Recién acababa de ingresar al primer año del nivel secundaria a mediados de 1978 y en todas partes se estaba escuchando una canción llamada Stayin´ Alive de un grupo cuyo nombre sonaba algo así como el “ejército villista”, porque se hacían llamar los Bee Gees. Cuando se estrenó en México la película Saturday Night Fever que musicalizaban estos hermanos entre otras estrellas, la censura la clasificó con categoría C (Solo adultos), lo que provocó que mi señor padre llevara al cine sólo a mis hermanos mayores a verla y un servidor se quedó frustrado en casa preguntándome por qué una película de baile tendría algo tan grave para que sólo los adultos la pudieran ver. Finalmente años después en el boom de los videoclubs la pude alquilar y verla; la realidad es que no me impresionó para el furor que levantó en sus días de estreno y moda.
Mi hermano mayor consiguió que mi papá le comprara a la siguiente semana que fueron al cine, aquel disco doble con esa espectacular portada que mostraba un rótulo y suelo luminosos y las imágenes de John Travolta y los auténticos protagonistas de la música: los Bee Gees. Ese álbum se había publicado el 15 de noviembre de 1977. Hay un antes y un después de este disco en el mercado de la música pop.
Es cierto que la música disco surgió al principio de los años 70, como sonido propio de una emergente subcultura underground en los antros de mala muerte y clubes gays de los barrios marginales de New York, Philadelphia o Chicago, tomando las bases del funk y el soul que detentaban grandes grupos como Earth, Wind & Fire, Kool & The Gang, el colectivo P-Funk o incluso Marvin Gaye con aquellas indumentarias espaciales y un montón de afros bailando sobre el escenario. Pero si hay un momento en que esta música y corriente trasciende hacia fuera de esos circuitos y se hace popular y de masas es con Saturday Night Fever, el sonido y la cultura disco llegaron con este álbum a todo el mundo, no era sólo una música sino una nueva forma de vivir el día a día y sobre todo el fin de semana.
Lo que hace que la música realmente conmueva a mucha gente es cuando da algún tipo de voz a personas que no tienen presencia. The Beatles dieron voz a los adolescentes, y obviamente Motown y Stax dieron voz a las personas que no tenían voz en los ghetos de color. Y por eso siempre me pregunto ¿A quién le dio voz Saturday Night Fever? Y luego me doy cuenta de que eran los estadounidenses de clase trabajadora, los que no tenían producción y nadie los representaba. Y aquí había algo que decía: “Aunque mi vida diaria pueda ser mundana, puedo salir el sábado por la noche y puedo brillar. Esto es lo mío.”
El soundtrack marcó una época y un estilo que hoy, aunque todo haya cambiado estética, social y musicalmente, esas canciones siguen tan vigentes como entonces cuando hicieron que hasta los grupos y músicos del rock tradicional orientaran sus esfuerzos hacia la música disco y cambiaran gritos desgarrados y riffs de rock por falsetes y ritmos disco: Rolling Stones con aquel “Miss You”, ELO con “Discovery” o Rod Stewart con “Da Ya Think I’m Sexy” entre otros. De pronto todos hacían disco, todos querían sonar en la discoteca el sábado por la noche.
Hay discos que saben sintetizar el espíritu de una época a través de sus canciones. Sus ritmos, melodías, letras y actitud se entrelazan indudablemente con lo que ocurría en ese momento en las pistas de baile. Pero si encima hablamos de la banda sonora de uno de los clásicos del cine de finales de los 70 con un John Travolta que iba a despegar en fama hasta las estrellas y luego iba a hacer una desaparición aún más estelar si cabe decirlo. A finales de esa década la música estaba en un punto de clímax con lo que se refiere a música bailable y se establecieron muchos patrones en lo que es la música disco sobre los que reflexionarían y evolucionarían artistas tales como Michael Jackson, Prince, Madonna, Tina Turner o Imagination por poner algunos nombres de nivel.
Esta banda sonora no fue concebida como muchas de las que se ven hoy; este disco vale como cualquier producción de estudio nuevo. Aquí no hay nada de recopilaciones de canciones ya muy machacadas (bueno al menos por aquel entonces), sino la mayoría de las canciones fueron creadas ex profeso para el disco y alguna canción de las mismas bandas de algún disco reciente. Todo un pack que servía para ambientar unas discotecas a rebosar. Un disco para un film destinado a ser reproducido en toda buena sala de baile de barrio de aquel tiempo. Además y como veremos, esta banda sonora acababa siendo un compendio de algunas de las más grandes bandas de disco y funk de los años 70 y parte de los 80, es decir, que estamos casi en una recopilación, pero de material nuevo, es como tomar a las mejores selecciones de fútbol para llevarlas a jugar un mundial.
