Para celebrar el centenario de Columbia Pictures, se reestrenará en agosto del 2024 en las salas de Estados Unidos y de algunos países Lawrence of Arabia, el título más famoso de Columbia. Lawrence of Arabia es una película que, siendo un clásico, va más allá de las grandes historias de la época, mostrando a través de grandes escenas de batallas una lucha mucho menos gráfica, aquella del hombre contra sus propias limitaciones y, cómo cualquier barrera se hace frágil, contra la voluntad del ser humano. David Lean y Sam Spiegel compraron los derechos cinematográficos del libro de T. E. Lawrence Los siete pilares de la sabiduría y contrataron a Robert Bolt para escribir el guion sobre el enigmático héroe de guerra y terminaron creando la majestuosa película Lawrence of Arabia. Sin duda, éste no es un film sobre la naturaleza, como tampoco es un film sobre la guerra entre turcos y árabes, es una biografía adornada de paisajes místicos y batallas inolvidables, todo coronado con los acordes magistrales de Maurice Jarre.

Hablar de Maurice Jarre es hablar, sin temor a equivocarse, de uno de los más grandes músicos en la historia del cine. Nominado a ocho Premios Oscar, ganando tres de ellos por Lawrence of Arabia, Doctor Zhivago y Pasaje a la India, en Lawrence, Jarre nos llena de colores una cinta que cuenta con básicamente dos: el amarillo del eterno desierto y el blanco (representado en T.E. Lawrence), interpretado por el gran Peter O’Toole. Incluso las películas consiguen aperturas majestuosas como Ben Hur.  Lawrence of Arabia fue compuesto por el entonces relativamente desconocido Maurice Jarre.

La película fue un éxito impresionante ganando siete premios de la Academia, incluyendo el mejor score para Maurice Jarre por la música que ahora se considera una de las mejores bandas sonoras de todos los tiempos. Originalmente se contrataron a tres compositores y se les ordenó hacer equipo y colaborar; Aram Khachaturian, Benjamin Britten y Maurice Jarre. Cuando Khachaturian tuvo prohibido abandonar Rusia y Britten optó por no participar debido a que su agenda estaba demasiado ocupada, Jarre tomó el control total del score. Sólo le quedaba un mes para completarlo y estaba bajo estricta presión de tiempo para componer toda la partitura de una película de casi cuatro horas en la que se habían puesto todas las expectativas propias del Hollywood dorado, y no todo lo demás estuvo a su favor.

Jarre utilizó maravillosamente su conocimiento y experiencia para emplear hasta once percusionistas que le permitiesen crear los colores exóticos y étnicos que requería la atmosfera épica de la historia y el entorno en el que se desarrolla. No en vano, el compositor siempre reconoció que fueron los instrumentos de percusión y exóticos los que conformaron la base de la banda sonora. Jarre no se puso límites, como tampoco lo hizo David Lean. Una orquesta de ciento cuatro piezas, que incluía una inmensa sección de cuerdas de sesenta elementos, dos pianos de cola y arpas y al menos tres Ondas Martenot. Todo ello para conformar ese grandioso sonido de la música en la película y conseguir uno de los siete Oscar, en la primera nominación para el compositor.

Maurice Jarre

Jarre, por algún motivo, tuvo que grabar a toda la orquesta solamente con un par de micrófonos, lo que condicionaría en cierta medida la calidad de la música, pero  supo lo que tenía que hacer para compensar aquello, y para decir “aquí estoy yo” y producir una de las mejores bandas sonoras de cine de la historia, de las más celebradas e inevitables cuando a uno le vienen a la cabeza las imágenes de la película de Lean, sobre todos esos inmensos desiertos

La partitura de Lawrence of Arabia tiene el ritmo inquietante y melodioso de una epopeya triunfante. Es tan poderoso como el  Bolero de Ravel sin una décima parte del esfuerzo maníaco. La música sugiere a la audiencia que lo que está a punto de verse también debe traducirse en un argumento auditivo, y que la narración visual es sólo una metáfora de la auto traición de un héroe que eligió su destino y lamentó esa elección por los años restantes de su vida.

