Al celebrarse el cincuentenario del concierto realizado por The Beatles en la azotea de Apple en Londres, el 30 de enero de 2019, se informó que Apple Corps Ltd. y WingNut Films Ltd. realizarían un nuevo documental sobre el evento. La realización estaría a cargo del director y guionista de cine Peter Jackson (1961, Nueva Zelanda) que entre sus logros se encuentran la trilogía El Señor de los Anillos (2001-2003), basados en la saga del escritor nacido en Sudáfrica y nacionalizado británico J.R.R. Tolkien, y la adaptación del clásico King Kong (2005). El título elegido fue The Beatles: Get Back, en un intento por volver al proyecto original de 1968 que luego terminó materializado en el filme Let it be (1970, Michael Lindsay-Hogg) y en el disco homónimo, último álbum publicado por la banda en 1970. Si bien el anuncio se realizó a comienzos del año pasado, Jackson afirmó que viene trabajando en el proyecto hace dos años y con el apoyo del gigante de la industria del entretenimiento: Disney (se hará cargo de la distribución del film), y con la aprobación de los integrantes originales: McCartney, Starr, Yoko Ono y Olivia Harrison.

A lo largo de todo el 2019 se fueron realizando distintas especulaciones sobre su realización, pandemia de por medio. Se sabe que Jackson cuenta con cincuenta y cinco horas de material fílmico y ciento cuarenta de audio -gran parte de ese material descartado del film original-, y cuarenta y dos minutos del famoso concierto en la azotea (Rooftop). Por otra parte, cuenta también con modernas técnicas para transformar el fílmico en alta calidad digital. Técnicas que ya ha probado favorablemente en su documental They Shall Not Grow Old (Jamás llegarán a viejos, 2018), basada en imágenes originales de la Primera Guerra Mundial.

Las semanas previas a la navidad y como “obsequio” luego de un duro año atravesado por la pandemia que lleva a posponer la fecha de estreno para agosto del 2021, Jackson decide revelar un anticipo del documental. El video Sneak Peek (Vistazo) prontamente se viraliza en las redes sociales. Allí se ve a Jackson en su lugar de trabajo, mostrando los reels del fílmico. Antes de comenzar con la proyección, aclara que: “Este no es un tráiler. Tampoco una escena del documental. Es un montaje de las 56 horas no vistas de la película (…) Que capta la esencia del documental que estamos haciendo”. Sobre esta última idea es que queremos detenernos.

Déjalo ser

Seguramente hemos visto el filme Let it be, más o menos veces. Lo que allí se cuenta ya forma parte de la historia “oficial” del grupo. A saber: que luego de la realización de White Album (El álbum blanco, 1968), gran parte elaborado a partir del viaje a la India, la banda parece desmembrarse. Según los especialistas, esta situación se refleja ya en el disco al que califican como la obra de cuatro solistas. Varios parecen ser los motivos que llevan a la banda a difumar los sólidos lazos que supieron construir durante sus primeros años. Entre ellos, los proyectos solistas de cada miembro, las búsquedas musicales y personales que incluyen los estilos orientales y sus instrumentos respectivos (Harrison), los álbumes experimentales, los proyectos musicales propios (Lennon-Ono), una incipiente incursión cinematográfica (Starr), el crecimiento compositivo de Harrison y su competencia con la dupla Lennon & McCartney; y, tal vez, el propio proceso madurativo de cada uno. Así la cosas, McCartney -según se cree- propone la realización de un proyecto común que incluye un filme y un gran concierto en algún lugar del mundo.

