En el extremo sur de la república mexicana encontrarás el peculiar sonido de la llamada “trova”, este es el término para definir el estilo de un canto popular que tuvo sus orígenes a principios del siglo XX. Esta tradición dio inicio en Cuba, pero un desarrollo paralelo en varios países de América Latina, Puerto Rico, Colombia y México.
Las raíces de la trova yucateca se remontan a la segunda mitad del siglo XVII. El aislamiento geográfico de la península del resto de la Colonia, favoreció que Yucatán creara sus propias y peculiares tradiciones musicales, impregnados del singular sabor de las formas y ritmos preferidos por los cancioneros cubanos que traían en sus repertorios en forma de danzones, guarachas, guajiras y rumbas.
A finales del siglo XIX y principios del XX, ya se escuchaba en la Península de Yucatán, la influencia de un género nacido en Cuba que abarcó otros países de América Latina como Colombia y Puerto Rico. Un estilo popular que se caracteriza por ser composiciones cantadas por agrupaciones de dos o más integrantes que guitarra en mano van tocando sus notas románticas, líricas, mezcladas con ritmos como el bambuco colombiano y el bolero.
La Trova Yucateca es considerada un baluarte nacional, un género musical con tintes literarios unificados en las letras de sus famosos compositores que además eran músicos y poetas. De los más conocidos, podemos mencionar a Sergio Esquivel, Ricardo Palmerín, Guty Cárdenas, Pastor Cervera y Armando Manzanero.
Al día de hoy, podemos ver en la Plaza Grande de Mérida, cómo al anochecer, hasta entrada la madrugada, las agrupaciones trovadoras poco a poco comienzan a reunirse esperando ser contratados para llevar serenata a quien por tradición se deleita con las notas de la guitarra y voz troveras; es una fuerte tradición que ha dado identidad cultural y se ha vuelto un motivo de orgullo entre su gente.
Para esta colaboración me referiré en particular a Guty Cárdenas: Cantante, guitarrista y compositor mexicano conocido como el compositor de los himnos yucatecos: Rayito de Sol” y “Pájaro Azul”. Su verdadero nombre era Augusto Alberto Cárdenas Pinelo y terminó de forma prematura su carrera y vida el 5 de abril de 1932; Guty fue asesinado en una riña, cuando en una discusión la otra persona sacó su pistola y le disparó. En su sepelio, Pedro Vargas y Alfonso Ortíz Tirado, cantaron algunas de sus obras para recordarlo Sus restos fueron exhumados el 13 de Abril de 1958 y fueron velados en la Sociedad de Autores y Compositores, y llevados en avión a Mérida, Yucatán. Se obra se contaba entre las favoritas de mi señor padre, el cual disfrutaba escuchar discos LPs que aún conservo sobre el género.
Cuando Guty era niño, su padre tocaba el piano, su madre cantaba y tocaba la guitarra. Ricardo Palmerín, músico destacado de la trova yucateca, iba a casa de los Cárdenas a dar lecciones de guitarra, así que Guty desde pequeño tuvo muy de cerca la música de su tierra. Desde esa época comenzó su amistad y colaboración musical con Carlos Renán Cámara, llamado Chalín Cámara, que duraría hasta el final de la vida de Guty.
En 1927 se encontraba en la ciudad de México y participó en el concurso “La Fiesta De La Canción”, en el que compitieron músicos de la talla de Alfonso Esparza Oteo y Tata Nacho, quien ganó el primer lugar. Guty obtuvo el segundo premio por su canción Nunca, clave yucateca que fue cantada por el Trío Garnica Ascencio. Su fama creció a ritmo vertiginoso y, apoyado por personalidades como Tata Nacho, inició su explosiva carrera musical. Realizó presentaciones en público e hizo sus primeras grabaciones para la disquera Huici, que después cambiaría su nombre por el de Peerless. Al año siguiente viajó a Estados Unidos con la cantante Nancy Torres, con quien formó un exitoso dueto.
En 1928 llegó a Nueva York, donde ya estaba su amigo Chalín Cámara. Entre 1928 y 1931 tuvo numerosas presentaciones en público, participó en programas de radio y realizó muchas grabaciones, tanto de sus composiciones como de las de otros, para las disqueras Brunswick y, sobre todo, Columbia. Guty colaboró con una gran variedad de músicos de distintas procedencias, como los cubanos Adolfo y Conchita Utrera, los argentinos Genaro Veiga y Gregorio Ayala, el colombiano Jorge Áñez y varias orquestas estadounidenses de jazz.
En Estados Unidos, Guty Cárdenas llegaría a grabar casi 200 canciones. Sus discos románticos y poéticos eran éxito seguro. De las grabadoras, a Hollywood, porque allá ya tenían cinematógrafo sonoro. Grabó una película hablada en español, La Dama Atrevida. En 1931 se casó con la norteamericana Ann Patrick y al año siguiente ya se encontraba con ella en México
Todo era miel sobre hojuelas. Hasta el 5 de abril de 1932, cuando fue al Salón Bach, renombrada posteriormente como Cantina Sita en la Avenida Madero, a departir con su agente y amigos. Guty Cárdenas, el empresario Gálvez, el músico Larios y una señorita llamada Rosita estaban en un reservado cenando y libando en una reunión tranquila de bohemios. Al Salón Bach llegaron unos españoles, comerciantes ellos, gritones y bebedores, invitaron de su cognac a todos los allí presentes. En un punto de la bravata etílica los españoles retaron a Guty a unas vencidas. El yucateco ganó y los gachupines alegaron trampa. A partir de ahí las versiones son confusas. Hay quien habla de botellazos. Hay quien dice que el español sacó su pistola, pero fue disuadido de usarla.
