Tijuana años 50.
Voy caminando por la avenida más transitada de esta ciudad fronteriza. Todo mundo se saluda al pasar diferenciando cada sonsonete que te chismeaba de dónde vienes. De dónde eres.
– ¡Hey! Ese bato seguro es un michoacano.
– ¡Nel paisa! Ese viene de Sonorita.
Mis pasos me siguen llevando por la avenida hasta que el sol quemante me hace recargarme en un Oldsmobile del año color verde esmeralda. A lo lejos está un Sloppy Joe’s retacado de morritas que se han escapado del internado para buscar quien les de un cigarrito para acompañar su sundae con mermelada de fresa.
Pero más lejos se escucha una musiquita que distrae un poco de la radio que transmite Rayito de Luna con Los Panchos. Me incorporo y llego hasta un establecimiento donde resuenan cuerdas metálicas eléctricas. Me abro paso entre varios batos que se arremolinan para escuchar una rola hipnótica que te llena la sangre de pronto. Me les quedo viendo absorto hasta que un morro que no sobrepasa el 1.50 me dice: –Son los Tj’s.
Para esos años Tijuana empezaba a ser el receptáculo de muchos de los artistas mexicanos que trataban de pasar al otro lado y hacer fama. Conseguir instrumentos que no se vendían en el país y que ya algunas tiendas como el Robert´s & Sons o el Miravalle Hermanos ya llegaban a vender de este lado. Muchos llegaban desde el bajío mexicano pero los más de Jalisco, entre ellos la familia Santana desde Autlán. El destino juntaría a varios de ellos para ser convertirse en los ídolos que el rock nacional necesitaba.
Javier Isaac Medina Núñez nace un 3 de junio de 1944 como venido de un haz mágico que puso una Fender Stratocaster en sus manos para convertirlo después en Javier Bátiz, el Brujo Mayor y el padre del rock mexicano.
Si, era ese mismo bato con un copete al estilo Little Richard que tocaba la guitarra principal de los Tj´s. Atrapaba con su estilo de hacer llorar esas cuerdas a más de una veintena de chavos que lo veían absortos. Ese copetudo se inspiraba en sus dioses, aquellos que lo llevaron desde que los descubrió, a seguir sus pasos en un camino de trastes y brazos de guitarra para emboletarlo en los blues y rythm & blues que sólo ellos poseían. Ahí estaba el espíritu de John Lee Hooker, T- Bone Walker, Muddy Waters, B.B. King, Chuck Berry, Howlin’ Wolf, James Brown, Les Paul entre otros masters más.
El rocanrol mexicano despegaba con grupos que llenaban las tardeadas, las caravanas artísticas en los teatros de revista y hasta en películas, pero siempre encadenados a grabar covers y aún siendo bien producidos con sellos discográficos como DIMSA, Orfeón, Peerles, Columbia, Musart, RCA Víctor entre las más importantes.
Una llamarada en la cabeza del futuro Gran Brujo lo lleva a la Ciudad de México, en uno de sus tiempos de auge como metrópoli, para conectarse con alguna empresa discográfica y empezar a impulsar una carrera propia. Y es en ese tramo de su vida cuando Polo Tena, cabezal del grupo Los Rebeldes del Rock, un cuarteto que ya estaba en la cima de popularidad, que se acerca teniendo referencias muy concretas del trabajo de Javier y su estilo que podría darle un impulso más rockero a este conjunto de los hermanos Tena. La idea desde un principio era suplantar a su cantante líder, Johnny Laboriel quien ya se catapultaba para ser solista además de haber tenido algunas diferencias con los hermanos Walter y Américo. El futuro brujo podría ser la opción.
Los hermanos Tena habían visto a los TJ’s en Tijuana en el bar Convoy Club y la idea supletoria del cantante de color no era del todo descabellada. Sin embargo, aún después de haber grabado unos demos para convencer a DIMSA y una presentación en vivo en un salón de fiestas, no concretaron el acuerdo por diferencias de estilos e ideas musicales. Javier incluso pensaba que deberían cantar en inglés, ya que el R&B y el Rock deberían cantarse en su idioma original. Ni para el grupo ni para DIMSA no cupo para nada esa idea.
