Dedicado a José Alfredo Martínez con quien en mis sueños aún platicamos de música, películas, libros y comics. Claro sin faltar unas cervezas frías,

Paul McCartney completó una trilogía que comenzó en el año de 1970 cuando publicó su primer álbum fuera de The Beatles al que tituló McCartney. Por supuesto que el ex beatle nunca imaginó que diez años después lanzaría una segunda parte luego de terminar su relación con el grupo que había formado, Wings. Esta vez tuvieron que pasar 40 años para que el músico nos ofreciera la tercera parte (no sabemos si quizá sea la última)  de este proyecto denominado McCartney.

Recordemos que su anterior trabajo discográfico, Egypt Station (2018), regresó a McCartney al primer lugar de ventas en Estados Unidos, de acuerdo al registro de Billboard 200, casi después de más de 30 años de no alcanzar ese sitio. Para este año 2020 él tenía contempladas varias presentaciones en vivo,  entre ellas el festival de Glastonbury en junio, pero debido a la  pandemia que afectó a todo el planete, a partir del primer trimestre del año, todas esta actividades quedaron suspendidas.  Así que Paul se dedicó a grabar, en su casa de Sussex, varias canciones que tenía como bosquejos. Más adelante explicaría en entrevistas: “Todos  los días me ponía a grabar con el instrumento con el que escribí la canción y después le ponía mas capas. Fue muy divertido, era sobre hace música para uno mismo en vez de hacerlo como trabajo. Así que hice las cosas que imaginé hacer. No tenía idea de que terminaría como un álbum”. 

En julio de este 2020 publicó una reedición de su obra de 1997, Flaming Pie. Pero tres meses después, en octubre, comenzó el rumor de que habría un nuevo disco de Paul McCartney. Para este momento inició una campaña publicitaria en donde nos fueron presentando pistas referentes a este nuevo trabajo. Hasta que por fin el misterio fue develado y todos supimos que McCartney III estaba en camino. En sus redes sociales se subieron dos video teaser, uno con parte de la canción Long Tailed Winter Bird y el segundo con un fragmento de The Kiss Of Venus, además de algunas fotografías (autoría de su hija Mary McCartney quien era el bebé que cubría Paul en la contraportada de su primer álbum solista) del músico en su estudio rodeado de varios instrumentos musicales y se redactaron copys que nos daban algunos detalles del disco: “Hecho en Rockdown (el cual es un juego de palabras que mezcla la palabra lockdown- encierro- con Rock). Presenta una variedad de instrumentos antiguos, incluido un bajo vertical Kay M1 de Bill Black, una batería Ludwig de cinco piezas y una Fender Telecaster de 1954”.

Curiosamente no se publicó ninguna canción como sencillo previo para darnos una muestra de este nuevo álbum. En lo musical todo se manejó con un halo de misterio, incluso se pospuso, una semana, la fecha original del lanzamiento prevista para el 11 de diciembre. Con McCartney III la empresa discográfica preparó distintas versiones en vinil de diferentes colores para el deleite de los coleccionistas. Además en once diferentes ciudades del mundo, como Rio de Janeiro, Ciudad de México, Londres y Nueva York entre otras, se colocaron en bardas las partituras (una por ciudad) de las canciones incluidas en el álbum.

En McCartney III se conjuntan toda una diversidad de estilos bien ejecutados por el ex beatle. Si en la primera parte de 1970 Paul se escuchaba un tanto naive en su producción, en la segunda placa de 1980 el músico se arriesgó a experimentar con nuevos géneros, ahora en este tercera entrega, Paul McCartney nos demuestra que posee un enorme bagaje musical-cultural producto de una gran trayectoria pero sobre todo porque tiene el talento de crear melodías que se vuelven clásicas.

McCartney III está escrito, ejecutado y producido por el mismo Paul (con ayuda del ingeniero de sonido Steve Orchard), aunque a lo largo de su trayectoria esto lo ha hecho varias veces, tan solo recordemos que en el disco del 2005, Chaos and Creation in The Backyard en la mayoría de las canciones él tocó todos los instrumentos. Su capacidad de composición es el resultado de años creando todo tipo de géneros desde un simple rock hasta obras de música clásica que son interpretadas por grandes orquestas sinfónicas. Mientras que como productor en casi todos sus proyectos solistas él ha figurado con este crédito.

