(Artículo escrito en 2020)En los días presentes de pandemia y encierro, es de lo más común escuchar en los medios que lamentablemente ya murió uno y otro, éste y aquel y por el estilo. En otras palabras, ese tipo de noticias aumentan de manera exponencial la paranoia, la depresión y otros factores en mayor o menor medida en cada uno de nosotros y que ciertamente no necesitamos.

Es por ello que el nostálgico de cabecera de El Círculo Beatle (quien esto escribe) considera justo y necesario el declarar una celebración de la vida y que mejor que con buen Rock And Roll mexicano para dar cuerpo a la misma. Este género musical lo simboliza de manera casi perfecta.

Para iniciar esta saga, les comentaré acerca de un grupo musical pionero cuyos miembros (¡todos!) afortunadamente se encuentran aún entre nosotros. Es cierto que sería genial que pudiéramos ver una reunión de estos muchachos de inicios de los sesenta -que se mantienen juveniles gracias a su amor a la música, hay que reconocerlo- pero hay que entender que ello depende de un montón de variables que no es menester detallar y que escapan al control hasta de ellos mismos.

Lo que sí puedo hacer hoy es brindarles con todo cariño anécdotas, datos y trivia de estos chavos (hoy respetables señores) acerca de su legado musical. ¿Me acompañan?

De cómo unos pantalones se volvieron camisas y hasta de color cambiaron…

Esta historia inicia en el ya lejano 1956, por los hoy tan millennial-hipsters rumbos de la colonia Condesa de México, D.F. Los hermanos González de Cossío, de nombres Francisco, Diego y Juan Manuel tuvieron la oportunidad de escuchar en la radio rolas motivantes y novedosas de intérpretes como Elvis Presley, Bill Haley y Gene Vincent entre otros y ello les provoca el querer reproducirlas de alguna manera, por diversión y moda.

Tal fue ese entusiasmo que les llevó a hacer algo ingenioso: construir y adaptar sus propios instrumentos musicales. Para tal efecto, cubetas, tinas, piezas de consolas y varias chunches más fueron utilizadas para hacer Rock And Roll. En la actualidad no acabamos de darnos cuenta de lo ingenuo e inspirador de este hecho.

Llegamos al año 1957 y estos primigenios esfuerzos llegaron a un point-of-no-return; estos muchachos ya eran The Black Jeans, ya habían puesto rolas como Be-Bop-A- Lula, Party Doll, y alguna que otra de Jimmy Bowen. Otro jovenazo condechi se les había unido y con ello la alineación se conformó con Adrián Cañedo en la guitarra, Diego en otra guitarra y en la mandolina y con Francisco en algo parecido a una batería. Poco tiempo después se les unió el norteamericano Roy Walcott con una guitarra adicional para hacer los bajos.

Pasó el tiempo y un buen día Francisco se ausentó del ensayo programado. Juan Manuel, el menor de los tres hermanos pidió su oportunidad para sustituirlo y con ello selló parte de su destino, pues se adueñó de los tambores para no dejarlos más. Cañedo también dejó al grupo para iniciar sus estudios de Sicología en la UNAM. Walcott también se ve ante la situación de irse a vivir a los Estados Unidos y dejar a la banda muy a su pesar.

Con la incipiente agrupación a punto de desmoronarse, aparece en escena Ricardo Ivison, un chamaco de los rumbos de Polanco que conoció Diego. Su entusiasmo renueva el alicaído ánimo de la banda al grado de ensayar más seguido y de hacerlo más eficientemente. Con ello se dan cuenta de la necesidad de un bajista más formal.

Un ahijado de Ivison es recomendado para tal efecto, el espigado Carlos González Loftus, oriundo de la colonia Nápoles. Uno de los primeros detalles de Loftus fue pedirle a la mamá de Diego una tina de lámina galvanizada (de esas para lavar la ropa) para usarla como base para construir un tinacordio como el que vió por televisión en una actuación de un cómico hoy olvidado por Carlos. Un palo de escoba y una cuerda de origen desconocido completaron los materiales requeridos. También interviene en el grupo por estas fechas otro norteamericano llamado Norman Myers, de efímera presencia.