Ya estando en la capirucha como así se le definía al entonces México Distrito Federal, fue probar ya entonces subirse a los escenarios de los incipientes “cafés cantantes” que ya congregaban todo tipo de especímenes como beatnicks, existencialistas, snobs, rockers y pandilleros al mejor estilo de James Dean. Y así, aquellos capitalinos de entonces, podían descubrir esos antrujos, como los definían nuestros abuelos, como “El coyote Flaco” por los rumbos de Coyoacán, “La Pista Revolución” en Insurtentes sur, “El Hoo La Ba Loo” enfrente de un famoso almacén de prestigio sobre la calle de Oaxaca en la colonia Roma, el “Aplein Soleil” en Insurgentes centro casi esquina con Paseo de la Reforma, el “Harlem” también por la zona de Portales y “El Fusa”, este último quien le daría la primera oportunidad a Javier Isaac en sus tablados.
Los TJ’s fueron llamados por Javier para que entonces debutaran en “El Fusa” donde de ahí saltaran al conocido “Harlem”, allá por la Portales llenando noche a noche el lugar hasta donde sus seguidores le hacían un buen número de fans recordados por aquellos que llegaron a convivir hasta con los “Nazis”, conocido grupo de motociclistas de esa colonia que se llegaban a emparejar con los “Rats” de la vecina colonia Independencia.
Ya conocido como Javier Bátiz, llegó a ser un requerido por aquel centro nocturno el “Terraza Casino”, ahí en la curva que delimita la colonia Nápoles con la Ciudad de los Deportes y la Plaza México, con sus características rampas para subir al lugar y su fuente en la planta baja. Para 1968 el lugar era ya un recinto de farándula y media además de intelectuales de moda como los escritores de la onda; Gustavo Sáinz, Parménides García Saldaña y nuestro siempre recordado José Agustín quien haría recuento muy explícito en sus reseñas de Tragicomedia Mexicana.
La “tele” de aquel entonces se fijó en él por su estilo tan particular animado por productores como Luis de Llano Palmer quien lo trajo para su programa “Operación Ja Ja” que conducía Manuel “Loco” Valdez, como lo vemos aquí en una emisión de 1967.
Sus temporadas en el Terraza, ya con su grupo bautizado como Los Finks, fueron algo más que épicas en esa década dorada donde el desfile de tendencias y sobretodo de la psicodelia nos daban mucho que hablar y buscar como lo fue la naciente “Zona Rosa” en la colonia Juárez. Pero volviendo a los rumbos del sur, específicamente a la avenida más larga de nuestra ciudad de los palacios, como diría conocido cronista de peluquín y postín, se podía contemplar y claro visitar centros nocturnos como “Los Globos”, “La Fuente” y el “Forum” de los hermanos Castro. Todos muy cercanos uno del otro. Y de acuerdo a un comentario del propio Bátiz, recordaba que cuando llegó el grupo “The Doors” a tocar en éste último centro que se ubicaba muy cerca de lo que es hoy el eje sur 5 Eugenia, su vocalista el eterno Lizard Jim Morrison llegó a echarle un rol al brujo Bátiz y ahí se “echaron unas tequilitas”. Bueno, eso es lo que llegó a contar.
También fue el grupo que abriría los conciertos al aire libre como el que se armó allá por 1970 en La Alameda Central ante no menos de 18 mil almas que abarrotaron el parque más central de la ciudad. La trifulca, como siempre, no se dejó esperar.