Hagamos un análisis detallado de algunos de los ejemplos musicales de este soundtrack:
Para entender la historia tenemos que situar a los Bee Gees en Francia grabando nuevo material para un film que está en proyecto y a petición de su mánager Robert Stigwood. Era un período de grabaciones en el país galo (para eludir tasas de impuestos) donde salieron cuatro canciones que se situaron al principio del disco. Y ese era el concepto que Stigwood quería puntualizar; que la banda anglo-australiana era la protagonista del disco con algunos “invitados” y la que ofrecería mayores hits.
La primera de las canciones, Stayin’ Alive que nos presenta el disco, es uno de los mayores hits de la década de los 70, un eslogan de su sonido. El funk entre suena por sus notas con una bajo melódico que al día de hoy significa que empieza la fiesta. Los falsetes de Barry Gibb ya son un distintivo de la banda que aplicarían desde 1974-75 y que aquí se lucen con soltura acompañados de los coros de sus hermanos Maurice y Robin. Es como si la canción tuviera un ritmo melódico con mucha confianza en su presentación y que culmina con uno de los estribillos más pegadizos que han existido jamás. Únicamente de este single, la banda vendió más de cinco millones de copias en su momento y no me extraña, es una canción que da vida, ritmo y ganas de partir la pista de baile. Excelsa.
Y de un gran tema divertido y bailable pasamos a una de las baladas que más ha ambientado los momentos románticos de pareja desde su publicación, How Deep Is Your Love. Si la primera era un bombazo, esta ha pasado a formar parte del lenguaje popular a nivel de música. Los arreglos de cuerda tan suaves de fondo le dan ese ámbito cálido y dulzón que la hacen tan romántica. Por otro lado la parte vocal es como un acompañamiento poético muy interesante a tan evocadora melodía.
La guitarra en palm mute con unos teclados que recrean una parte de viento dan entrada a Night Fever, otro de esos enormes clásicos de Bee Gees que definen los años 70. Y es que la realidad es que esta banda hizo mucho más por esta década que por las anteriores que habían vivido (llevaban activos desde 1958). Su batería tan remarcada engancha mucho a la canción y esos agudos vocales que nos hacen recordar lo estrafalarios pero a la vez geniales que eran esos años. Detalles como los teclados a modo de organillo que se muestra de manera escondida y emergiendo con alguna escala aguda, también me parecen un distintivo que espero cada vez que oigo la canción.
Con la misma maestría me parece More Than a Woman, que también está repleta de estos detalles y que combina teclados muy suaves con notas campaneantes y preciosas con una parte de cuerda envidiable y que hace que sea la que más me agrada entre los cortes que hemos analizado hasta ahora. Lo importante es poner bien el oído para percatarse de lo bien hecho que están los arreglos de fondo y que a veces no son tan de fondo. De las letras no hablo en exceso ya que en realidad son bastante sencillas, animadas y en ciertos casos románticas, no hay más. Pero curiosamente otro clásico más sería escrito por los Bee Gees pero sería interpretado por Yvonne Elliman (actriz en Jesucristo Superestrella y cantante), este sería If I Can’t Have You, que en verdad sería el éxito comercial más amplio que tendría esta artista en su carrera.
La cara B del primer disco era un poco más de ambientación y re lanzamientos. El toque disco que se le da Walter Murphy al clásico de Beethoven en A Fifth of Beethoven, un arreglo que yo ya había escuchados desde 1976, ya que las cortinillas de entrada y salida en la televisión para los Juegos Olímpicos de Montreal 76 los fondeaban con este éxito. La versión de Tavares de More Than a Woman, me resulta menos satisfactoria que la de Bee Gees, tanto vocal como instrumentalmente, pero hay que saber que Tavares la grabo meses antes que los Bee Gees y la lanzó comercialmente. La canción es buena y los músicos lo son, pues se la trata con respeto aunque sea más suave. Luego seguimos con Manhattan Skyline de David Shire, le da ese aire épico y festivo de finales de los 70 a la película y le sienta como un guante su presencia a la misma, aunque en el disco no deja de ser algo ambiental. Finalmente con Calypso Breakdown de Ralph MacDonald, tenemos una larguísima instrumental que fusionaría el funk con toques de jazz. Una parte del disco más prescindible, pero igualmente buena.
