El miércoles 16 de enero de 1980, Paul McCartney llegó a Tokio con su familia y el grupo Wings para ofrecer 11 conciertos del 21 de enero al 2 de febrero en ese país: cuatro en la Arena Budokan de Tokio, dos en Nagoya, dos en Osaka y tres más nuevamente en la Budokan.
Paul y su comitiva volaron a Japón desde Nueva York en donde había hecho una breve escala antes de esta gira japonesa. Aprovechando su ubicación, Paul intentó contactar a John vía telefónica. Para su mala suerte, Yoko interceptó la llamada y, al enterarse de que Paul deseaba visitar a su esposo y compartir con él una “hierba dinamita”, simplemente rechazó avisarle a John que Paul estaba en el teléfono. En su emoción y ajeno a toda prudencia, Paul también le reveló que iría a Tokio a iniciar su gira y que se hospedarían el hotel Okura, el favorito de John y Yoko.
Las autoridades japonesas sólo le habían permitido a Paul ingresar al país porque su estancia sería de únicamente 18 días dado que le habían negado el ingreso cuatro años antes. Tal como fue programado, Paul, Linda, sus cuatro hijos, Laurence Juber, Steve Holly y Denny Laine arribaron al aeropuerto Narita el 16 de enero y de manera inmediata ingresaron a la aduana japonesa. Ahí, los oficiales locales descubrieron 219 gramos de mariguana de alta calidad escondidos en una maleta de Paul y en la bolsa de uno de sus hijos.
Paul sonríe nerviosamente mientras sus maletas son revisadas
La bolsa de plástico con la hierba en la maleta de Paul.
Paul es escoltado hacia el Centro de Detenciones de Tokio.
Sonriente y sin imaginar lo que viene, es trasladado en una patrulla
Sin mayor protocolo, Paul fue esposado y llevado a la estación local de policía. Ahí fue interrogado durante varias horas. A cuestionamientos de la prensa, que en ningún momento dejó de reportar el incidente, la división de narcóticos anunció que éste permanecería durante la noche en los separos con el fin de que el interrogatorio continuara al día siguiente. A pesar de lo anterior, el promotor japonés anunció que los conciertos no se suspenderían y que los cien mil asistentes ya confirmados tendrían la oportunidad de ver en vivo al ex-Beatle.
Mientras tanto, Linda, los niños y el grupo Wings se hospedaron en el Hotel Okura en espera de que Paul fuera liberado. Ajenos al ambiente exterior, no se enteraron de los insistentes rumores que señalaban que Yoko había alertado a las autoridades japonesas sobre la llegada de Paul a su país de origen portando droga y, peor aún, de que toda la música y publicidad de Wings acababa de ser prohibida en la radio y televisión del país.
Un día después, el abogado japonés Tasuko Mtsuo se hizo presente en la delegación de policía en donde Paul se encontraba detenido. Lo acompañó durante el interrogatorio de seis horas y le confirmó a las autoridades que Paul llevaba la mariguana únicamente para su consumo personal durante los once conciertos programados. Sin resolver nada, los oficiales de Japón reenvíaron a Paul al centro de detenciones. Mientras, en el Ministerio de Justicia japonés se discutía la posibilidad de una deportación inmediata para evitar el juicio en una corte local en donde la sentencia inevitable serían 7 años de prisión. Es en este momento que el promotor japonés anunció oficialmente la cancelación de los once conciertos en el país.
El viernes 18 de enero la corte de distrito concedió la solicitud por parte del fiscal encargado del caso de Paul para mantener a éste encarcelado durante 10 días con la posibilidad de otros tantos más si no se presentaban cargos en su contra por posesión de mariguana. Por su parte, el portavoz del centro de detención señaló que Paul estaba bien aunque preocupado por su familia. Agregó que le había sido negada la solicitud de tener una guitarra acústica con él en su celda.
Tres días después y sin avance alguno durante el fin de semana, los integrantes de Wings salieron del país. Juber y Holly partieron hacia Estados Unidos mientras que Denny Laine voló hacia el sur de Francia en donde firmó un contrato como artista solista con la empresa Performance Music. A Paul no le hizo ninguna gracia el enterarse de que su grupo lo había abandonado y menos el saber que mientras él estaba en una celda, Laine estaba disfrutando la vida en Cannes y llevando a cabo negocios a sus espaldas. De aquí salió el tercer álbum solista de Laine, Japanese Tears y, con su nueva independencia, la confirmación para Paul de que éste era el fin de su grupo Wings.
A pesar de su encierro, Paul intentó mantener un buen sentido del humor del martes 22 al jueves 24 de enero. Recibió a Linda en dos ocasiones, leyó partes de los libros que ésta le llevó, bromeó con quien pudo, cantó Yesterday para los otros reclusos durante la hora del baño comunitario y todavía sonrió al enterarse del texto del telegrama que George y Olivia Harrison habían enviado: “Pensando en ustedes con amor. Mantengan el buen ánimo. Será lindo tenerlos de regreso en casa. Dios los bendiga. Amor, George y Olivia”. De paso, perdió su argolla matrimonial que despareció entre las pertenencias personales que le fueron confiscadas a su ingreso al centro de detención.
Lo trasladan esposado al aeropuerto para su salida del país.
El viernes 25 de enero de 1980 Paul fue deportado de Japón después de haber pasado 10 días encerrado en el Centro de Detenciones de Tokio. Las autoridades japonesas explicaron que el fiscal se había rehusado a presentar cargos formales en su contra dado que la mariguana que había ingresado al país tenía como fin único el consumo personal. Cientos de fans, ubicados en la salida del penal, corearon “Sayonara, sayonara” mientras Paul fue llevado directamente al aeropuerto en una patrulla alrededor de las 11 de la mañana. Ahí se reunió con Linda y sus hijos en el vuelo de las 12:30 que los llevaría a Inglaterra haciendo escala en Alaska y Amsterdam. La familia finalmente aterrizó en el aeropuerto de Kent el sábado 26 de enero desde donde se transportó inmediatamente a su casa en Sussex.
Este incidente no sólo implicó para Paul una severa humillación y un gran dolor para él y los suyos; los famosos 219 gramos de mariguana resultaron ser los más caros de su vida: tuvo que pagar 700 mil libras de multa por ellos en Japón y, durante el resto de ese año, más de dos millones de dólares al promotor japonés como indemnización.
“He sido muy tonto. Lo que hice fue increíblemente estúpido. Dios mío ¡qué estúpido fui! Estaba realmente asustado pensando en que podría haberme quedado detenido por mucho tiempo. He decidido no volver a fumar mariguana”.
Como todos sabemos, lo anterior no fue cierto.
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