Con todos estos elementos ya en la historia, se apersonaron en un estudio de grabación ubicado en la Av. Juárez para grabar uno de esos pesados discos de pasta de la época, dando como resultado una versión a Buddy Holly de su clásica That’ll Be The Day. Les invito a escuchar este documento histórico al día de hoy:

En 1958 y principios de 1959, The Black Jeans empiezan a tocar en fiestas de una manera informal, alternando con sus estudios su entusiasmo por reproducir los éxitos del momento, tales como Train To Nowhere y Tequila de The Champs, Oh Boy de Buddy Holly y Susie Darlin’ de Robin Luke entre otras.

En 1959 Diego se hizo novio de una guapa y culta jovencita de la Universidad Femenina llamada Leda Moreno, quien poco tiempo después también probó por mérito propio las mieles del éxito musical pues su bien timbrada voz y estilo único de cantar al falsete tirolés resultaron encantadores a la juventud de esos años. Pues sucedió que Leda le mostró a Diego un catálogo de Fender y eso detonó un deseo cuasi animal por aquellas hermosuras. Ni como culparlos.

Resultado de ello, Diego y Carlos acompañados de sus padres fueron a endrogarlos sin piedad a la legendaria Casa Veerkamp de las calles de Mesones (rumbo entrañable de nuestra capital para los que nos embobamos viendo instrumentos musicales) bajo la ferviente promesa de pago con el sudor de su frente. Así llegaron a sus manos la hermosa Fender Jazzmaster y el no menos impresionante Fender Precision Bass unos días después, con sendos amplificadores Princeton y Bassman a juego. El bajo eléctrico de Carlos es el primero que existió en México para algún grupo juvenil de rock de esos días.

También por esos días, salió del grupo Ivison -por razones hoy olvidadas- y el puesto de cantante guitarrista quedó vacante. Carlos recordó a uno de sus vecinos de la calle de Tennessee, quien cantaba muy bien y estudiaba Derecho. Su nombre: Ricardo Roel Scheurs.

Se organizó una audición para verlo y parecía que todo iba bien. En esa misma audición Ricardo se hizo acompañar por su hermano César y su hermana Karen y por alguna situación no se formalizó el trato. Unos días después César solicitó reunirse de nueva cuenta con los Black Jeans para probarse como vocalista-guitarrista y fue aceptado con un poco menos de entusiasmo por todos ya que la primera opción era Dick, sobrenombre que tenía Ricardo y que fue muy usado por sus coequiperos del grupo al que sí se integró finalmente, Los Hooligans.

Además de las esforzadas tocadas para pagar los instrumentos (las famosas tardeadas que se organizaban en Tennessee 20) empezaron también a darse mejores oportunidades de lucimiento como los shows del Teatro Esperanza Iris y del Follies donde eran anunciados como el único grupo con equipo de más de $ 50,000.00 de valor. Se dice que en una de esas funciones les fue regalada (?) una hermosa Les Paul de Gibson modelo Custom. Llegué a escuchar que por Bill Haley o algo así.

El paso siguiente fue ser contratados para aparecer en la película de 1959 Jugándose La Vida, en donde aparecieron como figuras de ornato pues supuestamente acompañaron a Emily Cranz en una presentación en un cabaretucho. Lástima, hubiera sido genial haberlos escuchado en directo y sin el ominoso entorno en el que fueron presentados.

De ahí graban con la Cranz un EP para la Peerless, con rolas como Adiós Mi Chaparrita y La Borrachita, que no les hacen justicia pero que les dan un lugar de pionerismo para la grabación de Rock And Roll juvenil mexicano sin duda. De esa época, graban la que aún para muchos es el primer disco de Rock And Roll de un grupo juvenil, La Batalla de Jericó:

Llega 1960 y con ello el cambio mencionado al inicio de este apartado, de ser The Black Jeans se convierten en Los Camisas Negras. Sí, como las fuerzas de choque de Benito Mussolini. ¿Qué tal?

