1966 fue un año de enfrentar muchas situaciones (que incluso los pusieron en peligro) o tomar decisiones que marcarían momentos fundamentales en la carrera de The Beatles.

Fue un año en que las giras ya no eran tan gratas, se habían convertido en un verdadero martirio ya que nadie podía escuchar lo que cantaban, daba lo mismo. Podíamos cambiar las letras de las canciones y nadie se daría cuenta”  explicó John Lennon. Incluso se les dificultaba escucharse a ellos mismos al no tener la tecnología con la que hoy en día contamos. A pesar de que la compañía que fabricaba los amplificadores Vox les construyó unos con mayor voltaje, como los hizo para el concierto del Shea Stadium en agosto de 1965, el griterío era ensordecedor.

Llegaban momentos de tedio y aturdimiento. “Hacíamos apuestas en el hotel para saber en qué ciudad estábamos e íbamos a actuar.aseguró Ringo Starr, durante la última gira que hacían por Estados Unidos.

Las conferencias de prensa dejaban atrás las preguntas obligadas; ¿qué disco sacarán esta vez? ¿quién les diseña sus trajes? ¿se cortarán alguna vez el pelo? ¿en dónde actuarán esta vez?… ahora empezaban a ser más sesudas, querían tener las opiniones de ellos sobre la guerra de Vietnam, los enfrentamientos raciales en ciudades como Detroit, Chicago, el sexo, la píldora anticonceptiva, la homosexualidad, el divorcio… en fin, la evolución estaba en camino.

Fue justo el 4 de marzo de ese año, cuando Maureen Cleve, periodista del Evening Standard y a quién se le asumía haber tenido una relación extramarital con John Lennon, le recogió la siguiente declaración: “El cristianismo, se irá, se dispersará, se convertirá en otra cosa. Es una discusión que se hará posible. Esa será la razón que hay muchas cosas por encima. Tengo razón y se demostrará, incluso ahora nosotros (The Beatles) somos más famosos que Jesucristo. No se qué desaparecerá primero, si el rock´n roll o el cristianismo”.

Las reacciones no se dejaron esperar. Los sectores más conservadores como la iglesia católica y otras más evangélicas, protestantes y cristianas afines, no sólo lanzaron sus críticas hacia lo dicho, por aquel entonces uno de los cuatro hombres más famosos en el momento, sino llegaron hasta prohibir su música entre sus fieles.

Pero no todo quedó ahí. Se iniciaron campañas sobre todo en los estados centro sur de los Estados Unidos bajo la consigna Stamp Out the Beatles (aplasten a los Beatles) como sucedió en Alabama, lugar donde en efecto se realizaban enfrentamientos raciales contra las fuerzas del orden y contra los grupos supremacistas como el Ku Klux Klan .

La estación de radio WAQY de Birmingham acometería el rompimiento al aire de los discos del cuarteto y convocó a una quema de pilas hechas con fotografías, posters, discos, muñecos, loncheras, ropa, vajillas, juegos de mesa, vasos y cubiertos con las efigies de The Beatles desencantados por aquellas declaraciones, que de algún modo no tan significativo, provocó una cierta caída en los ingresos de las marcas que los auspiciaban, los sellos discográficos y sus royalties (regalías) por sus emisiones de su música.

A pesar de ello, la creatividad en la música no cesó, había la necesidad de crear nuevos sonidos, experimentar, hablar en sus letras de otras cosas que simples canciones de amor. Incluso rechazaron otros proyectos como la filmación de una nueva película con la United Artists que ya tenían contrato para hacerlo año tras año. Su involucramiento con nuevas tendencias como lo fueron las teorías del filósofo Timothy Leary, un psicólogo de la Universidad de Harvard, quién fundó una guía espiritual basada en filosofías, creencias y rituales de culturas ancestrales como el budismo tibetano, el taóismo, el Zen y el yoga, a través de drogas alucinógenas. Esto sería fundamento de algunas de las teorías del movimiento “hippie”, como las de Ken Kesey, líder de los Merry Pranksters, un grupo que subido a un camión escolar, pintado con alusiones psicodélicas (después sería base para el autobús del Magical Mystery Tour) que recorrieron todo el territorio norteamericano predicando con música, convivencia musical y drogas el nuevo sentido la armonía, la paz y el amor, aunque también contaron con la presencia de Charlie Manson.

