El 29 de agosto de 1966 The Beatles dieron el último concierto. Fue en la ciudad de San Francisco en California, para ser más precisos en el Candlestick park, un estadio de fútbol americano. Treinta y tres minutos y once canciones significaron el adiós a los espectáculos masivos para la banda de rock que iba cambiando las reglas del juego, y que volverían a tocar en vivo tres años más tarde, en una azotea londinense ante un grupo selecto que pasaba por la calle al mediodía de ese frío enero. Volviendo a 1966, las extensas giras, el sonido precario, la persecución interminable de los fans y algunos reveses como el episodio en Manila o la reacción ante la confesión de Lennon sobre Los Beatles y Jesús, terminó por agotar a los miembros de la banda. Harrison ya había amenazado con dejar el grupo (un preludio de lo que luego sucedería en las sesiones de Let it Be). Además ya habían iniciado un camino que parecía no tener retorno. En efecto, la publicación de Revolver (1966) los mostraba adentrados en la experimentación sonora; un sonido que por ese entonces parecía imposible que sea reproducido fielmente en un concierto masivo. Ahora bien, a todo esto, ¿qué estaba ocurriendo con las multitudes que se agolpaban en cada lugar donde pisaban The Beatles? Lo cierto es que la reclusión en el estudio, el afincamiento en lujosas propiedades ya sea en las afueras de Londres o en zonas exclusivas, parecieron un darle la espalda, un fin de ciclo también para ese público entre adolescente y joven que se debatía entre gritos, corridas y desmayos. Pero, existía un grupo más pequeño que ya circulaba regular y fielmente como en una procesión por el edificio de Apple, los estudios EMI (Abbey Road) y algunas de los hogares, con la esperanza de ver por un segundo a sus ídolos. Justamente por permanecer largas horas en las puertas de Apple, el mismo Harrison, con su particular sentido de humor e ironía,  las bautizó como las Apple scruffs.

Ella entró por la ventana del baño

En su autobiografía I Me Mine, Harrison sostiene que ese pequeño grupo se había vuelto importante para ellos, que tenían una relación cordial. Sin embargo, a lo largo de la historia de la banda, la relación pasó por momentos buenos y otros no tanto. Es que las fans eran capaces de realizar algunas proezas insólitas. Una de ellas quedó registrada en la canción que McCartney compuso para el meddley de Abbey Road, “She came in through the bathroom window”. Una de las chicas, Diane Ashley relata que efectivamente ingresó por el jardín de la casa que el beatle tiene en St. John´s Wood, a unas cuadras de Abbey road, y que se encontró con que la ventana del baño estaba entreabierta. Entró por allí y abrió las puertas a las demás. Se llevaron una serie de fotografías que luego, en un gesto de amistad, devolvieron. Según la protagonista, eso afianzó el vínculo con el bajista que hasta le permitió pasear a Martha, su famosa perra.

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A través del universo

Dos chicas que conformaban el grupo que esperaba pacientemente en el patio delantero de los estudios Emi, Lizzie Bravo y Gayleen Pease tuvieron una experiencia única. De origen brasilero, Lizzie de dieciséis  años, había llegado a Londres a fines de la década del sesenta y consiguió trabajo como niñera. En los ratos libres iba hasta Abbey Road y esperaba. Pero como cuenta en su libro, De Río a Abbey road: “Estábamos como siempre haciendo guardia frente al estudio. Paul simplemente salió y preguntó si alguna de nosotras podía cantar notas altas. Inmediatamente yo levanté el brazo pues había cantado como soprano en el coro de mi escuela en Río de Janeiro. Sin embargo, no tenía idea de por qué Paul estaba preguntando eso”. Lo cierto es que Lennon había imaginado un coro agudo para “Across The Universe” y ninguna de sus voces llegaban a ese registro. Paul pensó  entonces en las chicas que hacían guardia en la puerta del estudio. Así, las dos grabaron una versión que no es la que finalmente aparece en el álbum Let it Be; pero sí en un disco de 1969: “No One’s Gonna Change Our World”,  realizado a beneficio de World Wildlife Fund. Además de cantar, las chicas pudieron sacarse fotos con sus ídolos y compartir unas tazas de té. Lizzie falleció el 4 de octubre de 2021 a los setenta años.

Todo debe suceder

Margo, Sue John, Chris, Di, Kathy, Virginia, Dani, Wendy, Jill, Lucy, Carol son algunos nombres de las chicas que conformaban el grupo. Sólo dos varones fueron incluidos, Tommy y Jimmy. Con el tiempo hasta crearon su propia revista: “The Apple Scruffs Monthly Book”. El grupo conocía al detalle los horarios y las rutinas de The Beatles y se turnaban para merodear y esperar, aún en condiciones climáticas adversas, que sus ídolos pasaran y se detuvieran aunque sea unos minutos. Con el tiempo, llegaron a compartir cierta cotidianeidad con la banda. En 1984, una de ellas Carol Bedford, decide dejar un registro de esos días en  el libro Waiting for the Beatles: An Apple Scruff’s Story.

Veamos:

…Ruth y yo tomamos un tren a las siete de la mañana. Nuestra primera parada fue Esher. Una vez allí, pasamos por delante de una tienda de comestibles y Ruth gritó ‘¡Ese es el Mini de George!’ Era un Mini de color naranja brillante con todo tipo de diseños indios pintados en él. Entramos en el supermercado para ver si George estaba dentro. No estaba, pero sí Pattie (Boyd) (…) Pattie era encantadora (…). Era perfecta con sus largas y delgadas piernas. También tenía un hermoso y largo cabello rubio. Era más bonita que hermosa. Se mostró ligeramente tímida cuando Ruth y yo nos acercamos a ella. (…) Cuando salía, le costaba llevar la caja de la compra e intentar abrir la puerta del coche al mismo tiempo. (…) Ruth tomó la caja para que Pattie pudiera abrir la puerta y entrar en el coche. Ruth le dijo a Pattie que estábamos “haciendo la ronda”, yendo a todas sus casas. (…) Ella le dijo que George estuvo fuera hasta las cinco y que luego ambos salieron a visitar a unos amigos. John y Ringo estaban en casa, porque George les había llamado antes para charlar. Luego agradeció a Ruth su ayuda con la compra, se despidió con la mano y gritó mientras se alejaba: “Feliz caza. Espero que los veas hoy”.  (…) Una vez que llegamos a la puerta, Ruth me contó lo que había dicho el ama de llaves. Me dijo que John estaba dentro, pero de mal humor, no quería ver a nadie. Cuando John está de mal humor, es mejor no molestarlo. De hecho, si alguno de ellos está de mal humor, prefiero evitar las escenas”.

En su primer álbum solista, el triple All things must pass, publicado en 1970 y con Los Beatles ya disueltos, George Harrison les dedica el tema «Apple Scruffs». Entre otras cosas en la letra les dice:

“Te he estado viendo sentada ahí; viendo pasar a la gente como si no tuvieras lugar a donde ir. Pero hay mucho que ellos no saben de las Apple scruffs. Has estado por ahí durante años. Has visto mis sonrisas y tocado mis lágrimas. Cómo ha pasado tanto, tanto tiempo; y cómo has estado en mi mente, mis Apple scruffs”.

Bernardo Suárez
Buenos Aires, 19 de mayo de 2022.

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