El décimo octavo álbum de Paul McCartney inicia con Long Tailed Winter Bird en donde un riff hecho con guitarra acústica se va rodeando poco a poco de varios instrumentos como el bajo, la batería, excelentemente bien ejecutada, un armonio y por supuesto la guitarra eléctrica. Casi llega a ser un tema instrumental pero el artista le incluye una letra sencilla (Do you miss me, do you feel me, do you trust me) que nos remite a esa composiciones minimalistas  como las escritas para el Álbum Blanco de 1968 como Wild Honey Pie o Why Don´t We Do It In The Road.

Por su parte el segundo track, Find My Way, es una muestra del McCartney creador de un rock pop muy disfrutable con un tema en donde hace alusión a estos tiempos (You never used to be afraid of days like these. But now you’re overwhelmed by your anxieties). De igual manera Seize The Day (I bless the day when you came into my life. You help me to realize that love was the greatest prize I only had to open my mind) tiene reminiscencias, en sonido, a su periodo beatle, tal como sucedió en la canción de New del disco del mismo nombre publicado en 2013.

En Pretty Boys hace una retrospectiva a esos viejos tiempos en los cuales pertenecía a una banda famosa de Liverpool y no dejaban de ser fotografiados en todo momento, situación que nunca ha dejado de vivir, el sentirse “un objeto del deseo, verlo pero no tocarlo”. (Look into my lens, give me all you got, work it for me baby. Here come the pretty boys, they´re gonna set your world on fire, Object of desire). Para Women and Wives se pone en un tono reflexivo y nos invita a pensar en qué hacemos de nuestras vidas como parejas, como familias (Hear me, women and wives, hear me, husbands and lovers What we do with our lives, seems to matter to others. Some of them may follow roads that we run down. Chasing tomorrow).

Por supuesto que también en esta tercera entrega del serial McCartney no puede faltar un buen rock en donde Paul nos ofrece Lavatory Lil y Sliding este último musicalmente nos recuerda a su periodo con Wings en la década de los setenta. Mientras que Deep Down es un tema que se acerca al soul con un armonio y un moog que realzan la melodía. Por su parte la pieza más larga del álbum, con más de ocho minutos de duración, Deep Deep Feeling, es un tour de force en donde el músico va cambiando de ritmos, inicia con una batería tipo jazz en donde su voz se mezcla con el tambor, los instrumentos, tales como el bajo, melotrón, sintetizadores, maracas yguitarra  van entrando y el ritmo cambia para llegar a un sorpresivo clímax acústico.

The Kiss Of Venus es una bella canción con una base de guitarra acústica y un puente en donde entra una clavicordio, en una entrevista con la revista Rolling Stone McCartney explicó: Tenía un libro que trataba sobre las constelaciones, las estrellas y las órbitas de Venus. El beso de Venus. Y pensé: Esa es una bonita frase. Así que en realidad estaba sacando frases del libro, sonidos armónicos. El libro habla de las matemáticas del universo y cómo cuando las cosas orbitan unas alrededor de otras, y si trazas todos los patrones, se vuelve como una flor de loto”. Para el cierre del álbum, Winter Bird/When Winter Comes, se eligió una canción que salió del baúl de las grabaciones que tenía desde la década de los noventa a la cual le añadió como intro un reprise del primer track Long Tailed Winter Bird. McCartney le da su crédito a George Martin quien fue el responsable de grabar este tema. Sin duda una bella balada con referencias a su vida en una granja.

En McCartney III, Paul McCartney nos muestra que a sus 78 años su capacidad creativa sigue activa, es un músico que aún tiene mucho por ofrecer, poseedor de un gran talento el cual el tiempo, siempre despiadado, solamente podrá darle fin. Mientras tanto celebremos que uno de los grandes artistas, nacido en el siglo pasado, aún puede sorprendernos y hacernos disfrutar con nueva música que trasciende y se vuelve atemporal.

 

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