José José es una de las figuras más importantes dentro de la música mexicana y latinoamericana. Su fama no solamente fue un fenómeno local, sino que además se extendió a otros países. El Príncipe de la Canción falleció el día 28 de septiembre de 2019, un pérdida irreparable que dejó un legado lleno de grandes canciones que se han vuelto parte de la cultura popular de México. Más allá de una vida polémica que llenó las páginas de las revistas del corazón o también conocidas como de chismes, José José nos cautivó por su gran voz, por la manera en la que se entregaba en el escenario, esa misma que conmovía y daba alegría al público que tuvo la suerte de poder verlo.
Muchos de nosotros recordamos las canciones que fueron parte importante e imprescindible en las reuniones familiares o con amigos. Tertulias que eran amenizadas por los discos de José José a los cuales se sumaban aquellos de Los Ángeles Negros, Víctor Yturbe “El Pirulí”, Pedro Infante, las Sonoras Santanera y Matancera, Javier Solís o José María Napoleón. Cada una de las melodías que llenaron el ambiente ahora son parte de esa banda sonora que formó nuestras vidas. Quién no recuerda algún tema de José José que fue dedicado a la novia o al novio, o cómo lloramos con alguna canción cuando terminamos con esa chica o porque simplemente no nos hacían caso (como decimos en México ni nos pelaban).
Quizá uno de los momentos que recuerdo con mucho cariño es el estar en casa de mi abuela, en una reunión familiar, típica de cada fin de semana, con mis tíos, en la sala, se encontraba el televisor en donde pasaban una película. Mi familia alrededor de ese aparato disfrutaba de la cinta Buscando Una Sonrisa (Rubén Galindo, 1972) y precisamente esa película les arrancaba una sonrisa a mis familiares y los hacía cantar. Simplemente con el inicio, en donde aparecen los créditos con la canción de El Triste, ya nos hacía (me incluyó) destruir nuestras gargantas tratando de alcanzar las notas a las que llegaba el Príncipe de la Canción. Años después asistí a un cine en mi barrio, esos que proyectaban dos tandas por un boleto de permanencia voluntaria, para ver la película Gavilán o Paloma (Alfredo Gurrola, 1985), un biopic que nos contó su vida, interpretada por él mismo, con una “verosímil” cronología muy parecida al film Bohemian Rhapsody (Bryan Singer, 2018) que nos narra la historia de Freddie Mercury, en donde las cosas no ocurrieron como se nos cuenta en pantalla, eso sí son muy entretenidas. En este largometraje veíamos los problemas que pasaba el cantante por dejar sus adicciones y nos congratulábamos porque lo conseguía y lo remataba con el bello tema Seré. Posteriormente José José se fue convirtiendo en un estereotipo en obras como Perdóname Todo (Raúl Araiza, 1995) la cual fue decepcionante.
Cuando vemos la interpretación de El Triste, escrita por Roberto Cantoral, en el Festival Internacional de la Canción Latina de 1970, no podemos evitar estremecernos, algunos a punto de las lágrimas, con esa interpretación que dejó boquiabierto a Marco Antonio Muñiz. El observar cómo José José llenó el escenario con su presencia y sobre todo con su extraordinaria voz; los asistentes no dejaron de arrojarle flores, mientras vemos el rostro del cantante lleno de satisfacción en un festival musical que no ganó, pero lo encumbró como unos de los grandes de la canción en México y el mundo. José José se echó al público a la bolsa, con lo que el sueño de ese joven que inició en la música a los 15 años en grupos de jazz, ahora veía con sus propios ojos cómo la gente reaccionaba ante su talento.
Alguna vez platicando con estudiosos de la música mexicana, uno de ellos me comentó que había discos importantes que nunca faltaron en la mayoría de los hogares mexicanos como el de Eddy Gormé con los Panchos, Íntimamente de Emmanuel y Secretos de José José de 1983. Cuando realicé un viaje, a mis 14 años, a la ciudad de Los Angeles, California, en donde me quedé en casa de unos familiares, uno de mis recuerdos es el haber revisado los discos que tenían y encontrarme con Secretos de José José, el cual, junto con un primo, pusimos durante toda la semana que duramos ahí en esa casa ubicada en Pomona. Cantábamos El Amor Acaba, Lo Dudo, A Esa, Voy a Llenarte Toda, Cuando Vayas Conmigo y demás temas incluidos en ese larga duración. Fueron momentos que aún conservo en mis recuerdos, como aquellos en donde los amigos se reunían con sus guitarras y entre tanta canción infumable (para mí) por fin llegaba alguna del Príncipe y todo se volvía más agradable.
Si me preguntaran qué canción de José José dediqué a alguna novia (o como en muchas ocasiones, a alguien que me gustó y que nunca me hizo caso ) podría mencionar varias, pero sin duda alguna una sería “Por Ella” que interpretó a dueto con José Feliciano. No puedo evitar sonreír al recordarla, el cantar con todas mis fuerzas la frase “que nunca sepa el amor que sentimos por ella” a esa chica que ni siquiera volteaba a verme. Años después al encontrarme con un gran amigo, que se adelantó en el camino de la vida, entre charla y cervezas pusimos varias canciones de José José y fuimos añorando esos momentos en los cuales la vida era más fácil (“Días de Gloria” como los llamó Bruce Springsteen en una canción), esa vida en la cual teníamos sueños por cumplir y aunque muchos quedaron truncados, aún los recuerdo maravillado, en donde José José, con sus disco, sus canciones y películas fueron parte de mi vida y de la de muchos que sentimos y lloramos su muerte en 2019.
¡Me encantó! Gracias, Arturo, por esta columna. Y yo voy por Polvo Enamorado… ¡grande!