Las mejores reseñas se escriben, como dirían los franceses, “avec le recul”, es decir, en retrospectiva. Y por ello preferimos dejar pasar un mes para relatar el concierto de Ringo Starr en la Ciudad de México, y lo redactamos en singular porque asistimos únicamente al primero, la gula se hubiese convertido en culpabilidad si le hubiésemos quitado el lugar a alguien más para la segunda fecha.

Richard Starkey, apreciado Richie, se presentó en la Ciudad de México los pasados 5 y 6 de junio del 2024, en el Auditorio Nacional. La noche reunió a miles de admiradores del Cuarteto de Liverpool, y se convirtió, como a menudo en los eventos en relación con John, Paul, George y Ringo, en una fantástica velada llena de buena música y de recuerdos.

Quisiéramos confesar que se dudó mucho antes de adquirir la entrada ¿Por qué? Seamos sinceros, Ringo no es el Beatle con el mayor repertorio musical, y aunque las canciones, tanto las escritas para él en solitario como con su famoso grupo, o las únicas que escribió, Octopus’s Garden y Don´t Pass Me By, sean bastante pegajosas; escuchar su voz no es lo más maravilloso en este planeta. Sin embargo, el día 5 se liberaron boletos en la página de venta, al ver que había disponibilidad cerca del escenario, cometimos la osadía de pagar por ver a un Beatle. Y sí, la motivación en realidad fue esa, ver a un Beatle, al buena onda del grupo que dejaba a Heather, hija adoptiva de Paul, tocar la batería en el documental de Peter Jackson.

La primera vez que pudimos ver a Ringo Starr fue en el lejano 2011, en París, en el Palais de Sports, también en junio, el 26, y en nuestra opinión, dejó mucho que desear. Richard Starkey siempre se ha rodeado de músicos de gran calidad, él es uno de ellos, pero en la capital francesa, el recuerdo que guardamos es el de un Richie bastante parsimonioso, y lejos del Beatle carismático que siempre fue. En aquella lejana fecha, lo acompañaron: Edgar Winter en los teclados, Rick Derringer en la guitarra, Greg Brisonnette en la batería, y Richard Page en el bajo. En la mayoría de los casos nos dibujamos el pasado más bello de lo que fue, pero para nosotros, esta anécdota parisina, nos impedía motivarnos a ir a ver al baterista de The Beatles en el 2024 en Ciudad de México.

Vivimos sólo una vez, o por lo menos nuestra memoria no da más que para unos años en la tierra. Así que, perderse la oportunidad de ver a un Beatle es algo imperdonable para un admirador de su música. Una vez la entrada adquirida, la emoción no se hizo esperar, aún más cuando se sabía que estaríamos a unas cuantas filas del escenario. Llegamos, tomamos asiento, esperamos, y los nervios nos inundaban como si nosotros mismos fuésemos a subir a tocar. Ringo salió bajo los reflectores y fue la vez que más cerca tuvimos a un Beatle. Al pasar de las melodías, nos sentimos contentos por la decisión precipitada de la mañana. Por momentos sólo Ringo Starr se enfocaba en nuestra mirada, pero de repente vaya sorpresa, saber que Steve Lukather y Warren Ham de Toto estaban ahí, además de Colin Hay de Men at Work, o Hamish Stuart que acompañase a Paul McCartney en los míticos conciertos The New World Tour 1993, del 25 y 27 de noviembre en el Foro Sol.

La serotonina estaba a tope con los éxitos de los Beatles: Boys, With a Little Help From My Friends, Yellow Submarine, Octopus’s Garden; con las de Ringo de solista, Photograph, It Don´t Come Easy, y por supuesto con las de sus acompañantes de Toto: Africa y Rossana, y de Men At Work: Down Under y Overkill.

Este fue sin duda, un gran concierto, y no es que el público mexicano sea mejor que los demás, simplemente fanatizarse es algo que se da muy bien en este país, para los recitales de música o para quedar bien con los Beatles restantes es fabuloso, para algunas otras cosas, el fanatismo mantiene al territorio azteca al límite de los extremos.

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