Muchas veces nos encontramos con documentales que nos dan un retrato conmovedor y entrañable de un artista, en donde se habla de toda su carrera o se detienen en un momento importante de su vida, como lo han sido los casos de Searching For Sugar Man (Malik Bendjelloul, 2012) que revisa la vida e impacto del desconocido y olvidado músico Sixto Rodríguez, Amy (Asid Kapadia, 2015) que explora la corta existencia de Amy Winehouse, Cobain: Montage Of Heck (Brett Morgen, 2015) que nos da una visión de Kurt Cobain o George Harrison: Living In The Material World (Martin Scorsese, 2011) dedicado al exbeatle, en cada uno de estos no sólo conocemos la vida de estos artistas, sino que además vemos su parte humana, esa que nos muestra su sentir de la vida. A estos añadimos la película Brian Wilson: Long Promised Road (Brent Wilson, 2021).

Brian Wilson fue parte importante del grupo norteamericano, The Beach Boys, formado en el año de 1961 en la ciudad de Hawthorne, California, que estuvo integrado por sus hermanos Dennis en la batería y Carl en la guitarra, además del guitarrista Al Jardine y el vocalista, también pariente de los hermanos Wilson, Mike Love. En un principio las canciones del grupo reflejaron el ambiente de las playas californianas  y una juventud que se divertía con el surfin’. Su música se caracterizó por las armonías vocales que se integraban a melodías de un rock and roll que tuvo un sonido y estilo propio de la Costa Oeste de los Estados Unidos. Muchos de los éxitos del grupo, como Fun Fun Fun, I Get Around, Good Vibrations, Surfin’ USA (que está acreditada a Brian Wilson y Chuck Berry luego de un problema legal debido a una demanda de plagio), California Girls y Wouldn’ t Be Nice, entre muchas otras, llegaron gracias a las composiciones, varias de ellas en coautoría con Mike Love, y producción de Brian Wilson.

Pese al gran éxito que tenía con el grupo, Brian Wilson libraba una batalla con sus problemas personales, una de estas con su padre Murry Wilson que era el representante de The Beach Boys al que despidió en 1964  y quien no paraba de insultarlo y humillarlo así como quedarse con el catálogo musical del grupo y venderlo, de igual manera lidió con su problema auditivo, al estar casi sordo de su oído derecho, y asimismo con una enfermedad mental cuando se le diagnosticó un trastorno de esquizofrenia. En una entrevista, ofrecida a la revista Ability, el músico declaró: “Bueno, durante los últimos 40 años he tenido alucinaciones auditivas en la cabeza, todo el día, todos los días, y no puedo sacarlas. Cada pocos minutos las voces me dicen algo despectivo, lo que me desanima un poco, pero tengo que ser lo suficientemente fuerte para decirles: -Oye, ¿quieres dejar de acecharme? Vete a la mierda! ¡No me hables, déjame en paz! – Tengo que decir este tipo de cosas todo el día. Es como una pelea”.

Sumado a todo esto, tuvo una fuerte adicción a las drogas y a mediados de la década de los setenta, preocupados por su salud, su esposa contrató al psicólogo Eugene Landy quien se hizo cargo de su salud en general, pero luego de 15 años de tener un control absoluto sobre el artista fue demandado por explotar a su paciente. Landy se involucró en todos los aspectos de la vida de Wilson como figurar como colaborador en el primer álbum en solitario del cantante de 1988 (incluso tiene crédito como coautor del tema Love and Mercy)  y fue nombrado beneficiario en su testamento. En 1991 la familia demandó al doctor Landy y obtuvo una orden de restricción y posteriormente perdió su licencia para practicar la psicología en el estado de California. Brian Wilson en este siglo ha estado activo, aún realiza conciertos los cuales son muy bien recibidos por el público, sigue componiendo música, en donde como solista tiene once producciones discográficas en estudio.

La película documental Brian Wilson: Long Promised Road (2021) del director Brent Wilson (sin parentesco alguno con el músico y conocido por las cintas Scouting Camp: Next Olympic Hopeful del 2017 y Streelight Harmonies del 2020) es un retrato intimista del artista que creó obras como Pet Sounds (1966) y Brian Wilson’s Smile (2004). Con guión del propio cineasta y del periodista de la revista Rolling Stone, Jason Fine, quien ha escrito varios artículos dedicados al ex Beach Boys y se volvió amigo del músico, el film nos llevará por momentos vibrantes, polémicos y conoceremos más de la personalidad de ese hombre que mandó colocar su piano en una caja de arena en su sala.

Con montaje de Kevin Klauber y Héctor López, la obra explora por una parte la vida de Wilson en un orden cronológico ilustrado con imágenes de archivo que se centran más en su periodo con The Beach Boys y que se puede complementar con cintas como Brian Wilson: I Just Wasn’t Made For This Time (Don Was, 1995) y Brian Wilson: Songwriting 1961-1969 (Elio Espana, 2004).  El filme igualmente se enriquece con entrevistas a Bruce Springsteen, Elton John, Linda Perry, Don Was (que en la consola realiza un breve análisis del tema God Only Knows), Taylor Hawkins, Nick Jonas, Jakob Dylan, Gustavo Dudamel y Jim James del grupo My Morning Jacket (que además participó en el soundtrack con la canción Right Where I Belong) quienes darán cuenta del genio creativo de Wilson a lo largo de los años.

Curiosamente debido a su condición de salud mental y con el pretexto del nerviosismo que le provocan las entrevistas, el escritor Jason Fine decidió subirlo a un automóvil, en donde se colocó una cámara que registró todas sus emociones, para conducirlo por el área de Los Angeles y visitar lugares que fueron decisivos en la vida de Wilson. En este punto el documental se vuelve conmovedor al observar las lagrimas de Brian Wilson al recordar a sus hermanos fallecidos Dennis (del quien no había escuchado su álbum Pacific Ocean Blue y en una escena lo vemos sentado disfrutando de esa obra musical) y Carl (de quien dice que fue la mejor elección de que él llevara la primera voz en el clásico God Only Knows), así como amigos que él ignoraba que ya habían muerto; se detienen a comer y la gente lo saluda, su rostro emite un sonrisa forzada al hablar de los abusos del doctor Eugene Landy, que lo obligó a comer espagueti del suelo, y de su padre; también habla de sus esposas, adicciones y de su enfermedad mental. En cuanto al caso con Landy ese asunto se trató en el biopic Love & Mercy (Bill Pohlad, 2014) en donde Brian Wilson participó en el guión.

De igual manera lo podemos observar en el estudio de grabación rodeado de sus músicos y dando indicaciones en la grabación de las piezas que son parte de la banda sonora, así mismo lo vemos sobre los escenarios para presentarse en concierto (“Siempre estoy nervioso antes de un show, pero me toma solamente dos minutos quitármelos cuando estoy frente al publico”), un hombre incansable que la edad, ni las molestias de esta, lo detienen para seguir haciendo lo que más disfruta: crear música.

Brian Wilson: Long Promised Road es un excelente retrato de uno de los grandes genios que la música ha dado. La película nos lleva más allá del artista, nos presenta a un ser humano que ha tenido  sinsabores en la vida y su resiliencia ha hecho que sobreviva a ellos. Un personaje que sigue a la búsqueda de nuevas melodías que nacen de su mente y que ahogan esas voces destructivas que lo han acompañado gran parte de su vida. Como recuerda Don Was cuando platicó con él y confesó: “Sigo tratando de hacer un disco que supere a Rubber Soul”.

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