EXTRACTO DE LA CONFERENCIA DE TERE CHACÓN DEL MISMO NOMBRE. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
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Antecedentes
En febrero de 1969, John y Yoko se reunieron con un empresario neoyorquino famoso por su hostilidad y por conseguir grandes resultados al negociar con la rudeza que fuera requerida: Allen Klein. Y aunque éste había terminado su contrato de representación con The Rolling Stones de una manera no grata, John le pidió que representara a The Beatles.
A Paul el asunto no le hizo ninguna gracia dado que su tirada era que su suegro Lee Eastman fuera el encargado de los manejos de la banda. Y por mucho que dijo, renegó, pataleó y trató de explicar, George, Ringo y John terminaron firmando el contrato de representación con Klein.
Paul se negó a hacerlo y con esto, añadió una razón más a las muchas que explican el por qué The Beatles se separaron. Para finales de año, la banda era un recuerdo compartido entre cuatro artistas que se preparaban para iniciar de la mejor manera posible, una carrera solista.
El 1 de diciembre de 1969, George, Ringo y sus esposas fueron invitados por Eric Clapton al concierto del matrimonio de artistas estadounidenses de country Delaney & Bonnie Bramlett en el Royal Albert Hall de Londres. Con este concierto, la pareja iniciaba con un grupo de amigos artistas una gira por Inglaterra y Escandinavia bajo el nombre Delaney & Bonnie and Friends, el cual incluía a Clapton y al que George fue invitado a unirse. Sin pensarlo mucho, éste aceptó: un nuevo grupo, una gira y nada que le recordara a The Beatles parecía ser lo ideal para ese momento.
El origen de la canción
George se adaptó bastante bien a la naturaleza no formal de la gira. Pasaba la mayor parte del tiempo en el autobús que los transportaba decidiendo qué canciones tocaría en la siguiente presentación. Su repertorio consistía en canciones de rock and roll, usualmente de Carl Perkins, y aunque Delaney le permitía tocar lo que deseaba, nunca expresó deseo alguno de tocar una canción de The Beatles.
No olvidaba lo mal que la había pasado con su banda anterior. Trabajar con una pareja de compositores del nivel de Lennon y McCartney si bien le había dado fama mundial también había detenido su desarrollo propio como compositor.
Ninguno había considerado formalmente sus composiciones y Paul, en particular, se tomaba muy en serio el dirigir la manera y forma de interpretar de George sin darle libertad musical total.
Eso, sin hablar de asuntos monetarios; mientras John y Paul se quedaban, cada uno con un 40% a 45% de las regalías generadas por sus discos, George no pasaba del 4%. La distancia entre lo que percibían los dos compositores oficiales de la banda y lo que ganaban George y Ringo era, en todos los sentidos, abismal. Y mientras Ringo aceptaba la situación con tranquilidad y viendo la parte positiva de ser un Beatle, George desarrolló un rencor en contra de ambos que no cedió con el paso del tiempo.
Para cuando el grupo llegó a Estocolmo, la confianza ya se había generado. Una noche, después de la presentación del grupo mientras Delaney se relajaba en compañía de su esposa y Rita Coolidge, George se le acercó para preguntarle sobre su inspiración para componer canciones religiosas. Harrison se había adentrado al hinduismo de forma plena y tenía en mente incluir su religión en su primer disco como artista solista. Delaney, amigable, le explicó que, para componer, buscaba inspiración en sus sentimientos hacia Dios. Para ser más explícito, tomó su guitarra acústica y empezó a tocar las notas de una canción que había estado de moda unos años antes mientras entonaba las siguientes palabras: “I only want to be with you, my sweet Lord, Oh, my Lord”. Y agregó: “Es sólo un ejemplo”.
Cómo sorprender al mundo y a tus ex-compañeros de banda
Del álbum All Things Must Pass, la canción que más destacó y que tuvo un recibimiento mundial inesperado fue el sencillo My Sweet Lord que salió al mercado el 23 de noviembre de 1970 en EU y el 15 de enero de 1971 en el Reino Unido, teniendo a las canciones Isn’t It A Pity y What Is Life como Lado B.
