Para 1971 el rock mexicano había ya experimentado varios cambios desde sus inicios a finales de los años 50. Los ídolos que se habían encumbrado en el gusto de la juventud como Enrique Guzmán, Johny Laboriel, Manolo Muñóz, Alberto Vázquez, Angélica María, Julissa, César Costa, Renata, Benny Ibarra, Gloria Ríos o Mayté Gaos habían tomado otros caminos en el sentido musical hacia la balada romántica y su proyección hacia la actuación en cine y televisión. Los grupos que fueron su plataforma de inicio como los Teen Tops, los Black Jeans, los Locos del Ritmo, Los Crazy Boys o los Black Jeans entre los más famosos en primera línea se fueron diluyendo hacia otros géneros e incluso migrar hacia otras agrupaciones musicales y ocasionalmente reunirse para recordar aquellos temas o covers que los hicieron parte del inicio del Rock’n Roll mexicano.

Los cafés cantantes seguían en boga como el Applein Soleil (en homenaje a la película francesa de 1965 del mismo nombre), el Hoo La Baloo, el Coyote Flaco, el Champagne a Go Go, el Fontanarosa que tenían una ya gran cantidad de grupos que mostraban interés de evolucionar en la música del rock como lo hicieran los Dug Dug´s, los Tijuana Five, Javier Bátiz entre otros que mezclaban ya sus letras tanto en español como en inglés. Ya decía, por ejemplo el propio Bátiz que el rock debía cantarse en su idioma original, siendo que trayectoria lo haría en Tijuana y en California. Los estilos ya más apegados al blues y al rock sicodélico se hacían más presentes en los grupos que empezaban a buscar espacios más grandes, terrenos baldíos, estadios deportivos, escuelas ya un poco más lejos de las fiestas privadas o los cafés cantantes.

México a finales de los 60 transitaba en una contienda de géneros que se sumaban a una rebeldía consignada en la contracultura que se manifestó sobretodo en el movimiento estudiantil de 1968 y a la efervecencia del contexto mundial de esa década prodigiosa que contenía una ola de creatividad en las artes, en las modas, en el cine, en los avances tecnológicos y el entorno de los acontecimientos mundiales como la guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, el mayo francés, las revueltas en el Congreso Demócrata en Detroit, los asesinatos del Che Guevara, Martin Luther King, los hermanos Kennedy, Sharon Tate por la familia Manson y la masacre de Tlatelolco. La música había encontrado esos espacios masivos como fueron los festivales de Monterey Pop, Altamont y el mismo Woodstock, donde se podían escuchar otro tipo de letras más directas hacia lo que acontecía en el mundo y por eso podíamos reflexionar ante la poesía de una Joan Baez, de un Pete Seeger o el gran clásico Bob Dylan.

En ese 1971, justo a unos meses en que tomaba posesión el nuevo presidente, recientemente fallecido, Luis Echeverría Álvarez que abría las posibilidades de apertura con los jóvenes ofreciendo nuevas alternativas de diálogo y hasta puestos en su mismo gobierno, pero contrariamente a lo ofrecido la represión se volvió a mostrar con aquel jueves de corpus donde hace su aparición el grupo paramilitar “Los Halcones”, creado desde las instancias del regente de la Ciudad, Corona del Rosal y sostenido por su sucesor Alfonso Martínez Domínguez (Halconzo) y del mismo Ejército mexicano, que logró una veintena de muertos sobre la avenida México Tacuba frente a la Escuela Normal de Maestros.

Ante todo esto, había que darle un desfogue a este enfrentamiento generacional que no se dejaba pisotear tan fácil. La serie de válvulas necesarias para abrirse se tradujeron en el primer concierto masivo convocado por un grupo de empresarios jóvenes que apostaron en conjunto con el gobierno federal una salida a los reclamos sociales y políticos que se exigían y en ello se trataría el festival de ROCK Y RUEDAS a desarrollarse en Avándaro, Estado de Mëxico, lugar turístico por excelencia al sur poniente de ese Estado colindante con aquel Distrito Federal.