De ésta manera, The Beatles entraron con ideas muy novedosas a los estudios de Abbey Road. Así nacería, tanto en el entorno técnico con innovaciones para cada instrumento y voces, músicos hindúes y clásicos y conceptos muy diferentes en sus letras, el álbum Revolver, del cual aquí en El Círculo Beatle ya ha publicado una reseña al respecto.

Sin duda, Revolver se convirtió en un parteaguas dentro de su carrera y marcó definitivamente un hito en la historia del Rock.

No habían sacado un sencillo previo al lanzamiento del álbum con algunas canciones del mismo, sino que hicieron uno propio con dos números escritos por Lennon y McCartney: Paperback Writer y Rain acompañados por sendos film clips promocionales dirigidos por Michael Lindsay-Hogg, quien tres años después los dirigiera en la película de Let it be. El sonido ya mostraba una singular evolución. El uso de cintas al revés dentro de la misma secuencia de notas como lo hiciesen en Rain, o el uso del feedback más atenuado como en Paperback que se hizo a partir de la famosa canción infantil francesa Frere Jacques (martinillo). Hubo dos versiones del clip promocional, uno en los jardines del castillo del Conde de Chiswick y otra en los estudios de la BBC donde se hiciera también la sesión de fotos para la contraportada del Revolver por Robert Freeman.

Pero los compromisos estaban pendientes de cumplirse y se tenía que viajar. Y vaya que si eran unos viajes importantes, uno de ellos era en la entonces Alemania Occidental en el Circus Krone de Munich y luego reencontrarse con la legión de sus primeros fans en Hamburgo en el Ernst Merck Halle el 26 de junio.

De ahí sería volar casi al otro lado del mundo, haciendo una escala en Anchorage Alaska para llegar al aeropuerto de Narita en Tokyo Japón, la tierra del sol naciente. Ahí comenzarían una etapa difícil y de terror ya que al llegar a su presentación en el Budokan, un lugar consagrado a las artes marciales como la lucha Sumo, esperado por sus miles de fans pero amenazados por grupos tradicionalistas que rechazaban que hubiese un concierto de música moderna en un lugar casi sagrado y lo consideraban una falta de respeto además de ser una ofensa. A no ser por la policía local que impidió que manifestantes armados con bastones kendo para golpear a las beatle fans niponas y a los mismos Beatles, las cosas se hubieran puesto peor. Y si esto no fuera suficiente, en el hotel Tokyo Hilton donde se hospedaban recibieron varias llamadas amenazantes, una de ellas que aseguraba habría un potente explosivo en el escenario. Tan así, que el rostro de Ringo en el concierto, transmitido por televisión en vivo, estaba desencajado y falto de aquella sonrisa que siempre le acompañaba tras la batería durante los conciertos.

Tan así fue la “disciplina” que les impuso Brian Epstein, en acuerdo a el servicio secreto japonés y la policía de Tokyo, que no se les permitiría salir del hotel para lo cual estuvieron acompañados de su equipo de siempre, Mal Evans, Neil Aspinall, su agente de prensa Derek Taylor junto con Tony Barrow  y el asistente personal de Epstein, Peter Brown, y el jefe de contrataciones de NEMS Vic Lewis y que esta vez estaría el fotógrafo Robert Whitaker, el mismo que les había hecho la portada frustrada del “butcher” del disco Yesterday & Today. Les pusieron juegos de mesa y pinceles y lienzos para pintar, a manera de “terapia ocupacional” ante el obligado encierro. Sin embargo, a pesar de la “férrea disciplina” de Mr. Epstein, John, Paul y George tuvieron la oportunidad de escaparse de incógnitos con disfraces que les habían conseguido Mal y Derek, bajo sobornos a los guardias del hotel y ser guiados a uno de los mejores burdeles de la capital nipona.

https://www.youtube.com/watch?v=c9bRVuqAyy4&ab_channel=GreatestHitsMusic

La siguiente parada sería, lo que iba a ser su peor pesadilla: Manila, Filipinas.

