Cuando en diciembre del 2020 salió publicado el álbum McCartney III, comenzamos a recibir las noticias, incluso hubo fotos que así lo demostraron, que Paul McCartney estaba en la producción de un especial para televisión en donde se haría acompañar del veterano productor norteamericano Rick Rubin. Por lo que se informaba sería un diálogo entre ambos músicos en el cual el exbeatle hablaría de sus composiciones con el cuarteto de Liverpool y de su producción como solista. Finalmente meses despúes se estrenó la serie, de seis episodios de media hora cada uno, bajo el título McCartney 3,2,1, en donde Paul McCartney relata algunas anécdotas, expone y analiza varias canciones clásicas del catálogo Beatle y del suyo propio.

A lo largo de los años hemos sido testigos de diversos documentales (oficiales o apócrifos) que nos acercan a la vida de The Beatles o de sus trayectorias como solistas. Películas como The Compleat Beatles (1982), Beatles Anthology (1995), Eight Days a Week The Touring Years (2016), John Lennon Imagine (1986), Wingspan (2001), entre otros, nos ha revelado parte de la historia que vivieron los integrantes del grupo y que podemos conocer gracias a entrevistas e imágenes. Ahora para la creación de McCartney 3,2,1 cada uno de los episodios del serial (These Things Bring You Together, The Notes That Like Each Other, The People We Loved Were Loving Us, Like Professors In a Laboratory, Couldn´t  You Play It Straighter y The Long and Winding Road) está producido de manera minimalista con pocos elementos utilizados como lo son una consola de grabación, algunos instrumentos que utiliza el músico y todo esto se registra en una fotografía en blanco y negro que le imprime sobriedad. Esta mínima producción sirve para dar relevancia a lo verdaderamente importante que es la música y las anécdotas. No hace falta utilizar demasiado material de archivo (el cual es a color lo que da un buen contraste con el pasado y el presente) el cual solamente sirve para ilustrar algún tópico tratado por Paul.

Gracias al concepto de la serie, dirigido por Zachary Heinzerling, no sólo estamos ante las historias narradas por Paul McCartney acerca de cómo conoció a John Lennon, George Harrison y Ringo Starr, o su admiración por George Martin (a quien  le refiere decisiones artísticas importantes dentro del grupo como la utilización de instrumentos de cuerdas u orquestas dentro de las canciones como Yesterday, Eleanor Rigby, A Day In The Life, Penny Lane, Live and Let Die y más), sus influencias musicales que iniciaron con su padre Jim o la manera en la cual unió su talento con Lennon para crear grandes clásicos del rock (“Solía decir  que tocaba con John, ahora con el tiempo me doy cuenta que tocaba junto a John Lennon”), McCartney y Rubin diseccionan, con los masters originales, varias canciones en la consola de cuatro canales muy común en el periodo beatle, aíslan determinados instrumentos y nos colocan ante el artista que analiza su obra sin jamás ser pretencioso. Nos habla de dónde surgieron las ideas y cómo fueron tratadas en el estudio de grabación. Pero no sólo presentan los temas escritos por McCartney, de igual manera exploran las composiciones de Lennon y de Harrison, le dan su justo valor a la importancia rítmica que elaboró Ringo Starr con la batería.

La misma experiencia de Rick Rubin al producir a diversos grupos y solistas en diferentes géneros como Beastie Boys, Red Hot Chili Peppers, U2, Jakob Dylan, Lady Gaga, Run DMC y otros más, lo coloca con una visión diferente a la de McCartney, es el productor que cuestiona (sin jamás caer en debates sin sentido) la estructura musical. En el caso de una melodía como While My Guitar Gently Weeps, Rubin resalta el trabajo del bajo y batería que es independiente del trabajo con las guitarras, nos indica que estamos ante dos partes y afirma que “es casi como si dos canciones estuvieran sucediendo simultáneamente”. Varios descubrimientos ocurren al colocar en la consola temas como This Boy con sus bellas armonías  herencia de los grupos vocales de Estados Unidos, las tres partes con la que está elaborada la pieza Band On The Run, en la cual McCartney narra anécdotas en Lagos, Nigeria en donde fue asaltado y previamente dos integrantes de Wings decidieron abandonar el grupo, al igual describe su sorpresa al ver al músico africano Fela Kuti y la influencia que  eso tuvo en él, también revisa temas como Waterfalls y Check My Machine (aparecida como lado B del sencillo Waterfalls y publicada como bonus track) del álbum McCartney II, el cual en su momento significó, a principios de la década de los ochenta, un cambio en su estilo musical.  En otro momento el exbeatle toca en una guitarra la versión de Come Together tal como Lennon la concibió y escuchamos el parecido con You Can´t Catch Me de Chuck Berry (lo cual le trajo posteriormente un problema de demanda por derechos de autor).

McCartney explica acerca de la evolución de The Beatles como músicos y la experimentación en el estudio, primeramente tocando, para sus primeros discos, las canciones en vivo para su grabación y post producción, la cual tenía que realizarse en tiempos cortos debido a los calendarios de giras. Una vez finalizadas estas giras nos explica el tratamiento que le dieron a su música como “profesores en un laboratorio” en  donde utilizaron todos los recursos tecnológicos de la época para crear nuevos sonidos e innovaciones que los distinguieron a mediados de la década de los sesenta . Lo curioso es que McCartney explica que todo el génesis de las composiciones surgen de acordes sencillos de rock and roll, hechos por Jerry Lee Lewis y  otros pioneros, nos va demostrando como desde Let It Be, pasando por Imagine de Lennon y hasta una canción de John Legend, tods son una variante de esas notas. De igual manera habla de sus influencias que tuvo de Little Richard y Roy Orbison con quienes compartió escenario.

En ningún momento la serie cae en el chantaje sentimental al hablar de John Lennon y George Harrison, los recuerda de manera agradable  y con un dejo de nostalgia de un hombre que ha vivido grandes experiencias que son dignas de relatar. Un hombre que nos puede narrar historias de Jimi Hendrix, Eric Clapton, Bob Dylan e incluso reconocer la emoción de escuchar un tema como You Really Got Me de The Kinks, asombrarse con los trabajos de Pink Floyd, el poner en su sitio a Phil Spector (“Phil nosotros no estafamos a la gente”) o el haber conocido a Robert Moog quien les mostró un instrumento que utilizarían en las sesiones de Abbey Road en 1969: El Sintetizador Moog.

En algún momento Paul McCartney tituló a un álbum Memory Almost Full, ahora esa memoria casi llena se abre para contarnos esas mismas historias que nos siguen fascinando, que analiza sus propias canciones y se atreve a afirmar que podría cambiarles algunas cosas, pero claro que sería atentar contra obras de arte. McCartney sabe que la música que escribió con The Beatles, así como sus creaciones en solitario, son parte de un todo dentro del universo musical, cada canción es una fracción de un contexto histórico y estas han trascendido en el tiempo. La obra de The Beatles sigue atemporal y digna de seguir analizándose en diversos entornos culturales, mientras tanto McCartney 3,2,1 hace lo propio en voz de uno de sus principales protagonistas.

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