“Lawrence de Arabia es una de las grandes experiencias cinematográficas de toda la Historia; ver cómo se abre el telón, escuchar la obertura y a partir de ese momento estar ante una obra maestra”.

Martin Scorsese

El soundtrack comienza, como es costumbre en las películas de David Lean, con la respectiva Obertura, cuyo fin es meter brutalmente al espectador dentro de la historia  y entregarnos pequeños pasajes de lo que escucharemos durante esta ópera prima. Abre con un preludio de duro poder de percusión, que presenta un Tema Árabe sobre vientos y cuernos disonantes de madera al unísono para pasar de forma súbita a los épicos acordes del, ya icónico tema principal. Acordes que suenan notoriamente a medio oriente, enérgicos, pero a la vez precisos y prístinos. De repente avanzamos sobre una suntuosa y conmovedora presentación del Tema del Desierto, cuya línea melódica se ve interrumpida por la embestida del Tema Árabe nuevamente Las cuerdas llevan las riendas de la música, siendo escoltada por una majestuosa sección de vientos y teniendo de contraparte los frenéticos pasos de la percusión a través de toda la pieza.

 

El Tema del Desierto  es el tema principal de la película, que apuntala su narrativa y nos habla musicalmente de las vastas vistas del desierto con un amplio romanticismo. Porque es el desierto el gran protagonista de Lawrence de Arabia, no solamente Peter O’Toole y Omar Sharif. Un desierto que Maurice Jarre rescata de aquellas Mil y una noches a las que pusiera música Rimsky-Korsakov en su Scheherezade, armonioso, pacífico y al mismo tiempo lejano y desolado. Totalmente occidental en su construcción, su expresión cargada de cadenas evoca un melodismo exuberante e inspirador que pocos compositores han podido realizar.

El resto de la partitura se mueve entre variaciones de estos temas y música incidental muy percusiva, ahondando en el carácter indómito de los personajes y su rudo belicismo. Creo que el Tema del desierto es al mismo tiempo el de Lawrence, ya que contrasta, como el propio personaje ante los demás protagonistas, por su sutileza y fragilidad.

Como detalle vanguardista de la banda sonora de Lawrence of Arabia, señalar la utilización de las ondas Martenot, instrumento que produce sonido mediante un generador de baja frecuencia manipulado mediante teclado. En resumen, nos encontramos ante una obra contundente por su impacto en la música de cine posterior y en la cultura popular, imprescindible e impactante pese a las paupérrimas ediciones vendidas hasta hoy, muy incompletas.

Con el tema Milagro nos adentramos en la parte más oscura de la mente de Lawrence, donde las múltiples dudas existenciales nublan el pensamiento y el alma de este personaje, tan soñador y temerario. Es una pieza con tiempos muy marcados, llenos de angustia y desolación, tal vez por la gran desventaja que tiene el hombre contra el desierto. La podemos escuchar durante la larga y angustiosa meditación de Lawrence, cual Jesús en sus 40 días de ayuno en el desierto. Es, sin duda, la pieza que le da el toque de realismo a todo este viaje onírico que realiza Lawrence a través del desierto.

El rescate de Gasim representa la esperanza. Comienza con los suaves acordes principales de la película, pero que va creciendo y convirtiéndose en un murallón musical, así como el tímido sol del amanecer del desierto da paso al imponente sol de mediodía. El tema es la exacta representación sonora de la secuencia en donde aparece. En ella, Lawrence, contra todos los pronósticos de sobrevivir, vuelve al desierto Nefud para salvar a su compañero Gasim.