My Sweet Lord es una canción de alabanza a Vishnu, el dios hindú primordial que incluye cánticos alabando a Krishna. George compuso esta canción originalmente para Billy Preston y ésta se encuentra en el número 460 de las mejores canciones de todos los tiempos de acuerdo a la Revista Rolling Stone.
Duró 4 semanas en el número 1 del Billboard Hot (EU) y 5 semanas en el número 1 de las listas de popularidad del Reino Unido.
Y también hizo que el mundo volteara sus ojos a un tercer Beatle que nunca había destacado demasiado…
Un golpe de realidad en el mundo post-Beatles
Poco le duró el gusto a George. El 10 de febrero de 1971, la disquera Bright Tunes Music Corp. de Estados Unidos presentó una demanda en contra de George Harrison por plagio musical debido a la gran similitud que existe entre las canciones He’s So Fine, interpretada por The Chiffons en 1962, y My Sweet Lord después de que ésta última llevaba 14 semanas en las listas de popularidad.
La demanda se ingresó en la Corte del Distrito Sur de Nueva York en contra de Harrisongs Music, LTD (la compañía inglesa de George), Harrisongs Music Inc. (la estadounidense), Apple Records Inc. y Broadcast Music. Aquí la canción:
Que sirva de algo el representante, ¿no? Para eso se le paga…
Apenas se recibió la demanda, Allen Klein, representante de George, se reunió con Seymour Barash, presidente y accionista mayoritario de Bright Tunes para tratar de resolver la disputa. Para impresionarlo un poco con la imagen de un Beatle, Klein le dijo que George estaba dispuesto a comprar el catálogo completo de Bright Tunes.
Barash no solo no se impresionó sino le propuso a Klein compartir el 50% de las regalías de My Sweet Lord y dividir equitativamente las millonarias ganancias que la canción seguía generando. Como nadie cedió, ambas partes se prepararon para enfrentar el juicio. Por su parte, George contrató al despacho de abogados Hardee, Barovick, Knoecky & Braun representado por los abogados Joseph J. Santora, Robert B. McKay y Michael Peristein de Nueva York así como al musicólogo Harold Barrow.
Y justo cuando George y su equipo estaban listos para defender a capa y espada este triunfo mundial, el juicio se pospuso debido a que Bright Tunes, inesperadamente, se declaró en bancarrota.
Cinco años pasaron para que el juicio pudiera llevarse a cabo. A lo largo de estos, George dio por terminado el contrato de representación de Klein (al igual que John y Ringo) y todavía a finales de 1975 se acercó a Bright Tunes para ofrecerles 148,000 dólares, monto que representaba el 40% de los derechos de My Sweet Lord en Estados Unidos. El representante legal de la disquera, consciente de la precaria economía de ésta al estar resurgiendo en el mercado, calificó la oferta como “buena” pero, sorprendentemente, no volvió a contactar a George.
¿Y cómo se llevaban los juicios por plagio musical en EU durante los 70?
El procedimiento en juicios de este tipo se dividía en dos: en una primera fase se determinaba si existía culpabilidad del señalado como plagiario. De ser así, en la segunda fase el juez determinaba el monto a cubrir como indemnización para el demandante.
La primera fase del juicio por plagio de la canción My Sweet Lord se llevó a cabo en la Corte del Distrito Sur de Nueva York del 23 al 25 de febrero de 1976. En ésta, el abogado de Bright Tunes hizo notar que ambas canciones coincidían en ciertas secuencias de notas a las cuales llamó Motivo A y Motivo B.
El Motivo A de My Sweet Lord consistía en tres repeticiones de las notas sol – mi – re. Por su parte, el Motivo A de He’s So Fine consistía en 4 repeticiones de las mismas notas.
MOTIVO A – My Sweet Lord
MOTIVO A – He’s So Fine
Sin embargo, en el Motivo B había un ligero cambio. Mientras que el de My Sweet Lord consistía de 4 repeticiones consecutivas de las notas sol – la – do – la – do, en el Motivo B de He’s So Fine se insertaba una nota de gracia en la segunda repetición de 4 consecutivas haciendo que el acorde quedara de la siguiente forma: sol – la – do – la – re – do.
