La discografía de David Gilmour como solista no ha sido muy prolífica, además de que sus discos aparecen en lapsos muy prolongados de tiempo. Su primer álbum apareció en 1978 y desde ese momento el célebre guitarrista solamente ha tenido cuatro producciones más en estudio. Su primera incursión como solista la realizó un año después de que saliera al mercado la obra Animals (1977) de Pink Floyd. Por su parte su segunda producción, About a Face (1984), se publicó un año después de que se lanzará el último disco de los Floyd bajo la administración de Roger Waters, The Final Cut (1983).

Después el músico se tomó bastantes años para continuar con su carrera en solitario. Recordemos que a mitad de la década de los ochenta se involucró en problemas legales con su excompañero, Roger Waters, por cuestiones de derechos por denominación del grupo y algunas cuestiones musicales. Finalmente Gilmour obtuvo los derechos para usar el nombre de Pink Floyd y volver a los escenarios. Por tal motivo las canciones que tenía para algún proyecto solista se utilizaron para lo nuevo de la banda británica que grabó y lanzó el álbum A Momentary Lapse of Reason (1987), que fue acompañado de una espectacular gira. Posteriormente llegó The Division Bell (1994) y cerraron el ciclo con The Endless River (2014), que incluyó temas que habían sido grabados en las sesiones de 1994.

Mientras tanto, fue hasta el 2006 que Gilmour retomó su camino como solista y sacó al mercado el larga duración On A Island, el cual fue producido por el mismo músico, junto con Chris Thomas y Phil Manzanera. Una obra que se colocó dentro de los primeros sitios en los listados de popularidad en Reino Unido y Estados Unidos y además fue acompañada de un gira. Luego nueve años después nos entregó Rattle That Lock (2015), nuevamente apoyado en la producción por Manzanera, que al igual que su antecesor fue muy exitoso en ambos continentes, con esto regresó a los escenario y en una fecha de su tour se presentó en Pompeya en 2016, ese mismo lugar en donde tocó con Pink Floyd en la década de los setenta. Ahora nueve años después David Gilmour sorprende con su quinta producción musical llamada Luck and Strange (2024) que continua con su andar en solitario ya muy lejos de Pink Floyd.

La génesis del proyecto de Luck and Strange inició durante la pandemia del Covid-19 con algunos videos  transmitidos a través de sus redes sociales, en donde se observaba al artista acompañado de su familia, curiosamente autonombrados como la Von Trapped Familiy (haciendo referencia a la cinta Sound Of Music de 1965), quienes ofrecían algunas canciones, varias de ellas composiciones de su esposa, la escritora Polly Samson con quien se casó en 1994. Para Gilmour, esos temas tuvieron potencial y junto con otros, que tenía o fue componiendo, se comenzó a gestar el álbum.

Para producir el álbum, Gilmour convocó al exbaterista del multicultural grupo The Laurel Collective, ahora  vuelto productor e ingeniero musical, Charlie Andrews, quien, en palabras del músico, al portal Ultimate Classic Rock, lo ayudó a librarse de su pasado al retarlo a expandir sus melodías e ir más allá de su propia historia: “Me sentí liberado de la idea de que tenía algo que ver con mi pasado. Pude seguir adelante y hacer algo diferente”. Las grabaciones se llevaron a cabo en diferentes estudios dentro de un periodo de cinco meses.

 

Mientras se encontraba en las sesiones de grabación, en uno de los estudios en donde se trabajó el álbum, Gilmour ofreció unas declaraciones al portal Billboard en donde mostró su entusiasmo por la nueva obra que poco a poco tomaba forma: “Todo empezó básicamente en torno al libro de Polly, pero después se fue ampliando. Hicimos que nuestra hija Romany cantara y tocara conmigo, y eso me demostró que tenemos ese tipo de tono familiar encantador que se da: los Beach Boys, los Everly Brothers, otros artistas que nos encantaban en el pasado. Todas estas cosas se unieron para crear un estado de ánimo y una sensación diferentes para la creación de este álbum. Me hizo sentir que no necesito ceñirme a ningún libro de reglas preestablecido ni a nada que haya existido antes. Puedo ser más libre para hacer lo que me dé la gana. Eso se hizo evidente para mí”.

La quinta obra discográfica de David Gilmour, la cual se ha colocado en los primeros lugares en las listas de éxitos, es una colección originalmente con nueve cortes (aunque en sus ediciones especiales se le agregaron tres canciones extras) que nos presentan la calidad musical del guitarrista. Desde que inicia con el primer tema, la breve e instrumental Black Cat, que da paso a la canción que le da título al disco, Luck and Strange, en donde el artista afirma que “fue buen momento para nacer” y señala “que buscar lo que no se encontrará es desperdiciar la vida“. Curiosamente la música de esta pieza salió de una improvisación en 2007 (conocida como Barn Jam) en la cual participó el tecladista Richard Wright, que murió en 2008, y en uno de los cortes extras aparece su versión de 14 minutos. El tema The Piper´s Call ha dado a muchos críticos y seguidores la idea de que se hace una referencia a Syd Barrett y al álbum The Piper At The Gates Of Dawn (1967) de Pink Floyd, en el cual Gilmour aún no estaba en el grupo, cuando en una parte de la letra se menciona: “Tu conciencia sin control y belleza para contemplar. La promesa de la eterna juventud. Los despojos de la fama, una actitud de carpe diem”. Asimismo, Simple Spark es un ejemplo de una melodía sencilla y alegre en donde colabora su hijo Gabriel en los coros.

La canción Between Two Points, cover al dueto británico de rock indie Montgolfier Brothers que apareció en 1999, tiene en la voz principal a su hija Romany Gilmour que le da un toque melancólico a la melodía. En una entrevista el músico señaló el porqué la eligió: “He tenido esa canción en mi lista de reproducción desde que salió. Se la mencioné a una o dos personas: supuse que había sido un éxito, pero nadie lo sabía. Le pedí a Romany que la probara”.

La música de David Gilmour no pretende dar un mensaje social-político hueco, el músico disfruta hacer melodías como Dark and Velvet Nights o Sings que son canciones de un rock muy disfrutable; Luck and Strange es un disco que busca alejarse de pasado, pero a veces su misma voz, sus arreglos o las figuras hechas con su guitarra, en cada una de las canciones, nos dan un paseo por la nostalgia que nos recuerdan toda la historia que carga sobre sus hombros. En una entrevista Gilmour expresó: “El álbum se siente como un cuerpo sólido de trabajo cohesivo Es la cohesión de todo el asunto: la composición, el trabajo, la emoción que todavía me da escucharlo completo como álbum. Hay una coherencia de pensamiento y sentimiento que lo atraviesa y que me emociona de una manera que me hace hacer esas comparaciones”.

 

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