AVAAAAAANDAROOOOOOO

El grito alargado de dicho lugar fue un símbolo de identificación entre los jóvenes, aparte de la indumentaria hippie, pantalón Topeka a rayas acampanado, zapatos plataforma, camisas holgadas psicodélicas, a veces huaraches, minifaldas, esencias de patchuli, morrales, pipas, camisetas con leyendas y dibujos de la onda underground y por supuesto el pelo largo. Así fueron vistos por la carretera que va de Toluca hasta Valle de Bravo donde se encuentra Avándaro, miles y miles de chavos que hicieron caravanas humanas hasta llegar al valle donde se instaló el templete donde tocarían los grupos de rock y aparte cercano a la carretera en circuito donde correrían los autos deportivos para complementar todo el programa.

Muy cercano al Club de Golf de Avándaro, junto a un lago en el asentamiento de Tenantongo, el lugar fue rentado por una empresa llamada Promotora Go S.A. propiedad de los hermanos Eduardo y Alfonso Negrete y producido por el publicista de McCann Erickson Justino Compeán, Palacios y el controvertido productor del entonces Telesistema Mexicano (hoy Televisa) Luis de Llano, hijo de un gran productor televisivo del mismo nombre, Luis de Llano Palmer y Rita Macedo, grandiosa actriz de cine, teatro y televisión, también hermano de la cantante, actriz y productora Julia del Llano, mejor conocida y ya mencionada párrafos arriba Julissa.

También intervinieron la productora independiente ArTe del promotor Armando Molina y Waldo Tena, quienes pertenecían a un movimiento contracultural titulado La Onda que contrató en un principio a 12 grupos que se extendió a seis más siendo 18 quienes participarían en un evento que estaba vislumbrado a tener en promedio una asistencia de 20,000 personas pero ese cálculo quedó prácticamente superado y por mucho cuando hacia ya la noche tarde de aquel 11 de septiembre se tenía una masa gigantesca de un poco más de 160,000 personas que llegaban en su mayoría de la Ciudad de México, de Toluca, de Guadalajara, de Morelos, de Puebla, de Querétaro, de Tlaxcala, de Hidalgo, de Guanajuato y de Michoacán.

Ya al amanecer del 12, día principal del evento, la carrera de autos se canceló y el centro llamativo fue sin duda el rock pero ya sin ruedas. Los boletos se vendieron a un precio de aquellos $50 pesos (los famosos “ojos de gringa”) con el anuncio de PEPSI aunque ya para entonces la mayoría había entrado de agrapa, saltándose el alambrado de púas que dividía el camino al centro y al valle donde se haría el concierto. Se transmitiría por radio, por una novel estación del Instituto de la Juventud, el INJUVE estatal llamada Radio Juventud con el apoyo de discos Polydor y su subsidiaria Carrusel para el equipo de sonido y Telesistema Mexicano se encargaría de la grabación del concierto para ser transmitido por su sistema de televisión de paga (en aquel entonces el único existente y limitado a ciertas áreas) Cablevisión. Películas Candiani y Cinematográfica Marco Polo harían la filmación para una película de largometraje aunque a menos de la mitad del concierto les cancelarían el rodaje por “ordenes de arriba”. Sin embargo, varios cineastas independientes con cámaras de súper 8 lograron captar casi todo el concierto como fue el cortometraje de Alfredo Gurrola, Gabriel Retes y otros artistas y fotógrafos como fue el trabajo excepcional de Graciela Iturbide y Pedro Meyer.

A pesar de las prohibiciones, el número del personal ya empezaba a rebasar por mucho el primer cálculo de 20,000 asistentes “con boleto”, sino que ya llegaba a más de 150,000 para la madrugada del viernes 10 de septiembre, en medio de una comunidad de paz y amor pelos largos, desnudez, cannabis y uno que otro chocho y arponazo.

