La gira mundial de Roger Waters, This is Not a Drill, que presume ser la primera que ofrece el músico para despedirse, inició el 6 de julio del 2022 en Pittsburgh, Estados Unidos y culminará el 9 de diciembre en Quito, Ecuador. Waters tiene una larga trayectoria dentro del rock, que comenzó con Pink Floyd, donde fue artífice de varios discos clásicos como The Piper At The Gates Of Dawn (1967), Dark Side Of The Moon (1973), Wish You Were  (1975) , Animals (1977) y The Wall (1979), entre  otros; su carrera como solista ha sido más que aceptable con solamente cinco álbumes de estudio, en donde su primera obra fue The Pros and Cons Of Hitch Hiking (1984), en el cual participó Eric Clapton en la grabación y de igual manera lo acompañó en la gira.

En el año 2017 publicó Is This The Life We Really Want, una obra producida por Nigel Godrich, que abordó temas políticos referentes a la administración de Donald Trump, lo cual generó críticas favorables (aunque otras adversas), en donde alcanzó el top ten en los listados de Reino Unido y Estados Unidos. Con esto el bajista salió de gira mundial con Us+Them, un espectáculo que le llevó parte del 2017 y casi todo el 2018. Pero la inquietud de Roger Waters lo ha llevado a volver a los escenarios y This Is Not a Drill es la excusa más que perfecta para hacerlo.

El tour se encuentra en su parte europea, en donde ha tenido algunas situaciones polémicas, que le han llevado a cancelar algunos conciertos, sobre todo en Alemania, por sus posturas políticas sobre el conflicto entre Israel y Palestina. Pero ahora está en Praga, República Checa, su segundo show en esta ciudad ha decidido transmitirlo para ser visto en salas cinematográficas de todo el mundo. El repertorio se mantiene igual, no hay cambios, pero la emoción es diferente, Roger Waters y su grupo esta noche, no están solamente tocando ante una concurrencia presente en la O2 Arena, sino también lo hacen ante un público de varias partes del planeta que está expectante y emocionado por disfrutar la música de sus etapas con Pink Floyd y en solitario.

El montaje del concierto, divido en dos partes, es el mismo que se ha visto en fechas anteriores de la gira, incluidos los shows que presentó en octubre del 2002 en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México. La pantalla de cine nos muestra la O2 Arena con la audiencia esperando por el concierto, mientras se prenden las enormes pantallas colocadas al centro del inmueble, en donde la voz del propio Waters anuncia que faltan 20 minutos para que de inicio, además Waters informa que en Alemania se retractaron de llamarlo anti semita y recalca que nunca lo ha sido.

El concierto da inicio y el público, en la arena, se emociona y corea los temas que se van presentando, mientras que los de la sala cinematográfica degluten enormes cubetas de palomitas, charolas de nachos con queso, hot dogs y beben sus refrescos. Comfortably Numb abre el primer set de la noche, en la versión que publicó en el EP, The Lockdown Sessions (2022) la cual carece de los solos de guitarra y es una versión más desnuda, con esto da paso a dos temas más de The Wall, The Happiest Days of Our Lives y Another Brick in The Wall, después nos traslada hasta 1987 con The Powers That Be, del disco Radio KAOS, en donde en las pantallas se van mostrando imágenes de animación que presentan disparos hacia varios nombres que aparecen, como el de Anna Frank, en donde su único delito fue ser de alguna etnia o preferencia sexual diferente a la caucásica.

Cada tema que presenta Roger Waters en su concierto se vuelve un panfleto político que va desde el conflicto Israel-Palestina, el tema racial, el desarme nuclear, el fascismo o la liberación de Julian Assange, pero él lo advierte antes de que inicie el espectáculo: “Si eres de los que les gusta la música de Pink Floyd, pero no soportan las ideas políticas de Roger Waters, harías bien en irte a la mierda al bar ahora mismo”.

Después de los temas The Bravery Of Being Out Of Rage, del album Amused To Death (1992) y The Bar, en donde el músico explica que la arena es como un gran bar en donde se puede convivir con amigos y extraños, continúa con cuatro piezas que dejan de ser panfletarias para volverse emotivas al narrarnos parte de la historia de su “grupo anterior” (en las imágenes en las pantallas queda fuera David Gilmour), con Have a Gigar,Wish You Were Here y Shine On You Crazy Diamond que habla acerca de su amistad y  enfermedad de Syd Barret y de un colapso nervioso  que sufrió Waters en los estudios Abbey Road. El primer set cierra con Sheeps, de la obra Animals y se hace un receso de 20 minutos los cuales se aprovechan para ir al baño y recargar las charolas de alimentos.

El segundo set básicamente lo integran dos canciones de The Wall, In The Flesh y Run Like Hell, en donde Waters interpreta ese personaje inspirado en líderes fascistas. Para continuar con Déjà Vu, seguida de Is This The Life We Really Want. Hacia la parte final el músico toca todo el segundo lado del disco Dark Side Of The Moon, que inicia con Money, después Us and Them, Any Colour You Like, Brain Damage y Eclipse, la ovación invade la O2 Arena y también parte del público de la sala de cine.

El cierre del concierto se presenta con Two Suns in The Sunset del Final Cut (1983), un reprise de The Bar, dedicado a su esposa y a su hermano, que además toma parte de una letra de Bob Dylan y Roger Waters explica: “Al comienzo de esto, tengo que disculparme con Bob Dylan porque le robé algunas de sus letras. Así que, hagas lo que hagas, no se lo digas. Quiero decir, no sé cómo está Bob en estos días. Estoy seguro de que está bien. Simplemente no quería que me demandara. De todos modos, te diré qué es lo que he robado. En 1966, hizo un disco llamado Blonde on Blonde, y en la cara dos hay una canción maravillosa llamada Sad Eyed Lady of the Lowlands. Lo que he robado son estas palabras Sad-eyed lady, big brass bad. Así que gracias, Bob”.

Con The Bar, Waters  mezcla el tema Outside The Wall que da fin al concierto, los músicos caminan por las pasarelas y se van despidiendo: los tecladista Jon Carin y Robert Walter, los guitarristas David Kilminster y Jonathan Wilson, las coristas Amanda Belair y Shanay Johnson, el saxofonista Seamus Blake, el baterista Joey Waronker y el bajista Guy Seyffert, salen del escenario y solamente los vemos en las pantallas para terminar la canción y despedirse.

Una noche que permanecerá en los recuerdos de quienes los presenciaron, no sólo este show sino los de toda la gira. Se puede criticar a Roger Waters por sus posturas políticas radicales, pero sobre el escenario es indudable que es uno de los grandes músicos de rock que aún vive, que tiene un estupendo manejo escénico y mantiene vivo el legado un grupo importante como lo es Pink Floyd.

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