Filipinas estaba entonces gobernado por una dupla de dictadores: Ferdinand Marcos y su esposa Imelda, casi vistos a nivel de dioses por un pueblo embelesado que los protegía mejor que a sus propias vidas. Una pareja llena de lujos extravagantes, acaudalados y adornados por todo un sistema de “culto a la personalidad” que les otorgaba bustos y monumentos por toda la ciudad. Lo mismo que siempre se acompañaban por un siniestro séquito de guardias y golpeadores profesionales que los cuidaban día y noche.

Fue el Coliseo Araneta de Manila quien los recibió con una audiencia de más de 100,000 fanáticos que los recibieron con entusiasmo y fervor aquel 4 de julio de 1966. Al parecer, todo iba bien, el calor veraniego caía pesadamente pero no así aquel griterío que aplaudía cada número que presentaban.

La lista de canciones de aquel año se componía de la siguiente manera en los conciertos en las giras que hicieron por el lejano oriente y Estados Unidos:

Rock´n Roll Music (Chuck Berry) John

She’s a Woman (Lennon/McCartney) Paul

Baby’s in Black (Lennon/McCartney) John y Paul

If I Needed Someone (Harrison) George

Day Tripper (Lennon/McCartney) John y Paul

I Feel Fine (Lennon/McCartney) John

Yesterday (Lennon/McCartney) Paul

I Wanna Be Your Man (Lennon/McCartney) Ringo

Nowhere Man (Lennon/McCartney) John

Paperback Writer (Lennon/McCartney) Paul

I´m Down (Lennon/McCartney) Paul

Al finalizar la actuación, agotados y abrumados por el gentío y el pesado calor tropical, se fueron al hotel, impresionados por haber tocado frente a la mayor audiencia que habían tenido en un estadio en su carrera. No sabían entonces lo que sucedería poco después.

Imelda Marcos era una mujer muy temida y a la vez muy admirada que detendría un mayor poder frente a su esposo Ferdinand, una especie de Eva Perón a la que no se le podía negar nada. The Beatles llegaron a descansar a sus habitaciones del Hotel Intercontinental de Manila a jugar naipes, beber whisky con coca cola y un porro de marihuana para relajar los ánimos. Casi de inmediato, un enviado especial de Malacachang, la fortaleza donde residía la pareja presidencial, llegó al hotel y le entregó a Vic Lewis una “cordial” invitación para The Beatles para que se presentasen a una “fiesta” en su honor. Lewis simplemente ignoró la invitación en virtud de que Epstein había girado la política desde siempre del no acudir a ninguna recepción oficial para evitar que el nombre de The Beatles se mezclara con algún juego o ideología política. Así que la invitación quedó encima de un cenicero de plata.

Cerca de las 10 de la noche, Lewis fue sacado de su habitación por cuatro hombres vestidos de militar y conducido a la comisaría de policía para ser interrogado del por qué no habían acudido a la recepción, en honor a The Beatles, organizada por la señora Marcos con trecientos niños huérfanos y lisiados por la guerra. Habían ofendido severamente a ésta mesías tropical y era una ofensa a nivel diplomático, intolerable y exigían la salida inmediata del país.

Un amargo despertar.

A la mañana siguiente, sin haber notado la ausencia de Lewis, The Beatles se preparaban para tomar su desayuno después de un buen duchazo. Mal Evans solicitó los desayunos para todos pero estos no llegaban. Bajó a la administración que se encontraba totalmente vacía. No había personal alguno que los atendiera. De pronto vio los diarios en el contenedor del looby. El encabezado del Manila Herald era aterrador: “The Beatles snub a dinner in their honor” (Los Beatles desairan una cena en su honor) con una fotografía de Imelda Marcos triste y apesumbrada saliendo del salón de recepciones. Mal subió con los diarios y alarmó al grupo y a Brian que ordenó se apartara el vuelo 862 de la KLM (holandesa) para tomarlo rumbo a Londres lo más rápido que fuera.

