La reciente serie para Netflix Rompan Todo ha causado una importante andanada de comentarios a favor y en contra desde el día de su estreno por la cadena mencionada, el pasado 16 de diciembre de 2020.
Se realizó bajo la dirección de Picky Talarico, el concepto de Nicolás Entel y Nicolás Gueilburt y la producción ejecutiva de los anteriores en conjunto con Gustavo Santaolalla. Este es un hecho que no debe ser pasado por alto para una mejor comprensión del alcance de la miniserie producida para Red Creek.
Los seis capítulos de la que se compone Rompan Todo tienen una duración de poco menos de una hora cada uno, lo que deviene en un poco más de cinco horas de tiempo efectivo para la narración -forzosamente incompleta acerca de un movimiento musical que transformó de maneras casi radicales la forma de pensar y de vivir en nuestra sociedad hispano parlante desde 1955.
A los que nos gusta conocer la historia de dicho fenómeno histórico-sociológico en nuestro idioma, la serie nos resulta de revisión obligada y, si me lo permites amigo lector, indispensable. Entiendo que existen muchas personas que desconocen los antecedentes del movimiento rocanrolero en español o de plano les ha provocado indiferencia el saber cómo diablos es que hemos llegado hasta donde estamos, para bien o para mal.
Desde nuestra óptica a la mexicana, los detractores coterráneos que he podido revisar encontraron fallas y omisiones de la miniserie bajo sus ojos que no perdonan y, por ende, suficientes para desacreditar este trabajo en su totalidad. Hablaré de ello un poco más adelante, sigo analizando hechos.
Hace rato mencioné que es muy importante entender que la serie fue producida por la figura central del misma, Gustavo Santaolalla. También considero de relevancia el hacer notar la trascendencia que ha tenido Gustavo (ya sea como músico y como productor musical) a lo largo de estos años, lo que le da todo el derecho del mundo para mostrarse con sus logros y con sus fallas. Sí él puso el dinero y organizó a todo un equipo de investigación para documentar y darle coherencia a un galimatías como lo es la historia de la música de rock en español (mal documentada y peor analizada por otros investigadores), justifica totalmente que presente su versión de los hechos. O como diría Niurka, su veldá y su plata. Ni más ni menos.
A ningún aficionado del Rock en la lengua de Cervantes le hace ni le hará daño conocer los antecedentes del ritmo en Uruguay, Argentina, Perú, Colombia y México, que fueron los países en donde la serie hizo hincapié. Para algunos que critican acremente Rompan Todo la no inclusión del Rock brasileño es una falla garrafal. Casi estoy de acuerdo con ellos, dado que no hay que soslayar que el primer país en grabar Rock And Roll en el cono sur fue Brasil, tan temprano como 1955.
Continuando con esa idea, es verdad que esos esfuerzos cariocas han sido soslayados por una buena parte de analistas del tema, al no considerar que deban incluirse en el mismo saco de los que hablamos español. Para el que esto escribe, esta idea es casi tan errónea como llamarnos “Latinoamérica” ya que no provenimos de la región del Lazio en Italia, ni hablamos latín, si acaso una lengua romance.
También considero que los comentarios en contra tienen su origen en esa especie de xenofobia selectiva que tenemos muchos seres humanos en contra de lo que comulgamos. He leído varios ataques en la idea de que es una visión “argentinizante” del tema así como de que son “los cuates de Santaolalla” los que protagonizan el documento. Creo que la inclusión de los testimoniales es un 90% acertada y necesariamente limitada, pues no vi la intención de hacer una serie de 364 capítulos (como telenovela del Canal de las Estrellas) para incluir solistas y grupos que no dejaron una huella importante- ni a nivel histórico y menos de ventas- como para ser mencionados.
Tampoco tenía que ser la historia del Rock en México, que conste. Observé en la serie un lugar preponderante (en conjunto con los argentinos) de nuestros Mexican rockers como punta de lanza del movimiento en nuestro idioma, sin desmerecer un solo momento. Se les reconoce, otra vez de manera forzosamente incompleta, como los que iniciaron el fenómeno en español y sin escatimar nada; como testimonio, les comento que personajes tan importantes como antecedentes del Rock argentino, tales como Eddie Pequenino o cada uno de los miembros del Club Del Clan (Palito, Tedesco, Fransen, Los TNT y muchos otros) fueron mencionados de forma tangencial cuando mucho.
El rock en español vivió en cada uno de los países un auge y una historia de represión propia. El reconocimiento de una veta de negocio así como de los peligros que conllevaba la rebelión juvenil globalizada fueron medidos y pesados por cada uno de los gobiernos y cada uno tomó su parte. Después de ver la exposición de hechos e imágenes de la serie, es de hacer notar que todos estos países pasamos las de Caín en momentos distintos de la historia.
Otro gran acierto de Rompan Todo es la inclusión de imágenes de archivo inéditas (incluso del avandarazo) para ilustrar el contenido. Y la selección musical la considero también de calidad en su mayor parte.
Eso por el lado positivo. Como todo en la vida, el análisis objetivo obliga a hablar también acerca de los defectos y carencias de la mini serie.
