Este 18 de mayo se cumplen 38 años del suicidio de Ian Curtis, quien fuera no sólo el vocalista de una de las bandas más emblemáticas de los años sino quien significara también un parteaguas como poeta maldito del rock.

Su corto paso por la escena deja fichados dos trabajos: “Unknown Pleasures” publicado en 1979 y “Closer” el cual se editaría dos meses después de la muerte de Curtis.

No soy propiamente de su tiempo, pero realmente me he percatado de la influencia que sigue generando aquel chico con voz espectral y que deleitaba con su extraña forma de bailar en el escenario bautizada como “epilepsy dance”. Ese baile que muchas veces el publico presenció en vivo y que a veces no imaginó pasaba en realidad.

Las nuevas generaciones encuentran eco en las letras de aquél joven músico que se acompañaba de una guitarra Vox Phantom VI Special, su legado sigue moviendo a las masas que conquistó hace algunos ayeres en compañía de una de las bandas más innovadoras de su momento.

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Se podría decir que fue de esos genios incomprendidos que a lo largo del tiempo ha cobrado relevancia básicamente por su forma de escribir. Su paso de ningún modo podría llamarse fallido ya que aunque breve fue y sigue acaparando los reflectores.

El joven que padecía epilepsia y evocaría casi de manera perfecta en bailes en el escenario aunó su descontento con el mundo refugiándose en su soledad, cuestión que le permitió ser un ávido lector de escritores como Kafka, Burroughs, J.G. Ballard y Sartre, así mismo sus influencias radicaban en grupos oscuros como Velvet Underground.

Iggy Pop, David Bowie y The Sex Pistols también formaban parte de su ideología musical, lo cual se hizo palpable en sus proyectos con Joy Division, esto junto con su manía por incluir portadas en blanco y negro y su afición por la estética y conceptos nazis (muy popular en bandas de ese momento) serían uno de los sellos que caracterizarían a una de las bandas más emblemáticas de fines de los 70 y que prometía cambiar el rumbo hasta ahora decadente del punk.

Se piensa que su suicidio se desencadenó debido a sus múltiples ataques epilépticos que se habían acentuado y también sus problemas matrimoniales a causa de una relación extramarital, pero sin duda quizás su mismo desánimo por la vida y sus adicciones lo pondrían en el filo de la vida y la muerte.

Si bien no se sentía un buen padre y quizás no lo fuera por sus constantes altas y bajas personales, lo que sí se puede destacar es que fue una de esas almas solitarias que intentó como pudo sobrellevar toda la avalancha de eventos que se le pusieron enfrente.

Un dato que apunta que su muerte pudo haber sido inducida quizás también fue que antes de quitarse la vida vio la cinta “Stroszek” del director Werner Herzog, la cual relata el suicidio de un cantante que se debatía entre dos amores y al momento de ser encontrado sin vida en la tornamesa sonaba “The Idiot” de Iggy Pop.

Entre su legado se pueden destacar temas icónicos como “Dead Souls”, “Isolation”, “Disorder”, “Digital” y “Love Will Tear Us Apart”, la más famosa del grupo y cuya letra fue utilizada en su epitafio.

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Artistas como U2, Morrisey, Nine Inch Nails, The Wombats, Galaxie 500 y la banda argentina Los Planetas han sido electrificados por la personalidad enigmática de Curtis al grado de versionarlo o dedicarle algún tema.

En homenaje sus compañeros de Joy División, Peter Hook y Bernard Sumner le dedicaron el tema “Elegía” en un nuevo proyecto musical llamado New Order y rescataron temas como “Ceremony”, esa amistad se redefinía en estas letras que evocaban al amigo caído y al cual conocieron en 1976 durante un concierto de los Sex Pistols.

El cine también se dejó seducir por Ian Curtis y en el año 2007 el director Anton Corbijn llevó a cabo el biopic “Control” mismo que está basado en las memorias “Touching from a distance” escritas por la viuda del cantante, Deborah Curtis, que publicó en 1995.

La cinta fue galardonada con el premio a Mejor Película Europea en el Festival de Cannes.

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En tanto en ese mismo 2007 el cineasta Grant Gee realizó una reconstrucción de la vida del revolucionario cantante a través del documental “Joy Division” donde capturó declaraciones y testimonios de amigos y familiares cercanos, dejando un material que recoge lo mejor de la esencia del músico fallecido a los 23 años.

La canción “Ceremony” fue interpretada por primera y única vez en la que fuera la última presentación de Joy Division en el High Hall de la Universidad de Birmingham en 1980.

Al momento de su muerte estaba por iniciar la que sería su primera gira con Joy Division y su hija Natalie tenía tan sólo un año de edad.

Como curiosidad podemos mencionar que Joy Division son más populares en la Ciudad de México que en su natal Manchester.

“Todo tiempo pasado fue mejor” se dice por ahí y más lo es cuando te dejas seducir por diversos géneros musicales que si bien en este caso se decantan por emociones más bien viscerales, sólo se puede ahondar que hay música para todo tipo de ánimos o situaciones y como bien diría Ian Kevin Curtis : “Escribo sobre las diferentes formas en que la gente tiene para superar ciertos problemas y cómo hacen para adaptarse a ellos”.

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