Pero al empezar el segundo disco ya tenemos otro arreglo de música clásica con Night on the Disco Mountain, versionando la pieza de Modest Mussorgsky pero con un toque funky magnífico; un gran trabajo de David Shire. Inmediatamente con una especie de entrada arábiga entra Open Sesame de Kool and the Gang, que me parece una canción que aunque no está mal no es de las que más me llena de esta banda, pero es que la realidad no creo que exista una canción de esta banda que me parezca por debajo de lo notable. Cabe destacar que esta canción es rescatada de su disco de 1975, Open Sesame, por lo tanto de alguna forma aquí el disco empieza a cumplir las funciones de recopilatorio de éxitos. La siguiente selección de canción nos devuelve a los protagonistas del disco, Bee Gees con Jive Talkin’ procedente de su disco Main Course (1975). Una canción con un gancho increíble que empezaba a insinuar en su momento de publicación la voz aguda de Barry Gibb en los terrenos del funk.
Pero también quisieron dar más bombo a un hit de su disco de estudio más inmediato, You Should Be Dancing del Children of the World (1976). Y a mi parecer causó más furor al incluirse dentro de esta banda sonora, aunque no le podemos quitar mérito a como luce una música pegadiza que no se te despega de la cabeza durante un buen rato. A estos chispazos de calidad se une la música funky con toques de surfer de KC and the Sunshine Band y Boogie Shoes, podríamos tomarlo como un intermedio entre el rock n’ roll y el funk. Una muestra de que este género fue tomando su sonido definitivo hacia mediados de los 70 con guitarras que imitaban los loops que luego harían los bajos.
Salsation, usa un tipo de percusión muy similar a la vista en Sympathy for the Devil de The Rolling Stones (1968). Es una canción que juega de manera especial con el tempo deslizando las notas un poco más allá de la percusión con las trompetas, de nuevo es una canción instrumental de ambientación y que hace entrar bastante bien en el sonido y ritmo del film. Con la misma línea sigue K-Jee de MFSB (1971), otras de esas canciones que generaron el sonido más reconocible del funk y la música disco de los 70. Se nota que la selección se hizo incluso pensado en los clásicos del género, cosa que le da un toque de repaso de un legado muy bueno. Finalmente, cerramos con una de esas melodías que caben en cualquier Greatest Hits de la música disco, Disco Inferno. Este tema de The Trammps llegaría en 1977 (un años después de su publicación) al número 11 de las lista americanas.
Al acabar de escuchar este álbum doble, siento la satisfacción de haber escuchado clásicos muy notables de la música disco con otros temas que sin ser malos me empañan un poco el resultado final del conjunto. Pero no puedo evitar pensar en la potencia de sus creaciones y en lo genial que daba vida a todo el desenfreno de la película y entonces me veo sentimentalmente obligado a darle unas líneas más que muestren un gran respeto hacia lo que supone su legado. Sin darnos cuenta, estábamos en esos años presenciando la cúspide de la música disco y que empezaría un lento declive en los años 80.
Por supuesto, inmediatamente hubo imitaciones. Poco después salieron películas como “Thank God, It’s Friday” (Gracias a Dios, es viernes) con un guión similar y una banda sonora que catapultó en definitiva a Donna Summer con su “Last Dance” y en México el programa “Fiebre del 2” marco toda una época e incluso su ballet de jóvenes mexicanos fueron contratados en Japón cuando el programa llegó a su fin.
El impacto comercial de la banda sonora es absolutamente asombroso. Hasta la fecha, Saturday Night Fever ha vendido más de 50 millones de copias. Sólo en la primera mitad de 1978, las únicas contribuciones de los Bee Gees a la banda sonora de Saturday Night Fever registraron 14 semanas en el número uno de las listas de sencillos Billboard Hot 100 en Estados Unidos. Si sumas los sencillos escritos y/o producidos por ellos que también alcanzaron el número uno en el mismo período, ese total se extiende a 19 de 26 semanas. En marzo, los Bee Gees lograrían algo que sólo los Beatles habían logrado anteriormente: tener cinco de sus canciones entre los diez primeros de Billboard simultáneamente.
Saturday Night Fever tuvo 6 singles: A Fifth of Beethoven, How Deep Is Your Love, Stayin’ Alive, If I Can’t Have You, Boogie Shoes y Night Fever. La recomendación final es escuchar este disco cuando sientas muchas ganas de bailar, ya que el objetivo de este estilo musical es claro: hacerte pasar un rato espectacular dentro de una fiesta interminable. Escucharlo me transporta a los patios de la secundaria 143 en los descansos cuando todos los pubertos intentábamos copiar los pasos de Tony Manero. Que buenos tiempos aquellos…
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