Ante la ausencia de personal de ayuda del hotel, tuvieron que cargar con todo el equipo y subirlo a las limousinas Cadillac ellos mismos. La hostilidad se mostraba en cada uno de los empleados y policías que aguardaban a los muchachos, una tensión en el aire que se podía sentir a gran distancia. La caravana de autos ya con todos adentro, salió por las calles hacia el aeropuerto internacional de Manila, mientras una enorme multitud de más de 60 mil ofendidos filipinos apedreaban e insultaban el paso de las limousinas apenas detenidos por vallas de guardias militares que de pronto se unían a la protesta popular que contrastaba muy considerablemente con su llegada dos días antes cuando una cantidad igual de fanáticos los habían recibido como la más grande recepción en un aeropuerto para The Bealtes.

La llegada al aeropuerto no fue tan grata. El grupo inglés con Brian y asistentes se tuvieron que abrir paso ante una enardecida multitud que los golpeaba y pateaba, manipulados y azuzados por las famosas “guardias de la familia Marcos”. Mal Evans, el gigantón ayudante, cual tacle de futbol americano, quitaba golpes y con su cuerpo abría el paso necesitado. Llegaron rápidamente al mostrador de la KLM donde le anunciaron que el vuelo 862 ya estaba con pasajeros a bordo esperándolos. Los empleados de vigilancia y carga siguieron obedeciendo la consigna de insultarlos a su paso hasta que abordaron aquel DC-8. Ya sentados en sus asientos, todavía un militar encargado de migración subió al avión para solicitar la presencia de Neil Aspinall porque parecía que había algo “extraño” en su maletín de mano y “anomalías” en su pasaporte. Neil tuvo que bajar del aparato para ser interrogado. John tuvo un ataque de risa histérica sabiendo que en sus equipajes había droga y eso sería una verdadera tragedia. Finalmente Neil regresó logrando un retraso en el vuelo y el enojo del resto del pasaje. Brian suplicó al capitán del vuelo, bañado en lágrimas, que saliera lo más pronto posible. El vuelo salió con un temor generalizado y todos suspiraron de alivio cuando el McDonell Douglas 8 subió al aire.

Brian Epstein lloró desconsolado en el baño del avión sintiéndose culpable y redactando cartas de disculpas para ser enviadas vía el embajador británico en Manila a la señora Marcos. Al llegar a Londres fue internado con una hinchazón y ronchas en todo el cuerpo debido a una alteración glandular, según los médicos y ser recetado con un buen número de medicamentos.

El vuelo tuvo una escala en Nueva Delhi, capital de la India, donde The Beatles bajaron para comprar artesanías y el primer citar de George Harrison que ya tomaba clases con su maestro y gran amigo Raví Shankar.

Las giras tenían que continuar y el último tramo sería en su cuarta visita a los Estados Unidos.

Apenas convaleciente, Epstein fue convocado por los muchachos para hablar seriamente. Ésta sería la última gira que harían. No más. Brian sabía de los compromisos, algunos de ellos cancelados (entre éstos México) pero la decisión estaba tomada. Una nueva etapa se aproximaba; la era de estudio de grabación.

Una gira tormentosa.

Si, la última gira por la Unión Americana no iba a ser un cheese cake. Tiempos de lluvias, estadios y auditorios con menos audiencia que en las anteriores y protestas generalizadas porque no olvidaban las declaraciones de Lennon sobre el cristianismo a pesar de la disculpa ofrecida (requerida de manera imploratoria por parte de Brian a John) a los medios para entender que no quiso ofender a nadie al hablar de religión y que tan sólo era comparar que cualquier cosa, como la televisión o el cine, adquirían mayor interés que la religión misma. Solo era un comparativo.

Sin embargo, los grupos radicales estaban dispuestos a boicotear las actuaciones de The Beatles en ciudades como Memphis, Tennessee, donde se habían reunido caravanas de miembros del KKK para rodear el auditorio e impedir el acceso a los beatle fans. La policía tuvo que hacer vallas especiales y redoblar la vigilancia ante el acoso de este grupo racista. Las amenazas no cedían en algunas partes y algunas tiendas de discos sacaron de sus listas los discos de The Beatles de sus estantes. En una actuación en Dallas, Texas, un petardo cayó cerca de la batería de Ringo y casi a los pies de George. El avión a su salida no fue la excepción a estos ataques furtivos. Un chico, desde afuera de las vallas de las pistas de rodaje, disparó en contra del avión donde iban The Beatles con un rifle de diábolos dañando parte del fuselaje mientras estaba tomando pista. Era demasiado.

