A lo largo de la historia existen festivales músico-culturales que se han vuelto icónicos porque se realizaron en un contexto social determinado el cual los hace aún más relevantes. Recordemos esos recitales como el Monterey Pop Festival de 1967 que fue parte del llamado Verano del Amor con toda su ideología hippie la cual se extendió hasta Woodstock dos años después. También podemos contar algunos conciertos altruistas que para ciertas generaciones son importantes como por ejemplo Live Aid, celebrado en la primera mitad de la década de los ochentas. La película documental llamada Summer Of Soul (…Or, When The Revolution Could Not Be Televised) (Questlove, 2021) hace un recuento de un festival cultural llevado a cabo en Harlem, Nueva York, en 1969 del cual nadie dio cuenta, pese a tener alrededor de 300 mil asistentes, un evento que se borró de la historia y que sólo permaneció en la memoria de quienes estuvieron presentes como público y de los artistas que ahí se presentaron.
Summer Of Soul (…Or, When The Revolution Could Not Be Televised) film dirigido por Ahmir “Questlove” Thompson (integrante del grupo The Roots) inicia con un dato: “En 1969, durante el mismo verano de Woodstock, se llevó a cabo otro festival de música a 160 kilómetros de distancia. Más de 300 mil de personas asistieron a esa serie de conciertos conocida como Festival Cultural de Harlem. Fue gratis para todos. El festival se filmó, pero después de ese verano el metraje se guardó en un sótano por 50 años, Nunca se había visto hasta ahora”. Para su primer largometraje Questlove nos ofrece una visión entrañable y melancólica con entrevistas a músicos y varias personas que tuvieron la oportunidad de asistir a los varios días en los que se llevó a cabo el festival, los vemos derramar lagrimas al saber que esa parte de sus recuerdos se han rescatado y no son más un fantasma olvidado del que las nuevas generaciones ni siquiera saben de su existencia.
Pero la película va más allá del concierto filmado, nos da una perspectiva histórica de lo qué sucedía con la comunidad norteamericana y por supuesto la afroamericana de finales de la década de los sesenta. Sin caer en maniqueísmos trata los temas raciales que se vivían en Estados Unidos (aún presentes en la actualidad) y cómo este festival, en su tercera edición, celebrado en Mount Morris Park a lo largo de seis fines de semana repartidos en tres meses (29 de junio; 13, 20, 27 de julio y 17 y 24 de agosto), sirvió como una válvula de escape, en donde los testigos relatan que solamente se podía observar una audiencia negra que disfrutó de presentaciones de músicos como Stevie Wonder (tocando la batería), BB King, Sly and The Family Stone (en donde tenían dos integrantes blancos lo cual sorprendió al público al ver a un grupo multiracial), The 5th Dimension (quienes muchos pensaban que eran blancos por el tipo de música que interpretaban), Nina Simone (quien hace una estupenda interpretación del tema Backlash Blues), Gladys Knight and The Pips, las cantantes de góspel Mahalia Jackson y Mavis Staples ( de Pops Staples and The Staples Singers) que nos conmueven con su voz al cantar a dueto luego de las palabras del Reverendo Jesse Jackson, de igual manera también se subieron al escenario comediantes como Willie Tyler o Moms Mabley. Por supuesto en la diversidad social que coexiste en Harlem también estuvo presente el toque afrolatino con Mongo Santamaría y Ray Barretto que ponen a bailar al púbico.
A través del documental, gracias al trabajo de montaje realizado por Joshua L. Pearson, podemos observar momentos destacados dentro de las historia de Estados Unidos como lo fueron los asesinatos de figuras políticas y sociales como John F. Kennedy, Robert Kennedy, Malcolm X, Martin Luther King, la brutalidad policíaca en contra de la comunidad negra, el uso de las drogas y el momento de la llegada del hombre a la luna, situación que en Harlem a nadie importó. En las entrevistas los asistentes al festival declaran que fue inútil llegar a la luna cuando en Norteamérica existe mucha desigualdad social. Uno de los puntos que tiene la película de Questlove es el transportarnos al sentir de la gente que estuvo presente en cada uno de los fines de semana, observar a jóvenes trepados en los árboles, niños jugando (entre ellos uno de los entrevistados Musa Jackson), personas vendiendo comida, familias que hacían parrilladas mientras disfrutan de la presentación del exTemptations, David Ruffin, quien ofrece el clásico tema My Girl.
El filme rescata figuras olvidadas como el maestro de ceremonias del festival, Tony Lawrance, quien trabajaba para el Departamento de Parques de la Ciudad de Nueva York y que es su tercera edición decidió hacer algo más grande para su comunidad y agendar con disqueras (como Motown) y managers a músicos exitosos en un evento completamente gratis. Incluso en algún momento invitó al entonces alcalde de la ciudad, John Lindsay, quien sube a la tarima para ofrecer algunas palabras a la audiencia. El director del documental, Ahmir “Questlove” Thompson, se sirve del pietaje registrado por Hal Tulchin que lo conservó por 50 años. Un apunte que señala la película es que el escenario se colocó de cierta manera para que el sol lo iluminara ya que no contaban con un sistema de luces, por lo cual no hubo presentaciones nocturnas. Además personal del Partido de las Panteras Negras se encargó, en parte, de la seguridad del evento debido a la negativa del Departamento de Policía de Nueva York de vigilar y cuidar el festival, aunque al final enviaron a algunos elementos a Mount Morris Park.
El ejercicio del documentalista es colocar a varios de los asistentes de manera individual, como público o artistas, para que vean el metraje del festival, muchos sonríen o lloran al verlo y nos ofrecen anécdotas conmovedoras como las de Gladys Knight, Billy Davis Jr, Marilyn McCoo, Stevie Wonder, Musa Jackson (que declara: “Nunca en mi vida había sentido algo así. Antes de eso el mundo era en blanco y negro, el concierto le dio color a mi vida, pero luego el festival fue olvidado. Ahora sé que no estoy loco”), Dorinda Drake, Betty Barnes, Roger Parrish, Cyril Innis Jr, entre otros, nos dan una visión humana de este festival del que nadie más volvió a hablar.
Summer Of Soul (…Or, When The Revolution Could Not Be Televised) es un gran documento fílmico que nos muestra un festival en donde parte de una sociedad se unió gracias a la música y la cultura en un momento complicado dentro de la historia, como lo dice uno de los testigos, Roger Parrish: “Ese concierto fue como una rosa floreciendo a través del cemento. Fue algo bueno para Harlem, porque por más que Harlem haya sido calumniado a través de los años por el crimen y las drogas, había mucha gente respetuosa de la ley, productiva, que nunca usó drogas, que trabajaba a diario y que amaban Harlem, amaban su comunidad”. Otro de los asistentes, Darryl Lewis, declara de forma agridulce: “A pesar de que los espectáculos se grabaron todo el verano se siente como si hubiera ocurrido y luego lo hubieran desechado”.
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