Dentro del cine y televisión existe un subgénero (si se puede decir así) llamado biopic, que lleva a la pantalla la biografía de personajes célebres dentro de la política, la sociedad, la cultura y el espectáculo. A lo largo de los años se han realizado muchos biopics que tienen que ver con personajes de la música, desde la cinta de Ken Russell, Litztomania de 1975, que revisaba la vida del compositor Franz Lizst hasta obras como The Buddy Holly Story (Steve Rash, 1978) o Ray (Taylor Hackford, 2004) que habla de la vida de Ray Charles, las cuales son ejemplos de buenas películas. Incluso varias de ellas han tenido notoriedad entre la crítica especializada y público, lo cual las ha llevado a obtener premios en galas cinematográficas. Por supuesto que dentro de todas estas cintas nos encontramos con obras curiosas que las vuelven diferentes como Better Man (2024), que nos deja ver una parte de la vida del músico británico Robbie Williams.
Robbie Williams es una de las estrellas del pop o rock pop surgidas en Reino Unido hacia la parte final de la década de los noventas. Con su primer álbum como solista, Life Thru a Lens (1997), llegó al primer lugar de popularidad. Además sus sencillos Angels, Let Me Entertain You y Old Before I Die se volvieron grandes éxitos entre los jóvenes de Inglaterra y Europa. A partir de ese momento cada LP que ha publicado no ha dejado de ocupar la cima de los charts europeos y de otras partes del mundo. Por supuesto que también han existido tropiezos en su carrera y vida personal debido a su rebeldía y a los excesos que conlleva la fama.
La película Better Man, dirigida por Michael Gracey quien ha realizado cintas como la espectacular The Greatest Showman (2017) y el documental acerca de la cantante Pink, Pink: All I Know So Far (2021), nos lleva por la infancia, juventud, así como el ascenso a la fama de Robbie Williams. Al inicio del filme una voz en off, del propio músico, nos explica que lo que veremos en toda esta película es la forma en la que él se percibe, es decir en la figura de un chimpancé, lo cual marca una diferencia de otras biografías hechas para cine, sin llegar a la autoparodia tipo Weird: The Al Yankovic Story (Eric Appel, 2022). El efecto de CGI, parecido al utilizado en la saga de The Rise/Dawn/War/Kingdom Of The Planet Of The Apes (Rupert Wyatt, Matt Reeves, Wes Ball. 2011, 2014,2017,2024), transforma a Williams (interpretado por Jonno Davies) en un simio; en una atracción de circo dentro de ese mundo salvaje y despiadado que es la fama, en donde se expone y magnífica cada momento de éxito, fracaso y escándalo.
Con guión del propio Gracey, en colaboración con Simon Gleeson y Olive Cole, la historia nos lleva por episodios claves en la vida del músico, como el abandono de su padre Peter Conway (Steve Pemberton) y el amor hacia su abuela (Alison Steadman),su admiración por el llamado Rat Pack (que fue integrado por Frank Sinatra, Dean Martin y Sammy Davis Jr.), sus sueños de fama que se concretan con su ingreso al grupo Take That (que inicia como una boyband hecha para el circuito de antros gay y posteriormente entran en el gusto de las chicas), sus problemas con su compañero de banda Gary Barlow (Jake Simmance), su expulsión del afamado quinteto, su relación amorosa con la integrante de All Saints, Nicole Appleton (Reachelle Banno), su triunfante carrera como solista, la admiración que siente por los hermanos Gallagher de Oasis, su obsesión por presentarse en el Parque de Knebworth y por supuesto su adicción y abuso de las drogas que casi terminan con su carrera.
La experiencia de dirigir una película como The Greatest Showman (que nos contaba la vida del visionario empresario circense P.T. Barnum) lleva a Michael Gracey a crear secuencias musicales visualmente bien elaboradas con fotografía de Erik Wilson, como esa fiesta callejera bien coreografiada que adorna la canción Rock DJ al momento en que Take That obtiene su contrato, la tristeza por una pérdida en Angels o el tocar fondo con Come Undone que lo lleva hundirse en un lago. Como ocurre en todo biopic, siempre existen libertades dramáticas en la historia, en donde varios sucesos no ocurrieron como se narran a cuadro, pero son precisamente estos detalles los que adornan ese universo, porque nos llevan por esa visión subjetiva que pudiera estar (o no) dentro de la cabeza del artista (principalmente el mostrarse como un mono), como esas secuencias en donde se representan sus temores e inseguridades con las miradas y ataques verbales de simios dentro del público en cada concierto.
Al igual que películas como la cursi Bohemian Rhapsody (Bryan Singer, 2018) o la reciente A Complete Uknown (James Mangold, 2024) que sólo retoman una parte de la historia del grupo Queen (centrándose en Freddie Mercury) y de Bob Dylan, aquí en Better Man vemos el ascenso a la fama de Robbie Williams y su llegada al Royal Albert Hall en el 2001. Quizá se puede pensar que el haber vuelto al cantante en un chimpancé hace que la cinta no sea una historia tan personal, que lo que se observa en pantalla no sea la vida de Williams sino la de un disfraz que cubre sus defectos y vicios, pero Gracey logra que a través de esa criatura podamos ver al músico tal como es, con todas sus vicisitudes de vida.
La película de Michael Gracey, Better Man, se suma a las biopics convencionales. Pese a darle el detalle del simio protagonista, no llega (tampoco lo busca) a ser algo innovador como por ejemplo lo fue la cinta I´m Not There (Todd Haynes, 2007), en donde se narra “la vida” de Bob Dylan con siete personajes en situaciones distintas, muchas de ellas basadas en la imaginación del músico. Pero finalmente es una buena propuesta visual, además así es como Robbie Williams quiere que se le vea: como una atracción enjaulada la cual busca su propia libertad en un mundo circense cada vez más desquiciado y acelerado.
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