El final tenía que llegar.

Fue así que el 29 de agosto de ese memorable año hicieron su último concierto público y al aire libre en el estadio Candlestick Park de San Francisco California, ante 60 mil asistentes, en un escenario en medio del diamante de baseball, rodeados de un enrejado y una valla de policías que contenían a los fanáticos, al igual que el Shea Stadium en Nueva York un año antes, que se brincaban el estrado para saltar al diamante empastado y ser detenidos por los policías.

El concierto fue grabado por Tony Barrow a petición de Paul en su grabadora Uher y sólamente películas caseras de 8mm y super 8 de los fanáticos lograban algunas escenas del concierto que posteriormente fueron publicadas una vez digitalizadas y guardadas para la posteridad.

Un nuevo camino, nueva música.

The Beatles necesitaban con urgencia un cambio y lo mostraron sin llegar a cruzarse de brazos. Incluso las intenciones personales de cada uno serían parte de ese cambio. En la entrevista que John Lennnon le hiciese la revista Rolling Stone en 1971, la primera que se le hacía a un beatle después de la separación, declaró que justo en 1966 él ya tenía la intención de dejar a The Beatles porque sentía un vacío en su creatividad y necesitaba expresarse por él mismo en lo individual, como ya lo había hecho con sus libros In his own writte y Spaniard in the work. No quería ser parte de un grupo que lo marcara para siempre y terminar sus días siendo un beatle, sino simplemente ser John Lennon.

Fue así que lejos de tomar unas simples vacaciones, incursionó como actor en el cine en la película How I Won the War de su amigo Richard Lester, una película satírica sobre la guerra al mejor estilo de Lester y de la cual ya publicamos aquí en El Círculo Beatle en las reseñas de sus películas. Ahí en las locaciones de Almería España, compondría la letra y los primeros acordes de lo que sería una de sus obras maestras: Strawberry Fields Forever.

Paul no se quedó atrás y compuso junto con George Martin el soundtrack de la película The Family Way de los hermanos Botling causando una gran sorpresa y demostrando su enorme capacidad como arreglista musical.

George, ya metido en la filosofía védica, la meditación trascendental, el yoga y la cultura hindú, viajó con su ya esposa, Pattie Boyd, ya señora Harrison entonces para viajar de regreso a la India y

continuar con sus contactos con músicos hindúes al igual cimentar su amistad y sus estudios con el maestro Raví Shankar.

Ringo participaría como actor en algunos programas de televisión.

Así fue que ya en diciembre de ese año, después de todas esas dificultades, que empezaron esa llamada Era de Estudio donde darían al mundo lo mejor de su obra musical empezando por lo que sería el álbum que cambió la historia del Rock. Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band.

 Y hasta aquí mi colaboración semanal para El Círculo Beatle, esperando haya sido de su agrado y también agradecido por sus comentarios que me hacen llegar.

Hasta la vista y no olviden nuestros programas semanales de El Círculo Beatle:

NotiBeat, todos los martes a las 8 pm con Tere Chacón y Roberto Carlos Balmori dando las noticias y temas de actualidad con un toque musical.

El Escape de la Banda, con Arturo Espinosa y Sergio García con amplísimos temas sobre todo aquello que rodea al espectáculo, la música, el arte en todos sus aspectos. Todos los miércoles a las 8 de la noche.

Rock 8:30, toda la historia del Rock’n Roll mexicano desde sus inicios y sus máximos exponentes con Arturo Miranda, Carlos Moreno y el anfitrión Marco Antonio Brito. Los jueves a las 8:30 pm.

Y todos los viernes regresa El Círculo Beatle con todo lo referente de John, Paul, George y Ringo. Su música, sus discos, sus conciertos, sus películas, sus anécdotas, ¡Todo lo relacionado al cuarteto Liverpool! Con los expertos en la materia, Tere Chacón, la Jefa Beatlera, Arturo Espinosa y Marco Antonio Brito.

 

BEATLES 4EVER!!!!

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