MOTIVO B – My Sweet Lord
MOTIVO B – He’s So Fine
Los expertos presentados por ambas partes estuvieron de acuerdo que no era común que las mismas secuencias de notas se encontraran en dos canciones diferentes y, aunque el musicólogo Harold Barrow hizo énfasis en que el juez debería notar más las diferencias entre ambas canciones que las similitudes, la duda razonable se hizo presente en la corte.
Y se hubieran salido con la suya… ¡seguro que sí! Sin embargo y lamentablemente para George, su antiguo amigo Delaney Bramlett reapareció en su vida y de la peor forma: convocando a una conferencia de prensa en donde narró la manera en la que le había enseñado a George a componer canciones religiosas. Y no, no se lo dijo a la prensa pero por supuesto que estaba más que enojado (por decirlo de una manera agradable) por no ver su crédito impreso en el álbum All Things Must Pass, una pequeña omisión por parte de George que para él valía miles y miles de dólares.
Dado lo anterior, el Juez Richard Owen declaró plagio inconsciente por parte de George Harrison y sentenció que se abriría la segunda fase del juicio con el fin de definir el valor de los daños. También rechazó una apelación a la sentencia por parte de George.
¿Cuánto se debe aquí?
La segunda fase del juicio inició el 8 de noviembre de 1976.
Para determinar las ganancias de la canción My Sweet Lord en cinco años, la corte se basó en las cuatro fuentes principales de ganancias para las composiciones musicales de esa época:
- Derechos de autor mecánicos
- Derechos de autor por interpretación
- Venta de partituras
- Ganancias de Apple Records, Inc.
Dos de éstas eran fáciles de calcular ya que eran registros contables. Los derechos de autor por interpretación (el “sueldo” que George se asignó por cantar la canción) ascendían a $359,794 dólares. Por su lado, la venta de partituras en cinco años registró ganancias por $67,675.
Los derechos de autor mecánicos y las ganancias de Apple se tuvieron que calcular con base en el número de tiempo aire (de radio) en Estados Unidos que se le dio a cada canción del álbum All Things Must Pass, recibiendo My Sweet Lord un 70% de transmisiones de las 22 canciones que integraron el álbum. Con ese porcentaje, el Juez Owen sólo tuvo que pedir las declaraciones fiscales de la Apple Records y sacar un total para cada fuente: $649,601 de derechos de autor mecánicos y $1,077,958 por las ganancias de Apple. Con estas dos cifras, el total generado por My Sweet Lord en 5 años ascendió a $2,155,028 dólares. Ahí nada más…
Para concluir, el juez Owen señaló que existían otros factores que afectaban el caso y que debían tomarse en cuenta: George Harrison era un artista internacionalmente reconocido que había producido una nueva letra para una melodía que había resurgido gracias al plagio inconsciente y que también estaba generando regalías para Bright Tunes.
Dando el beneficio de reconocer que, en cuestión de creaciones artísticas es muy difícil hacer una medición precisa sobre las ganancias, el Juez Owen dictó su sentencia: 3/4 partes del éxito de My Sweet Lord se debían a que la melodía había sido plagiada y el cuarto restante del éxito había sido debido al nombre de Harrison y la nueva letra de la melodía.
El juicio se dio por concluido cuando a George se le ordenó pagar $1,599,987 de las ganancias de My Sweet Lord a Bright Tunes.
Sorpresas te da la vida
Puesto para cumplir con lo ordenado por la corte, George se dispuso a saldar su deuda encontrándose con que el catálogo de Bright Tunes ya le pertenecía a otro viejo conocido: Allen Klein.
Nada tonto Mr. Klein, al ver que su contrato de representación no había sido renovado, había adquirido los derechos de He’s So Fine en 587 mil dólares sabiendo que ésta sería la mejor inversión de su vida.
Furioso y entendiendo por qué el representante de Bright Tunes jamás lo había buscado a finales de 1975, George apeló la sentencia del juez Owen al tiempo que demandó a Klein por abuso de confianza.
Dos juicios más tuvieron que llevarse a cabo para que, finalmente, en 1990 la Corte Federal del Estado de Nueva York otorgara autorización a George de adquirir de ABKCO (la compañía de Klein) todos los derechos en Estados Unidos y el Reino Unido de la canción He’s So Fine por la cantidad de $270,000 US (ABKCO Music Inc. vs. Harrisongs Music, Ltd. Caso número 722 F.2d988, 221 USPQ 490).