Radios de transistores a cambio de lo que hoy serían los celulares, sintonizaban Radio Juventud que sería el único medio a transmitir en directo el festival, rolaban por ahí ejemplares del primer periódico dedicado al rock, La Piedra Rodante, el Rolling Stone edición mexicana en tamaño tabloide desdoblado a dos caras y a tres tintas, donde aparecieran artículos inolvidables como lo fue la primera entrevista a John Lennon después de la separación del cuarteto haciendo inéditas declaraciones. Guitarras acústicas sonaban por todos lados tratando de interpretar los éxitos del momento y hasta canciones de protesta. Se hacían improvisadas casas de campaña con hules para la pertinaz lluvia que ya caía propia del mes septembrino y hasta con suéteres y chamarras. Los fabricantes de suéteres de chiconcuac hacían su agosto vendiendo su famoso producto sobretodo en uno que otro turista que también se unía al personal. Vendedores de todo tipo como los que ofrecían collares artesanales, dijes con el símbolo de paz y amor, pulseras y diademas para mujeres y hombres, sabanitas y pipas y brigadas para vender los discos de los grupos a presentarse en formato sencillo y Extended Play de 45 rpm y Long Play de 33 rpm.

El lodazal ya hacía que los vehículos que llegaban se patinaran y se atoraran antes de llegar los linderos del valle. Los técnicos sufrían enormidades para que el agua no hiciera cortos circuitos en los cables de la fuente de luz, amplificadores y micrófonos. Claro está que más de un cantante tuvo su  “experiencia” eléctrica al tomar el micrófono. Así el clima atrasó varias horas el inicio del festival no obstante que ya el personal se había encargado de irla pasando bastante bien creando una familia singular abarrotando por mucho el lugar.

Pero vamos a hacer el recuento por día a manera de set list de lo acontecido en Avándaro.

EL PRE FESTIVAL

JUEVES 9 DE SEPTIEMBRE

SOUNDCHECK de algunos de los grupos a participar desde la madrigada como La Ley de Herodes, Zafiro, La Sociedad Anónima, Soul Masters y La Fachada de Piedra.

En la mañana muy temprano, Carlos Baca, famoso yogui y naturista, creador de los personajes Avandarito y Ecologito, inicia una sesión de meditación trascendental y yoga. Ya estábamos viendo los inicios del vegetarianismo y el veganismo así como ya se hablaba del terrible smog en las ciudades.

El actor Eduardo Ruíz Saviñón con un grupo de la Carpa Geodésica de la UNAM presentan algunas escenas de la rock ópera TOMMY  de THE WHO.

EL FESTIVAL

El festival inicia alrededor de las 11 de la mañana. Muchos ya con la cruda se la empezaron a curar con los primeros rayos del sol y el atronador ruido de las hélices del helicóptero de Telesistema Mexicano con Luis de Llano a bordo que grababa las primeras tomas desde arriba en un top shot de antología, pero como también fue de antología la rechifla que se llevó por parte del personal.

La lista fue la siguiente:

La Fachada de Piedra en su primera aparición con Larry Sánchez del grupo 39.4 (de Tijuana, BC)
• Los Dug Dug’s ( Duranguenses sin más)
• El Epílogo
• La Sociedad Anónima
• La División del Norte
• Tequila (Con nuestra janis nacional Maricela Durazo)
• Peace & Love (famoso por ser el grupo que provocó la interrupción de la transmisión de radio al cantar su número Marihuana)
• El Ritual
• Bandido
• Los Yaki (con Benny Ibarra que fue recibido con chiflidos y tuvo que retirarse entre medio de mentadas frescas)
• Tinta Blanca (el grupo ganador del primer festival de bandas organizado por el entonces Departamento del Distrito Federal en Chapultepec, llamado el festival del naranjazo por el pleito a cáscaras de naranja que se suscitó y la final en el gimnasio Juan de la Barrera de la Alberca Olímpica).
• El Amor
• Three Souls in My Mind

¡MIRA CARNAL, UNA ENCUERADA!

Alma Rosa González, oriunda de Monterrey Nuevo León, no se iba a imaginar ese día que se tendría sus cinco minutos de fama por haber sido la chava que arriba del toldo de un camión de mudanzas se quitaría la ropa para el asombro del personal. Filmada y fotografiada, en una entrevista que dio años después solo recuerda que ya ambientada con un pase de mota y unos buenos tragos de tequila Cuervo se animó a despojarse hasta la última prenda íntima para dar realce al espectáculo de paz y amor. No fueron pocos la que la animaron a gritos pero lo sorprendente fue el respeto y el cariño, sobretodo del personal masculino, que la animó y se quedó como el emblema de la libertad sin prejuicios que envolvía al festival.