El caso es que, tras la pelea inicial, la cosa pareció calmarse hasta que Guty decidió ir al baño y a su regreso pasó a un lado de la mesa de los españoles con los que volvió a hacerse de palabras. Fue entonces que se dieron las detonaciones. Una dio en el hombro del español que había jugado las vencidas. Otras cuatro, en Guty Cárdenas. La declaración ante la autoridad fue que Ángel Peláez, asesinó al yucateco en supuesta defensa de su hermano. Cárdenas se desangró antes de llegar al hospital. El compositor tenía 27 años al morir. Como Juventino Rosas.
Para ilustrar dos de las melodías que Guty Cárdenas inmortalizó, me referiré a dos en particular que eran las favoritas de mi papá. Una de ellas es la canción Desdén escrita por el poeta, compositor de música popular y trovador Ermilo Alfonso Padrón López “Chispas”, quien nació el 18 de septiembre de 1898 en la ciudad de Mérida, Yucatán. Entre otros temas escribió la letra de Desdén, con música de Licho Buenfil. Este bolero se compuso en Mérida en 1928 y, contra lo acostumbrado en la tradición de la canción yucateca, primero nació la música y luego la letra. Sin lugar a dudas, este es uno de los boleros más antiguos, sinceros y bellos del inacabable cancionero de la trova tradicional yucateca. Esta pieza tuvo trascendencia tal que los mismos habitantes de la isla de Martí llegaron a asegurar que dicho monumento del romanticismo nostálgico era de autores cubanos, desconociendo su origen en el México peninsular. Desdén fue grabada por Guty, con guitarras, en Nueva York en el mes de noviembre de 1929. Una verdadera joya de bolero y de interpretación.
Por otra parte, este año 2024 se celebra el centenario de la canción Rayito de Sol, de Guty Cárdenas y Ermilo Padrón López. La primera grabación de Rayito de Sol la hizo Guty, con su guitarra, en la Ciudad de México, en 1927. Sobre el origen de la canción se cuenta que Guty estudiaba en el Colegio Williams, de Mixcoac, y cerca de allí tenía una novia, en la Quinta Yolanda. No tenían permiso de los padres de la novia y sus encuentros eran furtivos. Eran un par de “mocosos”. Cuenta Guty que a él apenas le apuntaba el bigote, que parecía una leve sombra abajo de la nariz. Un domingo temprano Guty se dió una escapada para verla, y para decirle palabras amorosas. La señorita se asomó a la ventana que enmarcaba una madreselva y le indicó a señas que no saldría porque había moros en la costa. ¡Sus papás estaban alerta! Se quedó quieta unos instantes; y en eso se filtró un rayito de sol por entre la enredadera, se quebró en el cristal de la ventana, y matizó su hermosa cabellera. Guty se quedó extasiado. No había para qué hablar. Era el minuto de contemplar, de adorar y se le antojó llegar a ella como aquel rayito de sol, para besarla. Se esfumó la hermosa visión, el minuto radiante.
Al tomar calle abajo rumbo al Colegio Williams la letra empezó a brotar, como un murmullo, una suave melodía que se entrelazaba con aquel rayo de sol. Sin perder tiempo y antes de que se le borrara o deformara, Guty cogió el tranvía “Mixocac-Valle” frente y fue en busca de su paisano el poeta Emilio Padrón, al que narró el fantástico suceso. En el piano esbozó la melodía y le pidió que escribiera la letra de la canción. “Le daré forma literaria nada más, porque todo lo has dicho”, respondió, y se puso en tarea. Al poco rato le mostró los versos que Guty leyó cantando: “Un rayito de sol por la mañana filtra sus oros en la enredadera, se quiebra en el cristal de tu ventana y matiza tu hermosa cabellera. Un rayito de sol por la mañana… Mi alma, que vive errante y soñadora siguiendo en pos de una visión lejana, quiere llegar a ti, como la aurora, como un rayo de sol por tu ventana”.
Las aportaciones de Guty Cárdenas a la música popular mexicana apenas comienzan a estudiarse, a cien años de su nacimiento. El mito en torno a su trágica muerte –digna de trabajo literario- y su ubicación como una de las mejores voces de la radiodifusión mexicana son, quizá, los aspectos que más han llamado la atención del público nacional durante varias décadas. Acaso, en Yucatán también lo recuerdan como una de las figuras importantes de la época de oro de la trova peninsular.
En cuanto a la Trova Yucateca, se puede decir que gracias a los diferentes representantes, embajadores de la cultura yucateca, que van desde escritores, músicos, gestores culturales, compositores y hasta servidores públicos, han sido fieles atalayas, empeñados en conservar dicha tradición. Por años han gestionado la formación de instituciones como asociaciones civiles, museos de la canción yucateca, han publicado infinidad de libros que conservan en sus páginas la historia de personajes y canciones que cuidan de este patrimonio musical.
La sociedad yucateca, hasta la fecha tiene la fortuna de seguir disfrutando de esta invaluable aportación, manteniéndola viva en cada parque, barrio, municipio, comisaría en diferentes días de la semana y fechas significativas. Esta colaboración brotó tal vez como a Guty la inspiración para su Rayito de Sol; pero a mí, al estar reproduciendo discos que le gustaban a mi Padre en el recién pasado día de los Fieles Difuntos, el de Guty me dio la inspiración para estas sentidas líneas, homenaje para Guty Cárdenas y Don Manuel Muñoz, su admirador.
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