Arribo al campamento de Auda viene cargada de fanfarrias y redobles. Una pieza dominada por los vientos, de un ritmo alegre y pomposo. Un notable complemento para celebrar la primera gran hazaña de Lawrence en el desierto. Como anécdota al film, el personaje de Auda fue interpretado por el gran actor mexicano Anthony Quinn. Se dice que a David Lean no le acababa de convencer la personalidad de Quinn para el papel y estaba esperando para sustituirlo en la primera oportunidad. Cuando Quinn entró al set caracterizado con una prótesis en la nariz y la vestimenta arabe, Lean no lo reconoció pero quedó encantado sugiriendo inmediatamente que “…se contratara a este actor árabe y se despidiera al mexicano en el acto”.

Este es el desierto es un tema que comienza como un cuadro en blanco, que rápidamente se va llenando de colores fuertes. A medida que avanza el tema, los sonidos se van suavizando, llegando a convertirse sólo en murmullos de instrumentos de viento. Es sin duda un gran golpe, con el que termina la travesía de Lawrence por África. Una travesía que supo de victorias asombrosas, pero que terminaron siendo estériles contra la interminable lucha de egos y poderes que los seres humanos siempre alimentan.

Tema final  representa un premio de consuelo. Una pieza básicamente alegre que contiene todos los elementos del soundtrack, gran majestuosidad, ritmos fuertes y pasajes de gran oscuridad.

 

La banda sonora de Lawrence of Arabia pasará a la historia por su capacidad de emocionar y traer las imágenes más místicas del desierto a nuestras mentes. Aquellos amantes del desierto saben que lo que se puede encontrar en él es mucho más que arena. Encuentran inspiración, mística y sobre todo, un gran lienzo en blanco para poder dar rienda suelta a su imaginación. La calidad de la partitura de Jarre no puede negarse: su música es tan esencial para el éxito de la película como la propia dirección de Lean, la magnífica fotografía de Freddie Young y la extraordinaria interpretación de O’Toole. Casi podemos sentir el calor del desierto emanando de la cítara, las Ondas Martenot y esas brillantes notas en las cuerdas. Pero, sobre todo, es la fuerza de ese famoso tema principal el que se eleva a través de las arenas del desierto, y nos arrastra con él.

Independientemente de otros maravillosos trabajos posteriores, Maurice Jarre se ganó su lugar en la inmortalidad con esta obra maestra. Su tema principal es absolutamente atemporal y sigue resonando con fuerza entre las más destacadas de la música de cine. Su capacidad para conseguir infundir una identidad árabe y su percusión disonante, en yuxtaposición con el exuberante romanticismo de su tema principal es brillante. También lo es su experto uso de la orquesta para conseguir la emoción de la desolación de sus abrasadoras grandes vistas del desierto, sin olvidar la maravillosa interacción temática y la escritura contrapuntística de primer orden que nos regala Jarre en esta partitura. En pocas ocasiones se han compenetrado la belleza de la música y la imaginación cinematográfica en una unión tan espectacular.

Como suele ser habitual entre estas joyas de la música de cine, la multitud de ediciones existentes es abrumadora. Las más completas provenían de la distribuidora inglesa Silva Screen y son fácilmente localizables. Sin embargo, la edición definitiva se publicó en 2010 (con una edición en audio bluray 5.1 dos años después), con la regrabación producida por James Fitzpatrick y dirigida por Nic Raine con la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de Praga para el 50º aniversario de la película. Incluye un disco con toda la música de la película, con un sonido y producción maravillosos que permiten escuchar una gran cantidad de matices en la percusión y arreglos. De regalo incluye un segundo disco repleto de suites orquestales de otros maravillosos trabajos del compositor. Una autentico regalo para descubrir esta banda sonora y a su creador.

En definitiva, Lawrence of Arabia es una obra cumbre de la música de cine y una combinación de romanticismo, aventura y experimentación únicos en uno de los mejores compositores de toda la historia del séptimo arte. Enhorabuena que Columbia Pictures la eligió como estandarte para esos 100 años, merecido a creces.

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