Empezaré por el subtítulo de la serie “La Historia del Rock en Latinoamérica” el cual me parece ambicioso e inexacto. Sin embargo es muy vendible en términos de mercadotecnia y en estos tiempos es lo que rifa.
El título de la serie proviene de la sabrosa rola de los uruguayos Shakers, quienes en 1965 brindaron un excelente tema de inspiración beatlera y que aquí les dejo para su opinión, Break It All:
Si lo seguimos viendo bajo un punto de vista mexicano, habrá que reconocer que algunas figuras trascendentes no fueron mencionadas de una forma meritoria. En la mención a Los Locos del Ritmo se dejó de lado la importante labor de los aún vivos Pepe Negrete y Chucho González, tan importante como la de Rafael Acosta, quien sí fue entrevistado. Habría estado muy bien platicar con el sobreviviente de Los Teen Tops “Tutti” Martínez así como recopilar información de uno de los primeros rocanroleros juveniles que trascendió en Europa, Oscar Cossío Flores, quien con su rock “La Pecosita” pegó con fuerza en la España franquista y ayudó a catapultar la carrera de Miguel Ríos, nada menos.
En la versión ideal mexicana y producida aquí, se habría tomado en cuenta que el Rock en México nació con los músicos de orquesta de salón de baile y se habrían reconocido las labores de varios de ellos. También se habrían narrado los esfuerzos juveniles pioneros con músicos de la talla de Los Lunáticos, los hermanos De Cosío, Javier de la Cueva y dos o tres más que sentaron las bases para el primer rocanrol juvenil mexicano en forma.
Asimismo hubieran sido dignos de mención algunos casos importantes del rock mexicano de finales de los sesenta y principios de los setenta, tales como el importante disco de 1968 “Hippies” del grupo capitalino Los Ovnis y el excelente nivel de grupos como La Máquina del Sonido, Los Dug Dug’s, Los Spiders, El Ritual y La Tribu.
Otro aspecto que polariza las opiniones de los críticos con respecto a la serie argentina es el tinte político que caracterizó a los testimonios ahí vertidos. Es parte de la historia universal contemporánea que la era rocanrolera se distinguió por los hechos innegables de represión gubernamental que en ella sucedieron.
Por ello me llamó la atención que no se mencione qué apoyo o estímulo han tenido los encumbrados roqueros mexicanos en dos años y medio de gobierno vigente. ¿Miedo a la censura? ¿Dónde está presente algún signo de cambio?
¿Y la necesaria mención de la movida madrileña y del revitalizante rock español ochentero como fuente de inspiración para el rock de la parte hispanoparlante de este continente? ¿Dónde quedó? Nunca lo sabremos. Porque no me van a decir que la parte dedicada a Radio Futura, Nacha Pop o un par de menciones a Mecano son suficientes.
Todo es cuestión de gustos, al final. La inclusión de personajes como Mon Laferte o Víctor Jara, la desafortunada cita del Rocco (Maldita Vecindad) en la que afirma que Rockdrigo González murió en Tlatelolco -sólo le faltó decir que el dos de octubre del 68, por Dios-,la sobreexposición de Café Tacuba y del Tri, la controversial inclusión de Maná, el trato tangencial hacia el rock femenino así como las omisiones antes referidas, conforman mis objeciones. Nada es perfecto.
Pero sería muy sano para avanzar como sociedad pensante que el chovinismo y lo macho patriotero no nos sirven para nada ante el análisis objetivo de una obra que, por lo general, debe de ser valorada correctamente. ¿Qué culpa tenemos de que el señor Santaolalla haya participado en tantas producciones exitosas de Rock en español? De verdad, ¿Tenemos en México algún documental que le pueda competir y que reseñe esta calidad de historias y contenidos del movimiento rockero a la mexicana? Creo que es el momento de verlo…
En resumen: a favor la muy buena producción, banda sonora interesante y una investigación profunda (del movimiento roquero argentino, sobre todo), una duración apropiada y un excelente tema para profundizar hasta donde se quiera.
En contra: el desdén y el olvido (espero que más involuntarios que dolosos) hacia algunos solistas y agrupaciones que también le dieron forma y sustancia al fenómeno rockero en español. En el balance, hay más positivos que negativos.
Investigadores y aficionados, críticos musicales y cineastas mexicanos, si no les gustó esta versión de los hechos, les invito sinceramente a que hagan la suya propia, para la debida cobertura de los sucesos y la inclusión de los músicos que faltaron en su opinión.
Recuerden bien que no se aceptan críticas “constructivas” de alguien que no ha construido nada.
Para que nadie lo olvide, la historia se conforma de la visión de los vencedores (o como atinadamente dijera el Sr. González, la visión de los vendedores) y nunca de los vencidos. Hay tarea qué hacer señores.
Al final lo que debe de agradecerse para todos aquellos que amamos el Rock es que vuelve, con esta serie, a ser tema de actualidad y en oposición a lo que nos han vendido como música en estos tiempos tan convulsos. Ojalá y el Rock vuelva a la palestra y recupere el lugar que siempre debe de tener.
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