Foto: de izquierda a derecha, Alan Williams, Beryl Williams, Lord Woodbine, Stuart Sutcliffe, Paul McCartney, George Harrison y Pete Best


El 8 de agosto de 1960, el empresario Allan Williams, representante de The Beatles, recibió una llamada de Alemania en su oficina del Club Jacaranda. Del otro lado de la línea, el dueño del centro nocturno Kaiserkeller de Hamburgo, Bruno Koschmider, le comentó que necesitaba un grupo de cinco elementos para presentarlo por un periodo de dos meses en otro de sus negocios: el Club Indra.

El tiempo no era mucho ya que el Indra estaba programado para reabrir sus puertas el día 17 y como Williams contaba con un conocimiento respetable del medio musical de Liverpool y mantenía buenas relaciones con muchas bandas, le confirmó a Koschmider que el grupo llegaría a tiempo.

Su primera opción fue Rory Storm and The Hurricanes, el grupo en donde Ringo era baterista. Como no podían, Williams volteó entonces hacia Cass and The Casanovas y Gerry and The Pacemakers. Sin embargo, ambos grupos eran de cuatro elementos y no estaban dispuestos a aceptar un contrato en otro país con tan poco tiempo de anticipación y menos incorporar un quinto elemento.

El turno fue entonces para el grupo que aún no estaba considerado como el mejor de Liverpool: The Beatles. Ávidos de reconocimiento, John, Paul, George y Stu dijeron inmediatamente que sí. El problema era, por supuesto, que les faltaba un baterista para poder cumplir tanto con la solicitud de Koschmider como para presentar un sonido completo por primera vez en sus vidas.

Con el tiempo encima, John y George sugirieron a Pete Best, hijo de la dueña del Club Casbah en el cual la banda había tocado anteriormente. Paul no quiso… no sólo no olvidaba que la Sra. Best les había quedado a deber dinero por varias presentaciones siete meses antes sino además, su concepto de Pete no era muy bueno ni como baterista ni como persona: Pete rara vez emitía una palabra y casi nunca veía a las personas directamente a los ojos.

Sin embargo, la banda ya no estaba para escoger. Pete aceptó la propuesta y de esa manera, el quinteto se preparó a partir hacia otro país.

La razón por la que Pete Best entró al grupo fue porque la única manera de llegar a Hamburgo era tener un baterista. Conocíamos a este tipo que vivía en casa de su mamá, en donde había un club y tenía una batería y, simplemente, lo tomamos, le hicimos una audición y vimos que podía mantener el ritmo por un tiempo razonable así que nos lo llevamos a Alemania. – John Lennon

El lunes 15 de agosto de 1960, los cinco Beatles llegaron temprano al Jacaranda en donde más pasajeros se unirían al viaje: Beryl, la esposa de Williams, su hermano menor, Barry Chang, y el empresario Lord Woodbine, dueño del New Cabaret Artists Club de Liverpool. De esta manera, Williams tomó carretera hacia Londres en su Morris J2 Minibus, una van con asientos traseros laterales y en cuya parte central cupo, milagrosamente, el equipaje de 9 personas además de los instrumentos de la banda.

En Londres se les unió el intérprete alemán Herr Steiner. Estando ya completo el grupo, la comitiva recorrió Holanda en su camino a Hamburgo desde un muelle conocido como el Gancho de Holanda, al sur del país, a donde llegaron en ferry desde Harwich, Inglaterra.

Accidentalmente, Williams tomó una ruta equivocada hacia Hamburgo y el grupo se encontró en la ciudad de Arnhem. El error no importó mucho ya que tenían tiempo de sobra siendo su cita en el Indra hasta el día siguiente.

Esta parada les permitió estirarse un poco y caminar por el centro de la ciudad (en donde John se robó una armónica en una tienda de instrumentos musicales) y así, descansar de las forzadas posturas que habían tenido que mantener durante varias horas de viaje.

De esa incidental visita quedó para la posteridad la foto que encabeza este texto tomada antes de que pudieran llegar al centro de Arnhem: una en donde John Lennon no sale debido a que se negó a salir de la camioneta. Ésta fue tomada en el cementerio de la ciudad, lugar histórico para las tropas inglesas durante la Segunda Guerra Mundial.

El Cementerio de Guerra Oosterbeek en Arnhem, Holanda, tiene en su entrada una lápida con la siguiente profética inscripción:

SUS NOMBRES VIVIRÁN POR SIEMPRE

Y, por supuesto, más de 50 años después confirmamos la exactitud de la profecía.

 

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