Y así fue como George terminó quedándose con dos canciones: la primera canción religiosa en el mundo que fue aceptada por personas de todos los credos como un canto a una deidad superior y… la original.
Y, por supuesto, un artista del nivel de George no podía sino componer una canción que reflejara su sentir con relación a lo vivido en el juicio y llena de humor harrisoniano del bueno. This song has nothing tricky about it…
Reflexiones rápidas de la conferencista
- Me lo han preguntado muchas veces. Contesto aquí públicamente: sí, creo que George fue muy ingenuo al creer que nadie se daría cuenta del plagio. Habiendo sido parte de la burbuja de poder, dinero y status llamado The Beatles, por supuesto que, en su inocencia y falta de pericia como artista solista, no veía mal el tomar creaciones ajenas para formar las propias y más si había sido una sugerencia de alguien a quien consideraba amigo en ese momento.
- ¿Mi opinión personal del veredicto del juez Owen? Asignarle tres cuartas partes de las ganancias de My Sweet Lord al nuevo dueño de He’s So Fine fue demasiado; el nombre Harrison pesaba ya mucho (como ahora) y sin su voz la canción original hubiera quedado en el olvido desde el año en que salió al mercado (1962). Un 50% máximo hubiera sido lo correcto (esto, queridos lectores, salvo su mejor opinión).
- Sirva este texto para recordarle a los Beatlefans extremistas que Lennon, McCartney, Starkey y Harrison son/eran seres humanos como cualquiera de nosotros: con defectos, virtudes, aciertos y ¡errores garrafales! Ojo: no fueron dioses, no fueron perfectos y no siempre le atinaron a las decisiones correctas y entender esto trae como consecuencia natural una mayor admiración hacia su legado musical.
- Si dos millones de dólares suenan a muchísimo dinero a estas alturas del Siglo XXI, en la década de los 1970 es ¡un mundo completo! ¿UNA sola canción beatlera generando esa cantidad y en sólo cinco años? Confirmo lo que siempre he pregonado: el Pastel Beatle reditúa y a lo grande.
- Éste es el resumen de la primera conferencia que impartí a partir de mi ingreso a la beatlemanía mexicana, en 2003. ¿Quieres escucharla completa acompañada de un grupo musical profesional tributo a The Beatles que interprete éstas y más canciones de Harrison relacionadas con el juicio a MSL? Búscame.
- ¿Eres músico profesional y me detectaste algún error cuando expliqué los Motivos A y B que se manejaron durante el primer juicio a MSL? Ponme en los comentarios tu punto de vista, te lo agradeceré y mejoraré mi explicación de esa parte de mi conferencia.
No me quedo claro al final cuanto termino pagando George Harrison y a quien.
Que bien documentado éste artículo de la jefa beatlera Tere Chacón. Klein fue quizás el vivales más ávido de ganancias en los 70 con todos los artistas que manejó y defraudó. El final con George era por esperarse y así como empezó mal, mal terminó. Como bien dice Tere, la ingenuidad de los Beatles (eran artistas, no hombres de negocios) los llevó a confiar en gente como Klein que sabiendo las cantidades millonarias que produjeron se acercaban para ver que sacaban y también sacar buenas tajadas de la producción Beatle. Felicidades Tere por éste artículo.
Gracias por tus gentiles palabras, Luis Carlos, las valoro y aprecio mucho.
Hasta que leí la historia completa. Gracias. Yo creo que George si fue ingenuo. …O pensaría que.a él no lo podrían demandar? Aprendería de sus hermanos John y Paul que tomaban elementos de aquí y allá para sus canciones?
Gracias a ti, Hectorín, por dedicarle un poco de tu tiempo a mi trabajo.
La práctica del plagio no era tan extraña en una época sin el acceso casi inmediato a cualquier canción como el que tenemos ahora (con Youtube,spotify etc). Se buscaba solo una canción lo suficientemente oscura pero buena y se registraba con nuevos autores. Solo hay que recordar el montón de plagios que realizó Led Zeppelin, y arregló en la corte, el Creep de Radiohead igualito a una canción de los Hollies o incluso a nivel local las canciones que le copiaba Alex Lora a Neil Young. Muy buen artículo