En la historia de la Industria de la Música, la década de los ochentas fue significativa porque en ella surgió una nueva manera de reproducir y escuchar música con una fidelidad superior a la de sus predecesores (el vinil y las cintas). Aparece el Compact Disc; llega una nueva era en donde lo llamado digital comenzó a ser común para los melómanos que cambiaron los viejos formatos a estos pequeños platos que se leían en reproductores de rayo láser. Algunos de los pioneros en el mercado de los bootlegs, como Dub Taylor de TMQ, vieron a esta nueva tecnología como algo pasajero por lo inaccesible de este producto en ese momento, pero los nuevos bootleggers, y otros de la vieja guardia, vieron en ellos una oportunidad para hacer negocio con un producto que ofrecía una mejor calidad de audio.

En el caso de The Beatles no podría afirmar cuál fue el primer bootleg en disco compacto que apareció en el famoso mercado negro. Pero si existen algunos antecedentes que sirvieron como base para la creación y elaboración, a finales de los ochentas y en la década de los noventas, de los productos piratas más significativos, en CD, del cuarteto de Liverpool, los cuales revisaremos a continuación.

En el año de 1982 la revista mexicana Acústica publicó en su quinto número, un artículo firmado por el experto en Beatles, Enrique Rojas, al cual tituló Las Canciones Inéditas de Los Beatles. En este texto mencionaba una plática que había sostenido con Mike Heatley, ejecutivo de EMI, en las oficinas de Abbey Road en donde le explicó al escritor del porqué de las diferentes versiones de las canciones de la banda alrededor del mundo. Rojas dio una lista, proporcionada por Heatley, de los temas que eran candidatos a aparecer de forma oficial, a futuro, en un posible disco oficial. Entre ellas podíamos leer nombres como One After 909, Come and Get It, How Do You Do It, Tip Of My Tongue y What´s The New Mary Jane. Básicamente Mike Heatley, entre líneas, le había dado la primicia a Enrique Rojas de los planes que tenía EMI para editar un álbum oficial con estas canciones (y otras más) que llevaría el titulo de Sessions, el cual estaba programado para ser lanzado en 1984.

Para el proyecto Sessions se le encargó la tarea al ingeniero de sonido, John Barrett, el seleccionar y trabajar con las cintas de The Beatles que estaban enlatadas en las bodegas de los estudios Abbey Road. El trabajo de Barrett fue arduo y eligió mucho material de las sesiones que el grupo tuvo entre 1963 y 1969. Realizó un proceso de masterización a las canciones y varias horas de material se guardaron en cintas (se presume que fueron Digital Audio Tape, DAT) para ser parte del álbum de The Beatles. Lamentablemente el proyecto no se concretó y el trabajo que produjo Barrett se filtró. Según la historia que narra Clinton Heylin (en su libro Bootleg: The Secret History of The Other Record Industry) una persona de EMI vendió, en 1986, por la cantidad de 20 mil dólares las grabaciones a un coleccionista alemán, con la condición de que prometiera que las guardaría solamente para él.

Se dice que el coleccionista germano mantuvo su palabra, pero el intermediario que llevó a cabo la ilícita transacción entre los estudios Abbey Road y el comprador se quedó con una cinta que contenía algunas de las grabaciones inéditas de The Beatles. Con esto quedó claro que esas cintas no permanecerían ocultas por mucho tiempo”. Un álbum apócrifo (acreditado a Parlophone) en vinil, de Sessions salió al mercado con varias canciones de tomas alternas, Heylin afirma que el precio fue muy  elevado y se llegaron a vender algunas copias, pero las autoridades detuvieron a los responsables por este delito.

Una de las personas que se adueñaron de una copia de Sessions fue un alemán de nombre Dieter Schubert que tuvo la visión de llevar esas canciones al disco compacto. Schubert quería recuperar su dinero por lo que fundó una empresa de bootlegs que bautizó como The Swingin´Pig con su logo inspirado en el del sello TMQ (de Ken Douglas) y creado por William Stout. Para armar sus discos Dieter Schubert “tomó una docena de las pistas del disco adquirido, otra docena más de otros álbumes bootlegs que había comprado anteriormente y otros dos o tres temas de las cintas Sessions, al final obtuvo dos discos compactos de 32 minutos cada uno a los que llamó Ultra Rare Trax vol. 1 y 2”.

