La industria de los bootlegs está dentro del ámbito de la clandestinidad, las grabaciones contenidas en ellos son de carácter no oficial y básicamente ni los artistas, ni mucho menos las grandes empresas discográficas, han dado su consentimiento para que estas obras sean publicadas. Desde que se firmó el acta para la protección de las obras artísticas y literarias en la llamada Convención de Berna en 1886, y con todas sus modificaciones que se le han hecho a lo largo de los años, se ha buscado proteger las obras intelectuales a través de leyes y autoridades locales que se encargan de vigilar que los actos de piratería en contra de éstas se castiguen.
Con los bootlegs desde su arranque formal como industria en la década de los setentas han habido intentos de sacar estos discos no oficiales de manera legal y en algunos países se consiguió, como en Italia que se vendió un disco no oficial de Bob Dylan en varios supermercados, pero se volvía ilegal fuera de ese país al ser exportado. Incluso el empresario Richard Branson llegó a colocar bootlegs de importación en sus tiendas de discos, pero las autoridades intervinieron y los retiraron de los aparadores. En el caso de The Beatles existen algunos ejemplos de personas y compañías que han logrado sacar a la venta discos con grabaciones no oficiales que se han convertido en referentes históricos y objetos de colección para los seguidores del cuarteto. Aquí algunos ejemplos.
En el año de 1973, John Lennon fue demandado por un empresario y dueño de varios catálogos musicales, llamado Morris Levy, quien acusó el ex Beatle de un plagio hecho a la canción de Chuck Berry, You Can´t Catch Me al utilizar una frase de ésta en el tema Come Together de 1969. Tiempo después ambas partes decidieron llegar a un acuerdo en donde Lennon aceptó grabar en un disco tres canciones del catálogo de Levy, una de ellas era la que originó el problema, You Can´t Catch Me y las otras serían Ya Ya y Angel Baby. Pero como era la época en donde Lennon se la pasó de juerga con May Pang y amigos en California, dejó de un lado el convenio y para el álbum Walls and Bridges (1974) decidió grabar solamente una canción, Ya Ya, en donde su hijo Julian tocó la batería. A Morris Levy le pareció una burla lo hecho por John Lennon y volvió a la demanda por incumplimiento del músico. Finalmente Lennon retomó un viejo proyecto de covers de rock and roll en donde metería las canciones del ofendido editor.
Pero durante las sesiones de grabación de lo que sería el álbum Rock and Roll, el propio Lennon comenzó a enviarle cintas a Levy para que este escuchara los avances de la producción. El empresario con todo el dolo del mundo, decidió sacar un disco, con las canciones que le fueron enviadas por el artista al que tituló Roots: John Lennon Sings The Great Rock and Roll Hits (1975), bajo el sello Adam VIII, con un precio de 4.98 por álbum y 5.98 por cintas 8 Track, de igual forma se anunció en un comercial televisivo por tres días. Claro que con este hecho Lennon y Capitol Records demandaron a Morris Levy por daños y perjuicios ya que alegaron que al momento de salir la obra oficial, Rock and Roll (1975) esta no vendió las copias esperadas porque previamente había salido Roots. En la demanda Lennon vs. Levy se “determinó que Lennon había sufrido daños por un monto de $ 145,300.00 por la liberación no autorizada de Levy de “Roots”. Aunque en defensa de Morris Levy se dijo que solamente se habían hecho tres mil copias con lo que no dañaba realmente a Lennon en lo económico. Finalmente el álbum fue retirado del mercado y ahora es una pieza de colección. Pero por un breve momento un disco ilegal se colocó en el mercado legal por algunos días en Estados Unidos.
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Otro caso ocurrió en 1977 cuando la disquera EMI consideró publicar un álbum en vivo de The Beatles, debido a que se enteraron que saldría una grabación de un concierto que el cuarteto había realizado en 1962 en el Star Club de Hamburgo. La historia narra que un personaje llamado Ted “Kingsize” Taylor fue quien registró la presentación. Taylor, a lo largo del tiempo, trató de vender las cintas a Brian Epstein y a The Beatles pero ninguno de ellos se interesó, además dicha grabación carecía de un audio aceptable. En la segunda mitad de los setentas un empresario de nombre Paul Murphy compró las cintas y decidió comercializarlas bajo el sello Lingasong Records (en asociación con Bellaphone para su distribución europea) y al enterarse los ejecutivos de Capitol decidieron demandarlo. Murphy y sus abogados argumentaron que la grabación se hizo previa al contrato con EMI y además los mismos Beatles la habían autorizado (obviamente de palabra). También se ofreció el pago de regalías e incluso un porcentaje de la venta por cada disco. Pero durante el juicio tanto Capitol Records como The Beatles no se interesaron más en el caso y el juez decidió desestimarlo por lo que Murphy lanzó The Beatles Live! At The Star-Club In Hamburg, Germany; 1962. Según lo describe el periodista Clinton Heylin, este álbum fue el primer bootleg oficial que se vendió libremente en las tiendas de Europa y Estados Unidos sin restricción alguna.
