A lo largo de estas últimas décadas la tecnología, en cuanto a audio y video, ha avanzado a grandes pasos. En la actualidad la manera en la cual se adquieren y reproducen películas y música ha cambiado y los archivos digitales en alta definición, distribuidos en formatos streaming, es lo que el público consume.
Con respecto a la música, de acuerdo a David Byrne, en su libro Cómo Funciona la Música (Edición Sexto Piso), nos explica que la tecnología pionera que posibilitó la digitalización de la información sonora fue principalmente desarrollada por una compañía telefónica, Bell Telephone Company. “En 1962, Bell Labs descubrió cómo digitalizar el sonido, para en la práctica, muestrear una onda sonora y cortarla en diminutos pedazos que podían separarse en ceros y unos”.
Con la llegada de los discos compactos se dio un paso más a la digitalización de la música, con lo cual se dijo que la calidad de sonido era superior a los viejos viniles y casettes. Por supuesto que en un principio tanto los compact discs, como sus reproductores tuvieron un costo comercial elevado (de acuerdo a datos de la industria norteamericana el costo de un CD era aproximadamente de 20 dólares y un reproductor oscilaba entre los 450 y 1000 dólares), el cual poco a poco con el crecimiento de la producción fue disminuyendo, pero no del todo. De igual manera con el desarrollo de la tecnología también llegaron ciertos grupos de personas que pudieron copiar y ofrecer de manera gratuita o a precios más bajos los discos y películas, primero a través de cintas y videocintas, para después hacerlo con los compact discs, con lo cual pusieron a la industria del entretenimiento en jaque al sufrir pérdidas comerciales.
Durante la mitad de la última década del Siglo XX, cuando en las computadoras personales el internet poco a poco se convirtió en una herramienta de comunicación y fue llegando a cada hogar, varios jóvenes hackers le dieron una estocada a las compañías discográficas y a las tiendas de discos. La serie documental How Music Got Free (2024), en sus dos episodios, hace un recuento de cómo la música comenzó a distribuirse gratis en la red y además de cómo ciertos personajes aprovecharon esta situación para poder vender discos de manera ilegal, violando las leyes sobre derechos de autor e incrementar la piratería.
El serial de Paramount +, How Music Got Free, dirigido por Alexandra Stepleton y producido por Lebron James y Eminen, nos coloca en la mitad de los noventa, al momento en que la industria discográfica norteamericana vivía una importante era en cuanto a la venta de música en su formato de compact disc. Muchos de los melómanos consumidores de música iban cambiando sus viejos discos de vinilo por los nuevos CDs creando nuevas colecciones, además tiendas como las histórica Tower Records, HMV y Virgin Records sus estantes se fueron llenando de los nuevos discos digitales, con lo cual el dinero las empresas y creadores llegaba a caudales. Pero nadie pudo predecir el impacto que tendría el internet y la manera en la cual se distribuiría la música.
En el documental podemos ver las declaraciones de ex ejecutivos de disqueras, periodistas, músicos y productores como Eminen, 50 Cent, Jimmy Iovine, Steve Berman, Timbaland, Hilary Rosen, entre otros que hablan acerca del crecimiento de las ventas, el dinero que se repartía entre industria y creadores en donde las empresas salían ganando más. Pero después la serie nos lleva a un pueblo llamado Shelby, en Carolina del Norte, el cual será pieza clave para darle una zancadilla a la industria, cuando se estableció ahí una importante fábrica que manufacturaba discos compactos para las grandes compañías de música.
En este momento la serie nos va presentando los escenarios que dieron un cambio a la distribución y consumo de música. Para este momento los entrevistados, viejos ex empleados de la planta quienes se conocen simplemente por sus nombres como Rodney, Tonya. Kimberly y Dell Glover (la mente maestra), explican que las instalaciones de la empresa contaban con tecnología de punta para fabricar los CDs y que se dieron cuenta que el costo de manufactura era menor a un dólar y que al ver el producto en las tiendas los precios ascendían a más de 15 dólares. Por otra parte hacia la mitad de la década de los noventa hace su aparición un grupo de adolescentes (entre ellos Todd Schaffer y Barry Gitarts), quienes fueron parte de la escena denominada WAREZ, los cuales copiaban ilegalmente programas de computación; genios cibernéticos que usaron un software, creado por el alemán Karlheinz Branderburg, el cual permitía copiar la música de un CD, pasarla a un archivo comprimido de Mp3 y después poderse transferir a través del internet de un usuario a otro (peer to peer). Pero todo eso llevó a la creación, en 1999, de la aplicación para computadoras caseras conocida como Napster, creada Sean Parker y Shawn Fanning, que permitió el intercambio de música a nivel global con una enorme base de usuarios que traspasaban fronteras.
La serie pone el dedo en la llaga al hablar del impacto negativo que tuvo en la maquinaria de la industria musical, porque con esta manera de obtener la música ya no fue necesario el tener que adquirir los discos compactos en las tiendas (o en Columbia House por medio de entrega por correo), simplemente se obtenían de manera gratuita con un simple click en la computadora conectada al internet; más aún, esto sirvió para que comenzara una nueva era de la piratería, al poder falsificar los álbumes del momento a precios más bajos y para darle un golpe más a las empresas se filtraron, con días o semanas previas, los nuevos lanzamientos de artistas como Eminen, quien testifica que esto le arruinó sus planes de promoción y de la gira. Por supuesto que había personajes, como ese extraño hacker al que llamaban Kali, quienes tenían acceso a los masters (que aún no se publicaban) directamente desde la empresa manufacturera de CDs en Shelby, y los copiaban para distribuirlos y realizar las falsificaciones o muchos usuarios esperaban los estrenos musicales, realizados los viernes, para comprar el álbum o sencillo, digitalizarlo y compartirlos.
Este serial documenta este hecho que se puede sumar a lo descrito en la última parte de la película All Things Must Pass (Colin Hanks, 2015) que cuenta la historia de esplendor y decadencia de la tienda de discos Tower Records, en donde el intercambio de música a través del ciberespacio y la piratería, entre otras cosas, llevaron a la franquicia a quebrar y cerrar sus establecimientos. Aunque también existen declaraciones de una ex directora de la RIAA (The Recording Industry Association Of America), que explica que la industria nunca supo cómo combatir esta situación y nunca tomó medidas pertinentes que las evitara, porque realmente el problema no fue perseguir a los piratas sino buscar fórmulas para competir en cuanto a precios (los cuales jamás bajaron) en el mercado.
Sumado a la tecnología de quemadores de CDs y la fabricación de discos compactos grabables por empresas como Sony y demás, que se adquirían a bajos costos, la piratería creció, así como lo muestra el filme italiano Mixed By Erry (Sydney Sibilia, 2023), basado en un historia real, en donde un par de hermanos se convirtieron en millonarios al distribuir de manera ilegal música por toda Europa, primero en cintas y luego en CDs, con la ayuda de la corrupción en las discográficas. Aunque el documental How Music Got Free no pretende criminalizar a ninguno de los hackers entrevistados, pese a romper varias leyes (algunos de ellos ni siquiera pisaron la cárcel), sino que al final los ve como pioneros que ayudaron a prosperar la distribución de la música a través de las compañías de streaming, en la cual los usuarios deciden si pagan una renta, de la cual una mínima porción va para el artista, para tener a sus disposición todos los catálogos musicales favoritos o finalmente descargarlos gratis desde sitios de torrent en un delito del cual todos hemos participado de alguna manera.
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