El proyecto plantea, en principio, un intento de vuelta a los orígenes, al placer de tocar aquello que realmente les gusta sin tanta experimentación. El tema Get Back, parece ser el elegido como síntesis y título de la obra. Reunidos en los estudios Twickenham, en principio y luego en el edificio de Apple, el director Michael Lindsay-Hogg intenta mostrar el detrás de escena de la banda más famosa, la cocina de la magia. Para ello constituye a la cámara en un narrador que a través de las distintas suturas se inmiscuye en la cotidianeidad del ensayo. Sin embargo, el resultado final dista bastante de lo planeado al principio. El ambiente se percibe sórdido, las diferencias no tardan en aparecer y McCartney parece transformarse en un director implacable que intenta marcar los designios del grupo. Dos escenas que quedan flotando en el aire luego de ver el filme, grafican la situación. La primera da cuenta de la discusión entre Harrison y McCartney, cuando este último le indica cómo debería ejecutar un arreglo de guitarra. Luego de la discusión, un enojado Harrison le refriega que hará lo que le diga o incluso no tocará si así lo desea. A lo largo de los ensayos, Harrison discutirá también con Lennon y dejará al grupo por unos días.

El segundo momento tiene nuevamente como protagonista a Harrison. Ya eran conocidas sus quejas sobre el ninguneo de sus dos compañeros (Lennon y McCartney) ante su ascendente carrera como compositor. La escena presenta a Harrison primero mostrando su composición I, me, mine (Yo, yo, mío), sólo a Starr; la letra de la canción, paradójicamente, parece hacer referencia en forma elíptica a los grandes egos de la dupla; luego ya ejecutándola con Starr en la batería, McCartney en el bajo y él mismo en la guitarra. Pero ¿dónde está Lennon? La cámara lo muestra primero en una escena de arrumacos con Yoko Ono y luego, bailando la canción al ritmo del vals en un aparente desentendimiento de lo que allí acontece. En una entrevista que otorga a la revista Rolling Stone en 1970, el mismo Lennon confirma nuestras sospechas al afirmar que en esa época ya estaba con Yoko Ono, así que todo le importaba muy poco. Y concluye: “También estaba drogado todo el tiempo.”

https://www.youtube.com/watch?v=xnwmrAMqA6c

El renacer de la magia

Ahora bien, ¿qué es lo que puede observarse en el anticipo limpio, remasterizado, digitalizado y luminoso de Jackson?

Nuevamente, la decisión permite que la cámara se transforme en el narrador y la sutura parece hacer el resto. Así se observa a unos Beatles distendidos, disfrutando de cada momento, bromeando entre ellos. Escenas familiares, sonrisas entre Linda Eastman y Yoko Ono, juegos de manos entre Lennon y Harrison; y hasta un baile muy vivaz que llevan a cabo Lennon y McCartney. Esto es al menos lo que se observa en el “vistazo” que regala Jackson que, como él mismo expresa, intenta dar cuenta del “tono y la energía del documental”. A primera vista una contracara del film realizado cincuenta años atrás. Jackson aclara que es un “montaje” de todas esas horas de fílmico. Y afirma el objetivo que se propone: “esperamos que les arranque una sonrisa en estos tiempos tan desalentadores que estamos viviendo”.

Entonces podemos preguntarnos: ¿Cuál de las dos versiones se acerca a los hechos que ocurrieron? ¿Son acaso dos caras de un mismo fenómeno? ¿Cambiará este documental el relato acerca de la historia oficial de The Beatles y de Let it Be como preludio del final de la banda?

Todo relato, incluso aquellos que se encuentran mediatizados y aún los que proferimos en forma personal, están atravesados por las reglas del discurso. Así, hechos que nos ocurrieron mucho tiempo atrás son actualizados -y transformados- por la memoria y el discurso. Es decir, hay acontecimientos que en un tiempo tal vez fueron más significativos y en la actualidad no, o viceversa; hay omisiones, recortes, suturas, agregados. Todas esas operaciones configuran la forma de lo que será el relato. Relato que conforme pasan los años y los distintos contextos, puede presentar transformaciones, lecturas, interpretaciones disímiles, actualizaciones.