Con lo sucedido con el caso de Paul Murphy, se abrieron las posibilidades para buscar el poder comercializar material del grupo, no perteneciente a EMI- Capitol, de una manera legal. Otro hecho fue cuando la empresa Audio Fidelity adquirió por la cantidad de cinco mil dólares las grabaciones de Decca y las publicaron en 1982 con el título The Complete Silver Beatles. Nuevamente Capitol demandó, pero no lograron impedir que las canciones que el grupo grabó en enero de 1962 salieran a la luz de manera legal (incluso Audio Fedelity Enterprise vendió la licencia a Phoenix Records para que también comercializaran con los temas de Decca).
El famoso álbum ruso de Paul McCartney, antes de ser publicado de manera legal, fue también un bootleg que se distribuyó en Europa. Cuando McCartney decidió sacar el disco para el mercado ruso con el sello Melodiya en 1988, la Unión Soviética no había firmado en la Convención de Berna, por lo que los soviéticos podían copiar productos de occidente sin que hubiera una ley que se los prohibiera, pero esto funcionaba en ambos sentidos, es decir en occidente podían copiar productos rusos sin que nadie lo impidiera, pero realmente nadie quería copiar un producto ruso, salvo el disco de McCartney que rápidamente se pirateo y en varios países se ofreció de forma “legal”. Al final el músico para evitar meterse en demandas tomó la decisión de que se vendiera a todo el mundo e incluirse en el catalogo de Parlophone en 1991.
Finalmente existen casos que confundieron a muchos coleccionistas del grupo, de los más destacados fueron los discos The Beatles Collector´s Items (1979) y Casualties (1981) que publicó Richard Ian con su empresa Richard Records. Ian, gran fan de The Beatles, en una entrevista comentó que a él no le gustaba la manera en la que los bootleggers colocaban la lista de las canciones del cuarteto en sus álbumes porque no llevaban un orden cronológico. Además le molestaba que muchas canciones, como algunos lados B o mezclas en estéreo y monoaural, no hubieran salido en los discos norteamericanos, por lo que decidió crear su propio acoplado Beatle. Aquí lo interesante es que Richard Ian utilizó canciones oficiales del grupo, algo similar a lo que había hecho Dub Taylor en 1974 con el bootleg de The Who, Who´s Zoo de Trade Mark Of Quality. Collector´s Items salió como álbum no oficial pero lo curioso del asunto es que no le colocó una marca propia a su ilícito producto sino que ¡le asignó el sello Capitol Records tanto en la portada como en los centros del vinil y le colocó la palabra PROMO! Así que las personas que lo adquirían creían que en verdad era un producto oficial, pero de carácter promocional. Se dice que la gente de Capitol al enterarse del éxito de este disco ellos decidieron publicar el famoso Rarities también en ese año de 1979. Posteriormente Richard Ian repitió la fórmula, dos años después, con el plato Casualties (al cual ya le asignó algunas tomas alternas) que de igual manera lo hizo pasar como un producto de la disquera de The Beatles y el cual nuevamente contenía la leyenda: prohibida su venta.
En la actualidad cada uno de estos artículos en vinil, legales o ilegales, son objetos de colección, claro que algunos se pueden conseguir más fácilmente que otros. La propia empresa de The Beatles ha rescatado varias canciones (un ejemplo son los temas de Decca) de estos álbumes para sus colecciones en la Antología. Pero en la década de los ochentas saldrá un nuevo producto digital llamado Compact Disc. La música se escuchará con mejor audio y los bootleggers también utilizarán esta nueva tecnología para fortalecer su industria.
El mundo ilegal de los llamados bootleg, ha permitido descubrir o redescubrir a millones de fans en el mundo, la magia que The Beatles impregnaba a su arte, a su música y ha permitido que sigamos cautivos con el material creado en ese corto lapso de tiempo en el cual se mantuvieron activos como banda y posteriores trabajos como solistas. Cabe mencionar que hoy en día y con los avances tecnológicos que se encuentran, de hecho, al alcance de las masas; es probable que sea fácil falsificar supuestas grabaciones ineditas, por lo cual da la posibilidad de que podamos caer en estafas. Sin embargo es fantástico contar con esta clase de material inedito cuando es genuino.