Llegó entonces el festival de Ávandaro en septiembre de 1971, del cual ya hice aquí en El Círculo Beatle una reseña de aquel festival, el primer masivo muy alusivo de lo que ya había sucedido en Woodstock dos años antes. Sería un parteaguas en el desarrollo del rock en el cual la influencia de Bátiz era muy visible y tangente en grupos como Peace and Love, Love Army, La Fachada de Piedra, Tequila con Maricela Durazo entre otros. Pero cual sería la sorpresa que el brujo mayor no estaría, es decir una pieza fundamental del rock nacional que le hubiera dado ese toque tan especial a dicho festival. Una simpleza tal vez, pero fue el desacuerdo con los organizadores M.A. Compeán y Luis de Llano hijo que no pudieron darle el transporte adecuado para llegar al lugar desde el Terraza Casino.
El cúmulo de anécdotas fue muy grande y tomando en cuenta la participación con grandes músicos de la época como Canned Heat, y la influencia que dejó en muchos músicos, tanto mexicanos como extranjeros como lo han sido Guillermo Briseño, Betsy Pecanins, su propia hermana Baby Bátiz, Alex Lora, Tony y Beto Méndez, Fito de la Parra, La Revolución de Emiliano Zapata, Lira’n Roll, El Hangar Ambulante, Tex Tex y por supuesto a su discípulo más grande, Carlos Santana. Y claro, no faltará quien señale las diferencias que siempre hubo entre ellos a pesar de todo más apegadas a egos de rockstars que a verdaderas coincidencias y reconocimientos musicales.
Su discografía fue basta, aunque no en muchas ocasiones dignas de premios o lugares en los charts. Lo que sí, es parte fundamental para todo buen rockero reconocer su valía como músico y ser parte de ese estilo que lo haría casi ser un underground del rock mexicano derivado desde ese funk, soul y blues que lo caracterizo hasta ese rock sólido y baladas que llegó a componer.
Discografía básica:
• Javier Bátiz and thtango e Famous Fink (Peerles)
• Javier Bátiz USA (Brunswick 1968)
• Bátiz and Hair (Orfeon 1969)
• Coming Home (Atom-Star 1969)
• Love you girl (Atom-Star 1971)
• Bátiz y su onda (Orfeon 1973)
• Di si tu te acuerdas de mi (Foton 1974)
• Ella fue (Orfeón 1976)
• Radio Complacencias (Foton 1985)
• La casa del sol naciente (Denver, 1996)
• Tierra de nadie (Denver, 1998)
• Metromental (Denver, 2000)
• En vivo desde el Zócalo, vol. 1 y 2 (Denver, 2002)
• El laberinto del Brujo (Denver, 2015)
Compilaciones:
– El baúl del Brujo, vols, 1,2,3 y 4 (Denver, 2003)
– Javier Bátiz USA Sessions (Canned Heat Records, 2004)
– 16 éxitos de Javier Bátiz (Denver, 2006)
– Sesiones 1,2, 3. 2007 (Denver, 2007)
Sesiones con otras estrellas:
– Javier Bátiz y Tino Contreras Live Sessions (Cacul, 2017)
Llegó a incursionar en otros géneros que son parte de su discografía:
– Porque quiero, porque puedo y porque se me da la gana (Ranchero) (RAI ensamble)
– Porque quiero, porque puedo y porque se me da la gana (Norteño) (Rai Ensamble)
Ambas re ediciones en 2024.
Sencillos:
– Noches tristes / Nocturnal (Xec, disco en 78 rpm, 1959)
– Twist despacio / Puré de papas (RCA Víctor, 1960)
– Hombre solitario / Ven a surfear (Astro, 1963)
– Inventando que sueño / Noches tristes (Peerles, 1964)
– Tiempo de verano / No me critiques (Peerles/Eco, 1964)
– Calles solitarias / Jamalaya (Peerles/Eco, 1964)
– No tengo hogar / La ahorcada (Peerles/Eco, 1965)
Este 14 de diciembre se nos fue el gran Brujo, víctima de cáncer, pero aún con un entusiasmo por seguir viviendo. Buen viaje Brujo y que siga sonando tu Fender Stratocaster desde el cielo.
Hasta aquí queridos lectores esperando como siempre sus comentarios, sigamos escuchando lo mejor de la mejor música
Sin olvidar que BEATLES 4EVER¡¡¡¡
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