Los relatos mediatizados tienen, además, el agregado de la construcción de un narrador que resulta de la operatoria que transforma a la cámara en el ojo del que mira y que finalmente, por medio del dispositivo de la pantalla, se transforma en el ojo del espectador. Pero, además, el relato audiovisual resulta la muestra de un dispositivo narrativo que oculta la edición y el montaje; operación por medio de la que se elige qué y cómo mostrar; a ello se suman otros procedimientos de carácter retórico-estilístico por medio de los que se busca producir a partir de la iluminación, el granulado del fílmico, la música, el ritmo intenso o lento a través de cortes y cambios de planos, determinados efectos o climas. El sociólogo jamaiquino Stuart Hall (1932-2014), uno de los principales referentes de los Estudios Culturales y cofundador del Centro para los Estudios Culturales Contemporáneos en la Universidad de Birmingham, Inglaterra, señala en su señero trabajo “Encodificar-decodificar”, que: “Un hecho histórico no puede, de este modo, ser transmitido “en bruto” (…) En el momento en que un hecho histórico pasa bajo el signo del discurso, está sujeto a todas las “reglas” complejas formales a través de las cuales el lenguaje significa. Para decirlo en forma paradójica, el evento debe convertirse en una “historia/relato” antes de que pueda convertirse en un evento comunicativo.”

Ese tránsito entre el evento y la historia/relato que da cuenta Hall, nos puede dar algunas pistas que nos acerquen respuestas posibles a las preguntas mencionadas más arriba. Para realizar un juicio oportuno tal vez deberíamos esperar al lanzamiento del documental, aunque el fragmento sirve para observar el espíritu de aquello que Jackson se propone contar. En cierta medida, el fílmico (el incluido en Let it Be y el descartado) registran la representación del hecho (que no es el hecho en sí). Cada uno de esos relatos (el de 1970 y el que se verá este año) sirven para revisitar a modo de lecturas posibles los acontecimientos.

En el filme Let it Be, el director decide que la cámara se transforme en narrador ya que no existe voz en off o presentador que constituyan el hilo de la narración. A ello se suman momentos de silencio, planos generales para dar cuenta de la extensión del hangar del estudio y el pequeño espacio ocupado por la banda. Además de una limitada iluminación. Parece que el sentido que se busca es el de presenciar un ensayo de la banda como si se estuviera en el lugar. Pero, en esa primera parte, justamente, los temas musicales no fluyen y varias veces terminan en una zapada. Po otro lado, se pasa de una canción a otra sin ningún tipo de transición, sólo por cortes e incluso a veces se fragmentan esos temas. Solo se observa una muy elemental transición para indicar el cambio de los estudios Twickenham al edifico de Apple. Con la inclusión del tecladista Billy Preston, la situación comienza a relajarse y la música fluye. El concierto de la azotea muestra una serie de temas ya pulidos, ensayados y arreglados.

Let it Be sirvió en su momento, como registro de una etapa de turbulencia. De hecho, film y álbum deberán esperar un largo rato para ver la luz y aun cuando eso suceda, serán causa de nuevos enfrentamientos. Desde nuestro lugar de observadores, podemos conjeturar que The Beatles pasaron momentos de tedio y momentos agradables en las largas jornadas de las sesiones de Get Back. Momentos de discusiones y enfrentamientos (no serían ni los primeros ni los últimos); sin embargo, parece haber en la unión que termina por conformar su música, un lugar de encuentro, de armonía más allá de las disonancias. En definitiva, la misma química que los puso en camino a los cuatro allá por el lejano 1962.

Fuentes:
Rolling Stone. “Let it be.” The Beatles. La guía definitiva disco por disco, Buenos Aires: La Nación. 108-115.
Stuart Hall. “Encoding/Decoding.” Culture, Media, Languaje. Working Papers in Cultural Studies, 1972-79. Hall, Stuart y otros, eds.: Londres: Hutchinson. 128-138.
https://www.telam.com.ar/notas/202012/539184-peter-jackson-anticipa-imagenes-del-filme-the-beatles-get-back.htm

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