Son muchas las leyendas que se escribieron y circularon sobre seres mitológicos o fuera de lo común que habitaron  ese neblinoso terruño que se levanta sobre el Océano Atlántico Norte: la Gran Bretaña. Tierra de caballeros, de reyes y reinas, de príncipes y ladrones, de monstruos y hechiceros: el rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda, Robin Hood, el mago Merlín, Jack y el gigante Cormorán, Sherlock Holmes, James Bond, Jack el destripador, hasta el monstruo del lago Ness, entre tantos otros. Muchos hechos y leyendas quedaron grabados en las magistrales plumas de William Shakespeare o de Sir Arthur Connan Doyle. Hacia fines del siglo XX de la Era Cristiana, se erigió una leyenda particular. Particular porque se trata de un personaje de caracteres mitológicos en medio de una sociedad gobernada por la razón y el conocimiento. La información fue encontrada en una nube virtual encriptada en bits por la que pudieron reconstruirse los acontecimientos sucedidos varios siglos atrás. Según allí se refiere, Sir Paul McCartney, caballero de la Orden del Imperio Británico, participó de una agrupación que, según parece, transformó la música popular que se escuchaba por ese entonces. Al estilo de los caballeros de la Mesa Redonda, esta agrupación que llevó el extraño nombre de The Beatles, realizó una travesía a lo largo del planeta durante ocho años. En realidad, cuatro. Los otros cuatro se encerraron en un misterioso castillo londinense desde donde brotaban continuos destellos de magia. Pero, en los primero cuatro años, lograron sumar una gran cantidad de adeptos a la causa hasta en las tierras más remotas, viajando a través de una nave marina de color amarillo. El nombre de los cuatro caballeros era Sir Paul McCartney, Sir Ringo Starr, George Harrison y John Lennon. Este último devolvió la condecoración al no acordar con ciertas políticas que la corona realizaba por distintos lugares del mundo. A continuación presentamos una foto tomada por esos días que muestra como lucía esa cofradía de extraño nombre:

Junto con la foto se encontró un registro audiovisual que nos permite conocer el avanzado sonido  que prodigaban esos guerreros como también la proclama que esgrimían a partir de su lírica.

Lo cierto es que en el año de 1970 la organización se disolvió y cada juglar tomó caminos separados. Podría desarrollarse la leyenda de cada uno de ellos. De hecho se han encontrado archivos digitales que dan cuenta de sus distintas hazañas. Sin embargo, hoy vamos a referirnos a uno de ellos Sir Paul McCartney, también conocido como “el señor de los sonidos”.

Este guerrero zurdo de incomparable talento tiene compuestas más de mil canciones –hecho prácticamente increíble para una sola persona-; algunas de ellas quedaron como patrimonio de la cultura universal por la cantidad de interpretaciones. Se dice que “Yesterday” (1965) es su tema más versionado con 1600 grabaciones y algo así como siete millones de interpretaciones en vivo. Veamos uno de esos registros, una versión realizada por un músico muy conocido por ese entonces:

Luego de la separación de la cofradía, el guerrero zurdo se refugió en su fortaleza escocesa junto a su familia y en medio de la naturaleza, el mar que golpeaba los acantilados y los animales de su granja diagramó un nuevo trabajo, un disco en el que él tocaría todos los instrumentos. Esta particularidad se extendería por dos discos más con una década de diferencia cada uno. El tiempo no parece ser una variable que afectara a este caballero.

Científicos  de distintas épocas han estudiado los hechos que convocan la leyenda y se preguntaron ¿Cómo puede alguien mantenerse vigente en medio de una época tan cambiante? ¿Cómo puede un músico incursionar en géneros y estilos tan diferentes como el rock, el folk, la balada, el glam, la música electrónica, entre tantos otros, y mantener un estilo propio? ¿Cómo puede ser que alguien avanzado en edad realizara colaboraciones con músicos muchos más jóvenes? A ello hay que sumarle la realización de bandas de sonido para films de época (“Live and let die”, 1973); la incursión en la música clásica (Liverpool oratorio,  1991); o la canción de estilo infantil (“We all stand together”, 1984) junto al coro de la rana. Por esos años armó y desarmó otra gran banda, esta con un nombre menos exótico (Wings, 1971-1981).

Hacedor de bellas melodías, artesano incansable de la sustancia sonora, cuentan testigos presenciales que convocaba cual hechicero a Euterpe, diosa griega de la música, quien acudía al llamado dócil y servicial rodeada de diversas musas; incluso, a veces, se le hacía presente en sueños. Detallan también estos testigos, que del cuerpo de Macca –así  se lo conocía en la comarca- brotaban innumerables sonidos que al contacto con el aire se encadenaban. Entonces, como un mago generoso, cedía bellas melodías a otros músicos que no habían sido tan agraciados con el don de la composición. Por ejemplo esta canción que dio a un excéntrico cantante, un tal Rod Stewart.

Como otros conquistadores, ha surcado el mundo de norte a sur y de este a oeste llevando tesoros sonoros por todas las tierras. Cuando parecía que ya se retiraba a descansar, volvió a sorprender con una nueva y excelente producción (Egypt Station, 2018) acompañado por una nueva gira mundial. En esa oportunidad, al final de cada concierto saludaba con un “hasta la próxima”. La multitud emocionada recibía el saludo como la posible despedida de un guerrero incansable que ya rondaba los setenta y seis años de edad. Sólo la atroz pandemia que azotó al planeta durante los años 2020 y 2021 pudo detenerlo. “Detenerlo” es un decir. Encerrado en su fortaleza dio a luz el tercer álbum de la trilogía (McCartney III, 2020) en el que ejecuta todos los instrumentos. Sin embargo, en febrero del año 2022 del calendario lunar, el viejo hechicero realizó un nuevo milagro. Y como hombre de palabra, cumplió: “Al finalizar el último tour dije que los vería una próxima vez. Dije que volvería a encontrarme con ustedes. Bueno, volví” (Got back!).

Aún hoy, varios siglos después, mientras los científicos se preguntan si pudo haber existido una persona real con esas características y los defensores de las teorías cósmicas sugieren que fue un ser de una galaxia muy lejana que llegó a este mundo con un mensaje interestelar, su música, ese generoso e inconfundible sonido, sigue surcando este bello planeta.

Bernardo Suárez
Buenos Aires, 20 de febrero de 2022.

 

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