Recorte de la entrevista que ofreció en esos días a la revista (ya desaparecida de la circulación) Figuras de la Canción, 1971.

LA CRUDA (A manera de epílogo) REALIDAD

El éxodo iba a ser lo difícil que hasta el mismo gobierno del Estado, por órdenes de Echeverría, iba a proporcionar 300 autobuses para el regreso, lo cual solo se concretó a 20 y en su lugar ya habían aparecido varias tanquetas ligeras del Ejército. Pero aun así, las caravanas de miles de caminantes, con sus mochilas y sarapes enrollados a cuestas, en motos, en bicis o pidiendo aventón a todo lo que tuviera ruedas, logró esa imagen del Woodstock mexicano, de una juventud desenfadada y llena de rock, una segunda generación que impulsaría una nueva etapa en el rock mexicano, de pronto polémica, ya que la mayoría cantaba en inglés por tratarse del idioma original del Rock a reserva de otros grupos como el Three Souls in my mind, que irónicamente tenía su nombre en el idioma de William Shaskespeare y cantaba sus letras en el idioma de Cervantes (con sus asegunes, ¿verdad?).

EL ESCÁNDALO Y LA CENSURA

La prensa de los días siguientes mostraban un verdadero “infierno” como consigna ordenada desde la Secretaría de Gobernación a cargo de Mario Moya Palencia, y claro está que las más “altas autoridades” como la Iglesia católica y los medios de comunicación se dedicaron a denostar y satanizar al festival. Incluso hasta el mismo Telesistema Mexicano, organizador del mismo, se desligó de su responsabilidad uniéndose al “desacato infernal” ante su fracaso organizativo y la pérdida de ganancias. Por ahí recordamos al personaje creado por Eduardo Manzano “el Polivóz” de Armándaro Valle de Bravo, un hippie regordeto y desobligado haciendo mancuerna con Enrique Cuenca que hacía de padre del mismo y a veces como el “policía que siempre en vigilia”.

La misma Secretaría de Gobernación dictó un oficio dirigido a todas las radiodifusoras del país para PROHIBIR y cancelar todo tipo de rock mexicano que haya sido sobretodo parte de los participantes del Festival de Avándaro. A partir de entonces y durante varios años el refugio del rock fueron los hoyos funky, lugares públicos semi clandestinos o clandestinos de plano, que se hacían en la entonces Pista de hielo Revolución, en bodegas, terrenos baldíos, sótanos, estacionamientos, edificios abandonados y hasta en pequeños ranchos y criaderos de caballos, así como arenas de lucha y box como aquella muy famosa en Naucalpan, la “López Mateos” donde incluso llegó a tocar años después el mismísimo Iron Maden. Lo mismo que se fueron dando a conocer las entonces casas productoras independientes para darles apertura a muchos grupos, incluidos los de Avándaro y otros grupos como Pájaro Alberto y Sacrosaurio, El Ritual, Cíclope, El Hangár Ambulante, El Haragán, La Sota y otros que nacían de esa misma generación avandarienta.

No fue sino hasta los años ochenta cuando aparecieron lugares menos clandestinos pero de grata memoria como Rockotitlán y el Lucc en el sur de la ciudad donde sería cuna de grupos como Dangerous Rythm, Caifanes, Luzbel, Los Amantes de Lola, Tex Tex, Rockdrigo González,  La Barranca, Santa Lucía, La Lupita y la Cuca entre otros, ya como una tercera generación del rock nacional ya sin enfrentar tanto a la brutal censura.

Ya para terminar mi participación de ésta semana, les dejo algunos números directos desde Avándaro del 11 de septiembre para recordar esos momentos.

Videos:

Y aquí para dar un encore a esta columna, los invito a ponerse cómodos y escuchar el set list completo de la banda original de ese memorable día de septiembre con las 15 horas completas.

Video:

Me despido con el gusto de saber su lectura y comentarios a ésta columna no sin antes decirles:

BEATLES 4 EVER!!!!

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