El emprendedor alemán se encargó de utilizar nueva tecnología para limpiar las canciones y dejarlas con un sonido más que aceptable. La revista ICE publicó en 1988 una reseña de los discos en donde mencionaba que “llegaban dos nuevos bootlegs de The Beatles en CD con tomas alternas y con un buen sonido en muchos casos mejor que el de la discografía oficial que EMI editó en Compact Disc. Ultra Rare Trax contiene tomas alternas nunca antes escuchadas como I Saw Her Standing There y Strawberry Fields Forever así como muchas otras canciones inéditas. Pero lo destacado aquí es la calidad de sonido que deja a muchos con la boca abierta. Aquí la pregunta es si Ultra Rare Trax 1 y 2 son la punta del iceberg de lo que vendrá”.

Ultra Rare Trax 1 y 2 (así como sus siguientes volúmenes) no fueron los primeros bootlegs de The Beatles en aparecer en disco compacto, pero si fueron los que le dieron una nueva dirección a la calidad en cuanto a sonido y presentación que debían tener los álbumes en este nuevo formato. Cosa que superaría la colección Unsurpassed Masters del sello Yellow Dog en 1989.

Al respecto Mike Heatley (ese mismo que fue entrevistado por Enrique Rojas) afirmó para ICE que actuarían en contra de Swingin´Pig y sus Ultra Rare Trax, además agregó: “No sabemos si las cintas se escaparon recientemente o alguien las sustrajo años atrás. Mucha gente me dice –Debe haber una filtración en Abbey Road porque estas grabaciones siguen apareciendo- Probablemente estén en lo correcto. Ese material que se grabó hace muchos años está saliendo a la superficie. Pero ese material que ha llegado a la superficie es interesante pero no devastador, existen otras cosas las cuales no han salido a la luz que las encuentro aún más interesantes”.

Obviamente Ultra Rare Trax fue blanco de las autoridades federales que rápida y oportunamente confiscaron muchos de los discos que se pretendían exportar de Alemania a otros países de Europa. Pero muchos de ellos llegaron a su destino y a las manos de los coleccionistas. Un bootlegger llamado Eric Bristow explica que quizá el origen de los piratas de The Beatles en disco compacto en Estados Unidos se dio cuando en 1987 un joven llevó tres cintas a la empresa Technotronics en Philadelphia para que se las imprimieran en discos compactos. Para esto, el muchacho se hizo pasar por trabajador de EMI-Capitol (¡Lo sorprendente es que le creyeron!) y pidió 500 copias por cada cinta que servirían, aseguró, como discos promocionales. Las grabaciones en cuestión eran Get Back, BBC Sessions y Sessions (el malogrado proyecto ya mencionado). Este personaje se llevó sus 1500 discos al Beatlefest de Los Angeles y los vendió a 100 dólares la pieza. “Nadie supo quién fue pero esa tarde salió del lugar con 150 mil dólares en sus bolsillos”. Lo cual demostró que muchos fanáticos estaban ávidos de este nuevo formato digital.

En toda la década de los noventa salieron muchas empresas de bootlegs en CD, cada una de ellas crearon sus propios discos los cuales contenían las mismas grabaciones, tanto las de John Barrett como muchas que hubo previamente desde la época del vinil y fueron transferidas a digital con una estupenda calidad de sonido. Japón se llegó a poner a la vanguardia de bootlegs, al igual que los europeos en países como Alemania, Italia y Holanda. La industria pirata de los Estados Unidos encontró el paraíso de manufactura de sus discos compactos en Corea (debido a que las leyes de aquel país fueron muy severas en cuestiones de protección a los Derechos de Autor), en donde el costo por pieza maquilada era de 76 centavos con un mínimo de dos mil unidades por pedido y además se realizaba un mastering gratis al audio de las cintas para mejorar la calidad de este en el producto final. Cabe destacar que con el avance de la tecnología muchos álbumes contenían falsas tomas alterna o mezclas que los bootleggers alteraron con nuevos equipos para tratar de ofrecer algo novedoso en un mercado competido, el cual llegó a su decadencia al aparecer el MP3 y el intercambio de música a través de internet.

En la actualidad ya no es necesario recurrir a vendedores de bootlegs (aunque aún existen coleccionistas que siempre estarán buscando este material en formato físico) para escucharlos y descubrir la magia de The Beatles en el estudio o en un escenario. Simplemente basta entrar en los sitios web correctos para darle click a una tecla y tenerlos en nuestros dispositivos o poder pasarlos a un CD y crear así nuestro propio bootleg.

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