Y viene también para ellos un cambio de disquera. Son escuchados por el productor de la Musart Guillermo Acosta y con el evidente argumento a su favor de la falta de promoción por parte de la Peerless les convence de inmediato para mudarse al sello morado. Se graba el primer sencillo con las canciones El Tigre (cover a Tiger de Fabian) y Mona Lisa (cover a Conway Twitty) con el número de catálogo 2559. Llegaron a publicar cinco discos sencillos en 1960, donde algunas de sus grabaciones no alcanzaron a llegar al LP tales como Los Tirantes del Delantal , La Cucaracha o Mamá Guitarra. Su primer gran éxito, El Tigre:

A lo largo de 1960, se incorporó de manera temporal el notable pianista Javier de la Cueva al line-up de Los Camisas Negras, logrando redondear de una manera fina y muy rocanrolera el sonido del grupo. Aquí un par de muestras de la potencia que le brinda con su piano a la banda, La Marcha de Los Santos y Vibraciones:

En la grabación del larga duración también intervinieron la antes mencionada Leda Moreno junto con Karen Roel (¿recuerdan que mencioné antes a esta niña?) así como los hermanos Ricardo y Eduardo Carrión -a la sazón novio de Leda- en los coros de estas rolas, Ahora o Nunca y Tú Me Perteneces, sendos covers a Elvis Presley y The Duprees:

Después de poner a la venta el LP y con pocos días de éxito posterior, el grupo se disuelve. César, un poco fastidiado de no ser el centro de atención se toma unas vacaciones en los Estados Unidos encontrándose a su regreso con una propuesta de parte de Paco de la Barrera (productor y ejecutivo de la Orfeón) para volverse solista. Sin pensarlo mucho deja al grupo ya que finalmente lo que él quería era brillar en solitario. Javier es apreciado y estimado en el medio y su amigo Dick (Ricardo Roel, después Ricardo Roca) le invita a integrarse a Los Hooligans para concursar en el certamen organizado por Radio Éxitos en noviembre de 1960. Carlos González Loftus decide retirarse prematuramente de la música, lo cual fue una pena por ser considerado a la fecha como uno de los mejores bajistas de esos días por su influencia jazzística. Se ha dedicado a la publicidad. Le envío un gran saludo.

Una gran adaptación al éxito de Billy The Kid, Los Tirantes del Delantal: 

Los fundadores de Los Black Jeans, los hermanos Diego y Juan Manuel se separaron por poco tiempo, dado que Diego apoya un rato a Los Sinners (quienes habían sufrido la prematura pérdida de Saturnino Sati Guzmán, su guitarrista fallecido en un accidente) con quienes graba la clásica La Novia de Mi Mejor Amigo. Se reunieron unos meses después en el proyecto de Los Hermanos Carrión, junto con el bajista Ricardo Escasena, de origen cubano. Vivieron un período interesante con ellos de sonados éxitos.

Finalmente, Diego estuvo un rato como guitarra solista en 1962 logrando piezas finas y deliciosas como El Espantapájaros Azul , Cosquillitas y la adaptación a la pieza de Brahms Sueño de un Adolescente, para Discos Orfeón.

La historia de The Black Jeans/Los Camisas Negras no tuvo un final feliz  pero sí una muestra del espíritu de los jóvenes de esos años y una celebración de vida, que es la finalidad de la presente columna.

¿Te gustan estas historias? Acompáñanos en el programa Rock 8:30, todos los jueves a las 20:30 horas para escuchar más de ellas, en compañía de la tribuna especializada del Rock And Roll mexicano conformada por un servidor, Carlos Moreno y Miguel Angel Brito, donde hablamos en serio del género. No te lo pierdas.

Nos vemos en mi siguiente columna. ¡Hasta la próxima!

 

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