En Tijuana, el arte se expresa de muchas formas y la música no es menos. En las últimas dos décadas, en la noche se explora o se reinventa y así, hemos llegado a espectáculos que van más allá de límites impensados. Uno de los que ha causado un importante impacto en nuestra ciudad durante esta década, fue el gran encuentro artístico entre Laura Caro y Roberto Salomón. Ella, con repercusión nacional e internacional a través de su participación en proyectos televisivos como La Academia y La Voz México, además de aparecer con un papel protagónico en la cinta Ahí Va El Diablo. Pero más allá de eso, su innegable talento vocal y su fuerte presencia escénica contaban hasta ese punto con un importante recorrido con una gran base de seguidores que escuchaban su música. Sin embargo, su carrera tomó una dimensión creativa que la llevó más allá de sus límites, brillando como oro.
Por su parte, Roberto Salomón se encontraba en un momento importante de su carrera, siendo el creativo detrás de importantes espectáculos musicales. Ejecutando con elegancia su piano, recorriendo desde lo más clásico hasta la canción popular mexicana. Esta unión, causo curiosidad, pero lo presentado causó un profundo impacto que fue repetido no solo en escenarios en nuestra ciudad, sino alrededor del estado y hasta en otras partes del mundo.
Ahora, el espectáculo llamado Blue Gardenia regresa en este frío mes para presentarse de nuevo los días 16 y 17, siendo muy esperado . Será un espectáculo de hora y media, donde se escucharán canciones de intérpretes de leyenda como lo son Peggy Lee, Sarah Vaughan, Nina Simone y Ella Fitzgerald, entre otras.
Al preguntarle a Roberto sobre la participación de Laura Caro, su crecimiento artístico y el proceso creativo detrás de Blue Gardenia, nos comentó lo siguiente: “…Resulta que Laura es una cantante redonda. En Broadway le llaman “triple threat”, danza, canto y actuación. Yo a esto le agregaría un cuarto elemento: el elemento sideral llamado estrella. Te contaré algo sobre Blue Gardenia. Tengo esta fijación marcada por acompañar a cantantes femeninas. Hay esta cosa en mí (no sé de dónde venga) que se activa cuando me siento al piano con una cantante como Laura Caro. Quizás sea porque llevo 20 años de mi vida escuchando el género: jazz cantado (aunque los gringos más específicamente lo llaman -Lady Day Tune- como referencia directa a Billie Holiday) y no puedo negar que mi vida sentimental ha sido sonorizada por Porter, Gershwin, Weill, et al. Aparte de que las letras de estas composiciones clásicas son magistrales, musicalmente tienen una pizca de cabaret…”
“…No sé, hay muchos elementos artísticos en mi vida que se conjugan cuando realizo Blue Gardenia (mi vida en Alemania, por ejemplo, hay muchos sabores adquiridos gracias a haber descubierto a Kurt Weill); la constante lucha entre la sensualidad y el academicismo; la delicadeza de ciertos arreglos en contraste con la fuerza musical. Laura entiende perfectamente estas condiciones artísticas. Yo describiría a Blue Gardenia como un diálogo musical entre musa y creador. Donde la musa y el creador están en un duelo interpretativo constante. Tema fascinante…”.
Pero a su vez, Roberto ha sido una importante fuerza en la última década en el escenario artístico de Tijuana, por sus espectáculos como Amelie y piano, In Caliente; su participación musicalizando la obra Drácula y evidentemente, espectáculos como precisamente Blue Gardenia, sin olvidar los presentados junto a Leiden, Orlando y Gabriela Bojórquez, así como aquellos que impulsaron (o le dieron nueva proyección en otros casos) a una importante generación de intérpretes, como 8 y ½ Voces, Canciones de Almodóvar y otros, agregándole a su vez, a propuestas impulsadas por creadores como Memuz, que mostraron al talento en toda su plenitud, siendo considerado, como una importante influencia por ello: “…Sí, en efecto hubo una generación muy talentosa de cantantes en Tijuana en esta década. Ahora que los años han pasado, me pongo a reflexionar de que a pesar que tuvo cierta difusión y reconocimiento de público y prensa local, hizo falta un esfuerzo mayor para promoverlo y llevar el movimiento hacia otro nivel. Justo lo que el colectivo merecía, porque el talento era desbordante. Resulta que yo no soy productor, pero al verme involucrado con este grupo de personas que nunca tuvo nombre, tuve que desarrollar ciertas habilidades que no son musicales para lograr que esos conciertos fueran asistidos y promovidos…”.
“…Más que un protagonismo de mi parte, mi intención era organizar y brindar un talento en el piano (por cierto, muy incipiente y en vías de desarrollo. Dios, ahora que escucho lo que se produjo en ese entonces, me da un poco de vergüenza). O sea, yo tenía la ilusión de que todo el mundo escuchara a estos cantantes de Tijuana y que se dieran cuenta de que no era solo una voz, sino 8, 10, 20 cantantes con una personalidad particular y que cada uno podía llegar a interpretar los grandes repertorios en diferentes géneros y estilos. Lo único que yo agregué fue mi personalidad el piano, una personalidad muy definida. Yo pienso que mi piano creció al igual que ellos. Ahora, con los años, vi a muchos de ellos retirarse, seguir diferentes caminos. Esto ha causado un impacto tremendo en mi vida, porque he sido testigo de las dificultades e ironías que conlleva una carrera musical. Creo que ese impacto ha sido positivo en mí, porque me ha orillado a entregarme aún más a mi instrumento y me ha enseñado que el estudio, la perseverancia y la disciplina son elementos cruciales para el desarrollo musical…”.
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