cerebro, de tal magnitud que fallecería aún a bordo de la ambulancia. Tenía 21 años.

Un notable crítico de arte reconocido, Donald Kuspit, profesor de arte y filosofía de la Universidad de Nueva York decía sobre la obra y personalidad de Stuart Sutcliffe: “Él era un poeta y pintor tan liverpuliense como hamburgués. Llevó su obra para desarrollarse en un país extranjero pero demostrando la sensibilidad de un joven lleno de espíritu pop y de avant garde”.

Siempre fue recordado con dulzura y consideración por el resto de The Beatles finalmente. Se comprendió su obra y su amistad que nunca sobrepuso ningún interés personal sobre el grupo y emprendió su carrera como artista plástico, lleno de búsqueda y amor por una mujer que a pesar del tiempo siguió enamorada de él.

Verano en Hamburgo. Una de sus últimas obras fechada en agosto de 1961. Colección Bryan Biggs.

Panorama en azul. 1960. Colección de John Moores.

Autorretrato al carbón. 1959 Colección Art College of Liverpool.

Un retrato hecho por Kirchherr con su aportación al peinado beatle.

 

Stuart era un joven con mucha decisión para lo que se proponía. Era amigo de John en el Instituto de Arte. Lo único que no logró fue ser un buen bajista pero la pintura era lo de él, aparte de su personalidad amable y considerado. Tenía un “ángel” muy especial y logró estar en aquellos divertidos momentos de nuestro principio como Beatles.

Paul McCarney en la Antología

Espero les haya agradado esta columna. Les recomiendo leer mi columna sobre Astrid Kircherr en esta página de ECBC, El Círculo Beatle, para tener más datos y profundizar sobre el tema.
Y claro como siempre no olvidar que…

BEATLES 4EVER!!!!

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